“En el planeta del principito había semillas terribles”. El Principito, Antoine de Saint-Exupéry

“Por la verdad científica y la libertad de pensamiento” es el eslogan, la frase que muestra el objetivo fundamental de la Academia de Ciencias de la República Dominicana (ACRD), contiene la promesa, no solo de la búsqueda de la verdad mediante la investigación científica, sino, también, la lucha por la libertad de pensamiento, la libertad de pensar desde la periferia hacia el centro, pensar el mundo desde Latinoamérica, desde el Caribe, pensar desde la República Dominicana.

El 20 de diciembre del 1974, hace 50 años, el doctor Mario Bonetti coronó su sueño de crear un espacio apartidista y sin fines de lucro para agrupar a “personas consagradas o vinculadas a la actividad científica, a fin de promover el desarrollo de las ciencias en la Republica Dominicana”; así fundó, para su pueblo, una Academia de Ciencias como faro guía para contribuir al progreso del quehacer científico nacional y capaz de formular propuestas para la instauración de modelos propios de desarrollo.

Para lograr ese cometido en el ideario del fundador estaban claras las cualidades y calidades de los miembros, así como la calificación de las propuestas y trabajos científicos de los que esperaba la entrega de resultados en artículos y libros originales, fruto del pensamiento y la investigación apoyados en la normal intertextualidad mediante citas, no compendios de publicaciones de otros autores, con esa visión aseguró que: “esa meta se logró con la selección de los 25 miembros fundadores, que frente al grado de desarrollo científico de la Región del Caribe de la época, la nuestra era una verdadera academia de ciencias”.

Afirmaciones y recuerdos dichos en su discurso de gracias durante un agasajo que le hizo la Academia de Ciencias el pasado miércoles 6 de febrero, evento que dio inicio a la celebración de los 50 años de fundación de la ACRD, donde también fueron reconocidos el expresidente de la República Hipólito Mejía y el luchador campesino Eligio Blanco Peña (el Pai). El acto de celebración fue el escenario donde don Mario hizo entrega de documentos con valor archivístico, de los que era custodio, contentivos de valiosas informaciones que servirán de base a la historia de la Academia.

Así nace la ACRD, con una agenda comprometida, repartida en comisiones que representan ciencias matrices que realizan un trabajo intelectual y científico enfocado en la solución de los problemas nacionales para lograr desarrollo, así lo pensó el doctor Bonetti. “Años después”, contó en su discurso: “me dispuse a que la Academia se sumara a la lucha por preservar el medioambiente, los recursos y tesoros naturales, como estaba ocurriendo en algunos países latinoamericanos y de Europa. Entonces le eché manos (como se dice popularmente) a dos personas que ya se venían destacando en la primera fase de la lucha ambiental, Eleuterio Martínez y Luís Carvajal”. Así fundó el “Equipo ambiental de la ACRD”.

Las muchas luchas ambientales fueron contundentes, por lo que la Academia fue declarada “Asesora científica” del Congreso Nacional y logró la firma de convenio con las Fuerzas Armadas de la República Dominicana. Bonetti cuenta que: “Debido al impacto del Equipo Ambiental en la sociedad, la Academia creció más todavía en autoridad y prestigio. De tal manera sus luchas la engrandecieron que en muchas ocasiones fue visitada por personalidades del Congreso y la política y por entidades empresariales y académicas, llegando a recibir la visita de un presidente de la República, Hipólito Mejía, que le donó la casa y le asignó fondos para la investigación”.

Ya con suficientes fondos, el doctor Bonetti no tenía que hipotecar su casa familiar para pagar las regalías de navidad a los empleados de la Academia. Pero, como faro de luz, la ACRD también atrae a los habitantes de la oscuridad. Después de perder un proceso electoral y mediante una muy triste urdimbre que pretendía restarle honorabilidad, Bonetti, el fundador, fue separado de la Academia, lo que facilitó a los nuevos incumbentes la violación de los estatutos, dejando atrás las exigencias de ingreso establecidas para aceptar los nuevos miembros, con la intención de crear una base electoral para perpetuarse en ella.

“Esta Academia de Ciencias tiene más de 150 miembros, teniendo sólo 50 años de existencia; la academia de Paris fue fundada en el 1666 y tiene hoy en día 281 miembros activos; la de Berlín, fundada en el 1700, tiene 180 miembros; la de Londres fundada en el 1660, tiene 1780 miembros; la de Rusia, fundada en el 1724, tiene 833 miembros. ¿Cuál es la enseñanza de esta comparación?: la absoluta indiferencia de la mayoría de la población ante lo normativo, lo estatutario, las leyes, etcétera”, aseguró Bonetti.

Hoy, en medio de la celebración del 50 Aniversario de la fundación de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, y usando la primera Asamblea de 2024, un pequeño grupo de miembros urde una trapisonda contra el presidente de la institución. Cuentan que el grupo convirtió a los asistentes en una multitud confusa y desordenada, que se pudo ver a muchos académicos honorables escapar de aquel tropel cargado de intolerancia que, como si fuera una turbamulta, pedía la renuncia de su distinguido presidente, ingeniero Eleuterio Martínez.

El pequeño grupo que daña la dignidad del presidente de la ACRD, es conocedor de su historia moral, de su trabajo científico y de las jornadas de luchas acompañando a casi todas las comunidades del país en defensa de los recursos naturales, han golpeado a un hombre que ha dedicado parte de su existencia a la institución que hoy dirige, que ha dedicado su vida al pueblo dominicano, a la investigación científica y a la lucha ambiental, siempre sin pedir nada a cambio.

Se sabe que, en plena Asamblea que pedía su renuncia, el apacible y conciliador Ingeniero Martínez, pidió que se esperara la entrega de dos auditorias solicitadas por él que aún se estaban realizando, una a la Contraloría de la República y la otra a la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA), dijo que: “Si esos informes son negativos, si me he robado un peso, yo mismo les entrego mi renuncia y me voy para mi casa”.

El ego de los acusadores de malversación de fondos, con este juicio sumario a su presidente, también golpeó la gran celebración del 50 Aniversario de la fundación de la Academia. Si se trata de académicos dignos y honestos, como los que procuraba el doctor Bonetti, que con mucha razón dijo, refiriéndose a la membresía: “salta a la vista la poca seriedad en el manejo de los Estatutos en los últimos 20 años”, si los acusadores son hombres y mujeres responsables, honorables, cuando se conozca el resultado de las auditorias, si no hay malversación, deben de renunciar ellos a la ACRD.

¡Que renuncien ellos!