Todo el que ha vivido o visitado una ciudad civilizada, tanto en América, Europa u otro continente, descubre la racionalidad del tránsito. Los semáforos están sincronizados, no se puede doblar a la derecha con el semáforo en rojo y por tanto los peatones pueden cruzar sin peligro y tanto los vehículos de cuatro o más ruedas, como los de dos, obedecen los semáforos, incluso las patinetas eléctricas, y a ningún insensato se le ocurriría subir a la acera.
En el caso de Santo Domingo y las demás ciudades dominicanas eso no ocurre. Lo primero es que los policías de tránsito irrespetan los semáforos y generan unos tapones inmensos, y donde no hay semáforo no aparece policía alguno para dirigir el tránsito. Los motores cruzan sin control, los carros y guaguas públicas cometen todo tipo de violación sin control de la policía. Y lo más grave, los peatones no tienen seguridad para cruzar una calle y tampoco para andar por las aceras.
Es una brutalidad lo de los policías controlando el tránsito con un semáforo funcionando, lo que hacen es destruir la confianza en que los semáforos controlan el tránsito. No sé a quién se le ocurrió lo de doblar a la derecha en rojo, pero es una medida criminal contra los peatones. Si los motoristas no obedecen los semáforos, con o sin policías presentes, entonces todo el sistema es una irracionalidad.
La falta de supervisión para que las torres y los locales comerciales tengan suficientes estacionamientos vuelven los estacionamientos en la acera y en avenidas en una abuso contra los peatones y el fluido normal del tránsito. Lejos de vivir en una ciudad habitamos en una selva violenta e irracional. El pretendido control del tránsito y estacionamiento en el polígono central es un chiste de mal gusto.
Y como corolario salvaje está que cualquiera te tira en los semáforos un paño con agua sucia para “limpiarte” los vidrios, lo cual genera una stress tremendo, sin olvidar que hay “parqueadores” que se adueñan violentamente de la vía pública exigiendo el pago por estacionarse en lugares donde está permitido. Nada de urbano, nada de civilización, nada de racionalidad. La policía de tránsito y los ayuntamientos son responsables de semejante caos y carencia de orden.
Ahora que se habla de un incremento en las enfermedades mentales pongan sus ojos en que una causa es el nivel de stress que genera conducir en nuestras ciudades.