Como en una conversación matutina entre vecinos; de esas conversaciones de ayer perfumadas con café, aquí estamos en torno a la famosa fecha del 7 de febrero, cuando la familia Duvalier abandonó Haití. Siempre es útil y conveniente recordar que, antes de la salida, se produjo el anuncio de «falsa salida» por parte del portavoz de la Casa Blanca.

Aquel 31 de enero de 1986 constituye un misterio en la historia de los Duvalier. Larry Speakes, la voz número uno de la mayor estructura de comunicación del planeta, se había «equivicado». Llevaba ya cinco años en el cargo, cuando sucedió lo que la historia llamaría más tarde la «falsa salida» del presidente vitalicio Jean Claude Duvalier. Todavía estábamos en plena Guerra fría y el régimen de 29 años no tenía nada que aprender de las falsas conspiraciones o de las altas conspiraciones peligrosas.

Finalmente, una semana después, llegó el 7 de febrero. Un amigo y yo fuimos a visitar el pequeño castillo que se consideraba la residencia favorita de Su Excelencia. Mientras hablábamos con un soldado de la Guardia Presidencial, le preguntamos cómo habían podido entrar los saqueadores en el recinto cuando todavía los uniformados custodiaban el lugar considerado puesto militar número 1. Amablemente y con sinceridad, me respondió:
-Abrimos la puerta, porque no sabíamos que el presidente y su familia ya se habían marchado.
a eso de las 3 de la mañana. No recibimos ningún mensaje del mando; y esas personas que llegaron con grandes camiones formaban parte del círculo de amigos íntimos. Cada fin de semana estaban con el presidente festejando

Mi primera lección de realismo político, impartida involuntariamente por un soldado: uno siempre es derribado por el primer círculo…

El 7 de febrero de 1986, mi generación fue testigo por primera vez de un cambio al frente del poder ejecutivo. En abril de 1971, cuando murió el Dr. François Duvalier (1957-1971), la planificación de la sucesión se había acercado a la perfección. Un Duvalier sucedió a otro Duvalier, con el pleno apoyo de la embajada estadounidense. Sinceramente, me costó mucho tiempo entender el fenómeno Duvalier: ¿Qué sucesor, civil o militar, no soñó con un proyecto de presidencia vitalicia, de tamaño diferente ? Recuperada por varios sectores, la fecha del 7 de febrero recibió calificativos excepcionales; por ejemplo «segunda idependencia». Como si por arte de magia, a pesar de la codicia de los dirigentes políticos posteriores a Duvalier, la fecha del «7 de febrero» fuera capaz de exorcizar todos los demonios nacionales.

Treinta y seis años después, es necesario preguntarse sobre esta fecha y las respectivas agendas. Y sobre todo para no olvidar que los Duvalier adoptaron la mítica cifra del «22», una combinación de supersticiones históricas. Durante el régimen de la presidencia vitalicia (1957-86), el día 22 de cada mes parecía tener algún significado. En La Habana de 1991, un cercano en la seguridad de Estado, después de haberme escuchado contando la estructura de la comitiva y el comportamiento del presidente JC Duvalier en las calles, me dijo con una sonrisa «[…] si has vivido todas estas cosas, es porque formabas parte de la comitiva; quizás sin saberlo, porque la seguridad del primer círculo es una ciencia». Por supuesto, en aquellos tiempos, teníamos la impresión de que cada ciudadano tenía su representante en la Guardia Presidencial.

Como en una conversación que duraría toda la vida, ¿Quién se ha tomado el tiempo para construir un liderazgo sobre bases sólidas? Nadie lo ha hecho, en los últimos 30 años. Las relaciones con la República Dominicana evolucionan de forma muy accidentada. Desde el 7 de febrero de 1986, existe una moda política la cual consiste en afirmarse a partir de los defectos de los Duvalier. El tiempo finalmente ha dado razón al régimen que fue una dictadura.

La matrícula especial 22 de la limusina de los Duvalier; col. Frankie Morone