En las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los candidatos a la vicepresidencia cumplen roles clave tanto simbólicos como estratégicos. Aunque el puesto de vicepresidente es a menudo visto como secundario al de presidente, los candidatos seleccionados para este cargo tienen una importancia crucial en las campañas y en la gobernabilidad.
Los candidatos a vicepresidente son elegidos para complementar las fortalezas y debilidades del candidato presidencial, también para atraer a votantes de regiones, grupos demográficos o ideológicos que el candidato principal no logra captar fácilmente.
En un contexto como el que vive Estados Unidos, de predominio de las ideas conservadoras y neoconservadoras, es evidente que se ha ido produciendo un cambio que ha llevado a que hoy los neoconservadores cubran el bipartidismo, llegando a una situación tal que hasta podría decirse que el Partido Demócrata se ha impregnado con mucha más fuerza de este sector. Como efecto de esta tendencia, en la actualidad, hay neoconservadores(neocons) en ambos partidos.
El expresidente y candidato Republicano, conocedor de las crecientes carencias de la sociedad estadounidense que están afectando a sectores importantes de la población blanca rural que el Partido Demócrata, con Biden en la Casa Blanca, ha depauperado, afectando también a los negros y otras minorías. Ha tenido la habilidad de designar a J:D. Vance como candidato a la vicepresidencia.
Vance, viene de una familia fragmentada en un pequeño pueblo del mundo rural del noroeste del país, muy religiosa y profundamente marginada, se ha caracterizado por exponer un discurso de rechazo a la “clase dominante” de Estados Unidos que, según él, en el colmo de su fracaso, ha firmado acuerdos con México y China abiertamente negativos para la nación y favorables para esos países.
El ahora candidato vicepresidencial republicano dice que con ello se destruyó “aún más los buenos empleos de manufactura de la clase media estadounidense”. También ha rechazado la “desastrosa invasión de Irak, sobre todo porque innecesariamente los hijos de los campesinos del noroeste de Estados Unidos fueron enviados a una guerra sin sentido.
Vance, un joven político que proyecta un liderazgo para el futuro del Partido Republicano, también ha manifestado su rechazo a lo que llama la “estafa verde” de los demócratas. Mientras tanto, él-gracias a Trump- se asume como un niño de la clase obrera nacido lejos de los pasillos del poder, que puede estar en este escenario con posibilidades de convertirse en el próximo vicepresidente de los Estados Unidos.
Mas allá de la posibilidad real de cumplir estas promesas, es necesario traer a colación el ideario de Vance, porque representa el verdadero pensamiento del trumpismo y del partido republicano alejado del tradicional paradigma neoconservador.
En el caso demócrata, Kamala Harris designó a un candidato a vicepresidente con casi la misma característica al candidato republicano: Tim Walz, gobernador del Estado de Minnesota. A igual que Vence, proviene de una zona rural, también a igual que Vence sirvió a las fuerzas armadas y a igual que Vence era un casi desconocido fuera de su estado.
A pesar de que Vance es senador y Watz gobernador, ninguno de los dos pertenece al establishment del poder de Washington. Sin ser tan joven como Vance (40 años), Walz (60 años) pretende proyectar una cara nueva para el futuro de los demócratas. En los códigos políticos de Estados Unidos, él es ubicado en el sector liberal o progresista a través del cual el Partido Demócrata intenta atraer al sector juvenil que se agrupa en torno a las figuras de Bernie Sanders y Alexandria Ocasio Cortez y que han sido profundamente crítico con Biden, sobre todo por su apoyo a Israel.
En resumen, los candidatos vicepresidenciales en Estados Unidos representan mucho más que un simple acompañante en la boleta electoral. Son estratégicamente seleccionado para fortalecer la fórmula presidencial, atraer votantes clave, y, en algunos casos, encarnar la diversidad y los valores del partido. Además, su capacidad de gobernar y su potencial para convertirse en futuros lideres los convierte en figuras centrales dentro de la dinámica electoral.