El título de este artículo es ciertamente algo peculiar, porque más que artículo pretende ser una carta. Hace ya cuatro años que cada domingo he estado presentando artículos en el periódico Acento y en ocasiones me han preguntado que para qué lo hago.

Al escribir no hago alusión a mi persona, por algo de timidez y porque siempre he creído que así es preferible, sin embargo, hoy por primera vez, me presentaré y explicaré mis motivaciones.

Soy médico, cirujano general, coloproctólogo, psicólogo clínico, catedrático universitario, escritor, director de un programa de meditación terapéutica, casado desde hace 34 años y padre de dos hijas maravillosas. Mis pasatiempos como adulto han sido muy variados, pero podría señalar: cantar, montar motocicletas Harley, bucear, patinar y tiro con pistola y fusil.

Mi vida espiritual ha sido muy activa y constante, habiendo sido seminarista, religioso carmelita, Rosacruz, Masón, Yoga, carismático y haber participado de la Meditación Trascendental (MT), Magna Fraternitas Universalis, Seminarios Caminos, entre otros. Practico la meditación diaria y al hacerlo creo estar en contacto directo con Dios.

He podido conocer bastante y aprovechar esos conocimientos, habiendo considerado un deber el compartirlos. A manera de ejemplo, en mi formación como residente de cirugía general en el Hospital Central de las FFAA y la PN, un colega (Dr. Martín Salazar), quien era entonces residente de Medicina Interna, me diagnosticó una arritmia severa (bigeminismo), por lo que inmediatamente me internó en Cuidados Intensivos y me visitaron dos cardiólogos del hospital (los doctores Oscar Cabrera y Neftalí Vásquez) quienes estuvieron tratando de yugular mi arritmia que se mostraba refractaria a todo tratamiento. Posteriormente fui egresado y manejado tanto con amiodarona como propafenona, con mejorías parciales. Estando en meditación comprendí mi desequilibrio psiconeurofisiológico por estrés, suspendí mi tratamiento y retomé la práctica de la meditación que había descuidado, y logré que desapareciera la arritmia, aunque recomiendo que esto no se haga sin consultar un cardiólogo. Algunos sugirieron que renunciara a mi formación de cirujano y que debería tomar antiarrítmicos de por vida. He sido cirujano por más de 30 años, actualmente opero en CEDIMAT y nunca volví a necesitar antiarrítmicos. Lo que aprendí intento compartirlo, porque sé que muchos mueren por no conocerlo, pudiendo evitarse. Realmente tenemos facultades que no utilizamos por ignorancia. He proporcionado datos personales concretos por si se deseara confirmar la veracidad de mi testimonio.

Los humanos necesitamos cambiar nuestra forma de pensar y actuar, y aunque sé que no es fácil, no lo creo imposible. El principal recurso del Homo sapiens es su prodigiosa mente, pero se está convirtiendo en su peor enemiga por el mal uso. Muchos intelectuales de nuestro tiempo nos han señalado que la vida humana, como la hemos conocido, ya no es sostenible en el planeta. Stephen Hawking señalaba que nos quedaban solamente varios siglos de existencia y Carl Sagan hace más de 20 años nos dijo que con las bombas nucleares que habíamos fabricado, hasta ese entonces, podíamos hacer desaparecer la humanidad (nuestro arsenal nuclear ahora es incluso mayor). Estamos tan ocupados en nuestros proyectos personales que no podemos enfocarnos en los comunes o grupales, nuestra necesidad de hacer dinero y buscar el placer nos nubla la mente.

Lo antes dicho no es ninguna novedad, todas las personas pensantes lo saben, pero esperamos que alguien venga a salvar al mundo. Lo que podría parecer extraño es que estoy tratando de salvarlo yo, y pienso que también debieras hacerlo tú, pero si no quieres, de todas formas, yo lo intentaré, con lo que pueda estar a mi alcance. Casi en todas las religiones se espera a alguien divino que vendrá a resolver todos nuestros problemas, también lo creo, pero también creo que cuando llegue, no debe encontrarnos sentados sino luchando por un mundo mejor y no basta con engordar nuestras iglesias.

En nuestros cerebros existen las neuronas espejo que son efectivas para el aprendizaje vicario o por modelación, lo que nos permite copiar o imitar comportamientos de otros. Es hora de mostrar conductas sostenibles y descubrir cómo hacerlas contagiosas o virales, tal vez yo no sea muy hábil para lograrlo, pero no por eso dejaré de intentarlo.

Pese a ser muy conocido como cirujano, he decidido utilizar parte de mi tiempo productivo en conocer mejor lo que somos y cómo podemos mejorar. Con Dios lo creo posible, ya que no parece que solos lo podamos lograr. Quisiera que no me rechaces si consideras que mi conocimiento de Dios es inferior al tuyo.

Podría decirse que llevo años intentando empujar una montaña, al analizar mis mensajes es posible que captes ese afán. Al final de esta existencia, frente al creador, no sé si podré decirle que logré algo, pero me conformo con saber que mientras pude y con lo que pude, lo intenté.

Gracias por tu paciencia, espero haberte dado las claves para leer mis artículos.  Ojalá nunca pierdas el don de soñar.