Esta serie de artículos de opinión, por el que ya han desfilado, Luis Abinader, Leonel como ultimo caudillo, Margarita, Hipólito, Abel, Juan Bosch, Peña Gómez, Guillermo Moreno, y Danilo Medina, les trae hoy un análisis de la figura política de Ramfis Domínguez Trujillo, sus nostalgias de lo “bueno” de su abuelo Rafael Leónidas Trujillo, las dudas del efecto genético que tendría en una probable, y por ahora utópica, posibilidad de ocupar el trono de Pedro Santana, la silla de alfileres, entre otros detalles.

Lo primero es que no se llama Ramfis, sino Luis José Rafael Domínguez, al igual que su padre, segundo esposo de Angelita Trujillo Martínez. Lo de Ramfis es dedicado, creo yo, a la memoria de su tío, el General Ramfis Trujillo Martínez, a quien no conoció, ya que este falleció como un verdadero dandy europeo en Madrid el 28 de diciembre de 1969. El tío Ramfis había nacido con la gran depresión de 1929, y el sobrino Ramfis nació en Estados Unidos el 22 de mayo de 1970, por lo cual, tampoco conoció a su abuelo el Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina.

Ese apodo no le resulta conveniente ni apropiado, cuando pensamos en los asesinatos de la Hacienda María y la cárcel de La Victoria, despedida sangrienta y aquelarre de cierre de las muertes de la dictadura de Trujillo. Una verdadera coda de sangre, cercana al paroxismo.

Tan pronto aparece, en el escenario político dominicano, o en el de cualquier país, alguna propuesta política, aparentemente nueva y renovadora, inmediatamente se busca su figura en el mapa de las ideologías, aunque Francis Fukuyama, haya anunciado su muerte hace más de tres décadas. Por ese impacto indudable, con un rastro de nostalgias del pasado y hasta de lo no vivido, además del peso que tiene en la conciencia nacional el apellido Trujillo, este actor político produjo gran curiosidad y ciertas simpatía en las masas, y tal vez inquietud en los lideres y personeros que deciden quién gobierna y quién no. Si dejan entrar a Ramfis a las lides electorales, se cambia y se trastorna, totalmente, el escenario político. Eso es innegable, y es la primera tesis que hacemos, en este análisis utópico.

Nuestra experiencia con Ramfis, fue breve pero en cierto modo intensa: su coordinador nacional nos puso en contacto telefónico al concluir una entrevista, nos saludamos y le comente que su madre, me hacia el honor de citarme en la página 379, de su libro “Trujillo mi padre“, obra que generó rechazo en las familias descendientes de las víctimas de la dictadura, pero que circuló de manera formal e informal, y que pude comprar, con la discreción de una compra de drogas en la calle, en un semáforo de la avenida Sarasota.

Luego le envié a su WhatsApp dos videos, uno acerca de su condición jurídica como ciudadano de doble nacionalidad, hecho que, en buen derecho y dados los antecedentes de cuatro presidentes extranjeros que hemos tenido en la Republica Dominicana, entre ellos el haitiano Dejean Morisette, además de los presidentes y candidatos presidenciales con doble nacionalidad que hemos tenido, considero que no sería obstáculo para ser candidato y eventual presidente de la República. Esta es la segunda tesis. El segundo video, es un análisis al ostracismo de su familia y que lo ha afectado a él mismo: la familia Trujillo es expulsada del país, los últimos salen entre el 18 y el 19 de noviembre de 1961, gracias a una extraña figura jurídica que no existía en la Constitución dominicana de esa época, llamada Decreto- Ley, el número 5880, evacuado por el Consejo de Estado, que encabezaba Joaquín Balaguer, quien era presidente gomigrafo de Trujillo desde el 3 de agosto de 1960. A la fecha del 30 de mayo, Balaguer era el presidente de la República. Formalmente, Rafael Trujillo no fue presidente casi 31 años, cada cierto tiempo se valió de presidentes títeres.

El Consejo de Estado, del que nos cuentan que hubo dos, cuando en realidad la cabeza era la misma, fue formado y apoyado, por un grupo de avivatos de las familias de rancia nobleza y elite dominicana para asaltar el poder, a la muerte de Trujillo y el exilio de casi toda su familia. Esos grupos elitistas se encargaron o adueñaron del poder ejecutivo, para servirse a sus anchas y repartirse, como piñata, el botín del erario, de toda la infraestructura industrial y exportadora creada por Trujillo y que quedó intacta tras su asesinato. Es decir, que su poder era legal si se quiere, pero era ilegitimo. Esa medida apócrifa, pesa aun, como un baldón, sobre todos los ciudadanos dominicanos descendientes directos de Trujillo, por los siglos de los siglos, amén.

También le remitimos el Proyecto Nueva democracia, que contiene nuestra visión, en trece puntos, de lo que consideramos debe hacerse para intentar salvar, y sacar del marasmo de descrédito en que se debate, el sistema democrático dominicano.

En esa propuesta tratamos sobre nuestro sistema de partidos, la falta de credibilidad y esperanza, con una ya larga cadena de decepciones, frustraciones y asaltos, que ya el dominicano, no cree ni puede creer en los políticos, ni en sus lideres y figuritas mediáticas, en los turiferarios de viejo y nuevo cuño. Los dominicanos tampoco creen tampoco en los engaños de los dinosaurios de chabacana y tenis deportivos, ni en los jóvenes seductores, con trajes de muy buen corte, enganchados a nuevos yuppies de la política, ni en los que medran en los partidos, como una jauría ciega, y hasta en el mismo palacio nacional.

La respuesta de Ramfis fue decepcionante, porque no hubo respuesta. Cuarenta días después no había visto ninguno de los videos que, extrañamente y por cortesía, le envié para que los observara antes de ser subidos a mi cuenta de YouTube. La propuesta del Proyecto Nueva Democracia, tampoco la leyó ni mostró ningún interés. Admito que creí que él era distinto a los demás políticos dominicanos, pero no. Por ello, eliminé los chats, y los videos. Me queda la propuesta política en mi correo.

Cerrando ya este ejercicio utópico de la política dominicana, Ramfis no pasará, ni lo dejarán pasar los dueños del circo y de los monos, aunque su Partido de Esperanza Democrática, sea reconocido por la Junta Central Electoral. Solo podría pasar, si las mismas élites que apoyaron y se lucraron con los gobiernos de su abuelo, decidieran traer un modelo político distinto al conservadurismo que siempre ha gobernado. Recuérdese que el mismo proceso de separación comenzado el 16 de enero de 1844 fue encabezado, financiado y dirigido por los conservadores, no por los liberales, que nada pudieron hacer. Desde entonces, con la excepción de la izquierda manca y mártir, durante la dictablanda de Balaguer, todos nuestros partidos son conservadores y de derechas.