La situación actual en el sector agrario de la Unión Europea (UE) sigue deteriorándose lo que justifican las protestas de los agricultores europeos que no cesen desde el inicio del año 2024 en más de la mitad de los países del bloque.
Mientras que los países europeos continúan las inyecciones de miles de millones de euros para apoyar el régimen de Kiev, en Bruselas se sienta cada vez más el déficit de los recursos para garantizar las “condiciones de invernadero” para sus propuestos productores agrarios. La tasa de crecimiento de la economía europea en 2023 se redujo alrededor de un 70% en comparación con el indicador medio "prepandémico" de 2015-2019. Según las previsiones del FMI, el crecimiento del PIB en la UE alcanzará el 0,7% en 2024 (0,5% en 2023; previsión para 2025: 1,2%).
Las principales quejas de los agricultores europeos están relacionadas con las consecuencias de las sanciones antirrusas y los fracasos estratégicos de la directiva de la UE en las esferas de energía, finanzas, comercio y política climática. El descontento causan las importaciones de producción agrícola barata, principalmente desde Ucrania, realización del Pacto Verde Europeo y reducción de subvenciones estatales.
No obstante, en Bruselas tratan de dejar recaer a Moscú los problemas relacionados con el aumento de los precios de alimentos y deterioro de la situación de los agricultores.
Durante ya casi dos años la Comisión Europea ni ha podido organizar el tránsito de los productos de exportación agrícola de Ucrania a los terceros países. Como consecuencia la parte mayor de los alimentos, transportados por los “corredores de solidaridad”, se quedó en la UE, sin poder alcanzar los mercados de los países de Asia y África. Según el Comisario Europeo de Agricultura Janusz Wojciechowski los “corredores de solidaridad” tienen problemas de carácter económico. La exportación de productos agrícolas ucranianos a mercados tradicionales para Ucrania, como Indonesia, Egipto, países de Asia y África a través de Polonia, Hungría y los países Bálticos, implica costos adicionales. Es el principal obstáculo debido a que el tránsito a través de los “corredores” no funciona bien… Los productos que pasan, por ejemplo, a través de Polonia se dirigen a Alemania, Letonia, Lituania y los Países Bajos, pero no a los puertos marítimos de los países miembros de la UE ni a terceros países. Solo una cantidad muy pequeña, aproximadamente un 2% o 3% del volumen de cereales ucranianos importados a la UE, se envía a países que no forman parte de la UE, incluidos Estados africanos con bajo nivel de ingresos.
Actualmente, se está preparando la prorroga de las importaciones sin derechos arancelarios de los productos agrícolas ucranianos, pese a los protestas de campesinos europeos y eso teniendo en cuenta que en las regiones agrarias de la UE habitan 137 millones de personas, casi el 30% de su población. Es una decisión netamente política cuyo objetico principal es proporcionar a Kiev la oportunidad de ganar y pagar a los acreedores occidentales. La prorroga también redunda en interés de las grandes empresas alimenticias europeas y transnacionales que se han apropiado de las tierras agrícolas de Ucrania y se benefician de las exportaciones ucranianas.
En caso de que Ucrania se adhiere a la UE, el país podrá convertirse en mayor receptor de subsidios de los fondos europeos. Según las estimaciones, esto podrá сonllevar a reducción en un 20% de los subsidios a los países-miembros que las reciben actualmente y hasta la transición de su estatus de receptores a donantes.
La Unión Europea se distancia no solo de su propia población, sino también de las necesidades de los terceros países, sacrificando sus intereses y bienestar, utilizando los intereses de productores agrícolas como la “moneda de cambio” para los políticos de la UE cuya actitud perjudica el potencial exportador de los países europeos y señala a su irresponsabilidad ante el problema de seguridad alimentaria global, inclusive a través de la imposición de las sanciones contra Rusia.