Todas las tonterías que pueblan la mente de quienes se dejan arrastrar por ideologías negadoras de la dignidad de todos los seres humanos y que justifican incluso la persecución y asesinato de quienes piensan diferente son fruto de la imbecilidad o carencia de espíritu reflexivo. Unos cuantos, perversos por decisión, son capaces de arrastrar al resto a creer en toda suerte de absurdos y actuar contra sus congéneres.

Con el nivel educativo tan bajo que tenemos como sociedad, antes y después del 4%, no es de extrañar que surjan pandillas como los nacionalistas que andan con palos y una suerte de batón ballet, agrediendo a todos los que ellos entienden que piensan diferente. Mas grave aún que el anterior director de Migración del actual gobierno y el impresentable candidato (todavía no legal) del PLD, presumen en fotos de andar con esos delincuentes. Si el candidato del partido morado en las pasada elecciones era considerado un incapaz, este es peor y con ideas nefastas.

El reconocimiento de que todos existimos como dato fundamental de toda perspectiva de la naturaleza humana y organización social, es lo que usualmente llamamos realismo existencial. Nadie pidió nacer, nadie escogió donde nacer, y que seamos lo que somos es puro azar, uno entre millones de opciones que pudieron ser al momento de la concepción. Estamos hechos de los mismos cromosomas y los rasgos diferenciadores entre individuos son absolutamente insignificantes. Vivimos en sociedad de manera esencial porque nos necesitamos unos a otros para sobrevivir, y lo que somos hoy es fruto de todos nuestros ancestros.

Tiene sentido que los beneficiarios de este desorden social y los propagadores de estas ideologías que minan el desarrollo de nuestro pueblo favorezcan la desigualdad social, el trabajo explotador y la educación para la miseria. Costará mucho tiempo -ya Bosch lo dijo en su carta del 1943- superar el atraso a que nos conduce esas mentalidades forjadas en el trujillismo y enemigas de la construcción de una democracia basada en el diálogo racional, la tolerancia y el respeto a los derechos de todos los seres humanos.