Es triste, lamentable y doloroso que un sector de la izquierda dominicana siga atrapada en un pasado que no ha dado resultados positivos en su estructura teórica -organizativa, influencias en la población- y en la creación de un liderazgo generacional acorde con los nuevos tiempos. El gran problema, a mi entender, ha sido no saber distinguir entre lo objetivo y lo subjetivo; su confusión es algo que mete miedo.
Para los revolucionarios es elemental tener ideas o captar el significado de las palabras, objetivo y subjetivo; al describir una realidad, usted puede caer en unas de las dos. Es objetivo cuando se observa un fenómeno tal cual, sin emociones, ni interpretaciones. Y es subjetivo al percibir el momento, intervienen las opiniones personales, los sentimientos y la presencia burda de algún texto leído.
Confundir el deseo con la realidad, es decir, lo subjetivo de lo objetivo, ha sido la maldición de ese sector revolucionario que no ha encontrado el camino correcto de hacer avanzar la revolución. Ahora, de buena a primera, insiste en derrumbar el modo de producción capitalista para instaurar el socialismo. Tarde o temprano, el viejo sistema será sustituido, en su momento, por las fuerzas políticas y sociales que surjan desde su propia entraña.
Sustituir al capitalismo no es tarea fácil, mucho menos en países pobres, subdesarrollados y dependientes. En el mundo está en decadencia, resquebrajando su presencia en algunas partes del planeta tierra. En lo que nos toca, es una carga muy pesada, si tomamos en cuenta nuestra propia realidad objetiva.
Sin dudas, los revolucionarios no se encuentran en su mejor época. Dispersos, divididos y aislados, sin encontrar la fórmula de cómo conectar con los trabajadores, campesinos y la población. Lo que revela una debilidad preocupante que invita a una reflexión profunda y redoblar los esfuerzos, trabajo intenso y planificado, para acumular fuerzas sociales y políticas y avanzar para convertirse en opción de poder.
El escenario actual es apropiado para involucrarse en la lucha social y popular, sin olvidar el proceso electoral 2024. Dos excelentes espacios que permiten un accionar unitario para alcanzar metas y propósitos definidos.
La realidad objetiva de la sociedad dominicana y el movimiento revolucionario, recomienda incorporarse a la etapa democrática y su democracia, sin temor a las reformas, son necesarias; ni mucho menos, a los acuerdos y compromisos; siempre y cuando estos sirvan para avanzar la revolución, y no para desviar la esencia del proceso revolucionario.
Participar en democracia en forma legal no es una misión agradable y segura. En la misma muchos han caído de manera vergonzosa en el camino, envenenado por las mieles del poder que cambia sus condiciones materiales de existencia y mella su espíritu de trabajo y de lucha. De ahí la importancia de combinar la labor pública con la clandestina para no morir como Chacumbele.
El Estado capitalista es terrible e implacable, cuando se le imposibilita asesinar con balas, te doblega con una imperceptible lucha de clases que no se detiene en atacar. Para aquellos que creen que es fácil bregar en democracia. El revolucionario tiene que acondicionar, sin miedo, su trabajo político, y ajustarse a la realidad objetiva para poder alcanzar los objetivos trazados.
La tarea está en integrarse al proceso democrático desligado de cualquier vínculo con los sectores recalcitrantes de la derecha y políticos corruptos. Ir allí para profundizar la transformación de la sociedad acompañados de revolucionarios, progresistas, democráticos, grupos sociales y populares. ¡Vamos por más democracia, una manera de acercar el camino hacia el socialismo!