Ramona Polanco.

Refiero en primer lugar murmurar que la muerte nunca sería mala compañía si el dueño de la vida, de paso por ella, deja sembrada la semilla germinante de la propia vida. Y así parece ser el caso de doña Ramona, que un día 15 de junio del 1932, Dios le marcó el paralelo de recibir la luz del soplo de su vida y, otro aciago día, de un junio lúgubre, 92 años después, se monta en el carrusel de la muerte tomando el camino ausente y sin saber, que su vida quedaría pendiente.

Y no necesitó haber luchado en un cuerpo a cuerpo con la fama, así de anónimo batalló con la maternidad del engendro, y simplemente, en su ejemplo, su vida inmortalizó rugiendo en silencio sus dolores para traer a la luz de la vida sus siete proles: Modesto, Diómedes, Domingo, Félix, Miguel, José y Carmen Núñez Polanco.

Ellos son su estandarte de su vientre materno, y en cada uno se multiplica una imagen de madre abnegada que uno por uno resulta ejemplo fiel de una familia bien criada. Caramba doña Ramonita, como fue tu diminuto sobrenombre, ¿Por qué te fuiste sin esperar en tu cabeza tú corona? ¿Acaso no te avisaron que la gratitud de Dios del cielo la traía, en comunión de tu honra y, en honor de la crianza que distes a tus hijos y que de sobra merecías?

Está bien, no te juzgo que te hayas ido, ya que sé que te montaste en tu oruga casi de cien abriles, y sin embargo, cabizbajo no has dejado recogiendo tu recuerdo en cada una de tus pisadas. Es más, no nos llores, aquí todo estará en apacible calma y quietud del espíritu de tu amor (…) infinito, y que a pesar que te hayas ido, en cada ruido de aleteo de tu bondadosa alma, tu nido de amor vivirá entre nosotros esperando tu regreso lleno de esperanza que sea nuestro huésped del cielo cuando nos llegue el juicio final y con amor Dios nos vuelva a juntar.

Madre de amigos, esposa de Don Antonio Núñez, luchador sin causa y de casta valiente en defensa de su gente, sin lugar a dudas tú que fuiste acicate de la trascendencia social e intelectual de tu prole, !henos aquí esperando tu sepulcro para ungirnos de tu sudor de madre!, y que hoy con su traje de despedida, no nos permita llorarte aunque profunda sea la herida, ya que con lo que hiciste nos basta para hacerte un mausoleo de Hortensias Nouelenses, bañadas no con el roció de las madrugadas de tu pueblo, sino, con muestras lágrimas secas por la mujer que sé, ya se ha ido arar el desierto de la esperanza de un día ver en su gente reír y sin tener que oír el crujir el hambre de los hambrientos que de aquel otrora supermercado Núñez Polanco calmaste la sed de los transeúntes labriegos y, el hambre crujiente de los indigentes.

No Ramonita, ya libérate de anhelos, que aquí nos dejaste a nosotros impregnados de tus recuerdos, y nunca faltará honrar tu nombre en reciprocidad de tus silenciosas obras que acuesta te llevas, y sin embargo, aún me quedo pendiente de algo más que agradecerte, haberle legado a Bonao, un modelo de simiente que lo encarna tu fino vientre en el parir de tu Covacha existencial de tu modelo ejemplar.

Descansa Ramonita, que tú carpintería de esposa, madre y compueblana, sin querer ya nos has puesto a llorar. Ve y coge tu camino que de tu pequeña estatura brincaste al cielo del honor.

Anda y ve, como dice la canción, vete por el camino de terciopelo fabricado con tu gesta de amor. Ves y no mires atrás, ya que el infinito te espera para estampar tu nombre de mujer legataria de una sin par generación, vete en silencio, no despiertes el llanto en que profundamente ahora duerme en nuestros recuerdos. Déjalo dormir, que seguro que las dianas nocturnales de tu recuerdo eterno lo revivirán por tiempo en tu pueblo y su corazón.

Quisiera decirte en simples palabras que si hoy te fuiste con Tanato, de seguro la diestra del padre te espera, como un lugar final de tú ejemplo de madre que ahora tras la muerte, tu misma te has montando en tu carrusel acuesta y contigo lleva el camino de rieles silenciosos y estruendosos , que aún en silencio simulan los gritos de tu partida al tomar contigo el camino de tu otra vida y, sin dejar nunca tener presente, que la muerte misma que te llevó a destiempo, aun lamentando quedará que se llevó una vida con tanta vida pendiente. ! ¡Descansa en paz, Ramona Polanco, ¡en tu obra de honor!