El gas natural es un combustible fósil. Sin embargo, en razón de su limitado impacto ambiental (tanto en la fase extractiva como en lo que a transporte y utilización respecta, i.e. produce la mitad de CO2 que el carbón) se considera como el ‘combustible de transición’ hacia la revolución verde, al punto tal que la Comisión Europea ha incluido a las generadoras a gas natural como productoras de energía sostenible.
En los últimos meses los precios del gas natural han experimento alzas extraordinarias (y bajas menos contundentes) que a su vez han incidido en la factura eléctrica de muchos países. En junio de 2020, justo al inicio de la pandemia por COVID-19, el gas natural estadounidense estaba a US$1.48 por millón de unidades térmicas británicas (MMBtu, por sus siglas en inglés), unidad en la que usualmente se comercializa el gas natural. Después de haber alcanzado alzas históricas en agosto de este año (US$9 por MMBtu), al lunes 17 de octubre rondaba los US$6 (hoy se ubica por los US$5.2 por MMBtu).
El incremento de los precios del gas natural se ha explicado con base en el conflicto ruso-ucraniano. Si bien este es el factor preponderante, la explicación de la configuración del actual mercado del gas natural es más compleja. De hecho, probablemente ese no sea el único factor que ha incidido en las alzas en el precio del gas natural. Antes de entrar en materia, para entender la problemática del gas es importante puntualizar tres aspectos. El primero de ellos tiene que ver con los dos grandes mercados geográficos de producción del gas natural. El segundo versa sobre el transporte del gas natural. El tercero sobre los tipos de mercado de comercialización del gas natural.
Estados Unidos es el mayor productor de gas natural del mundo, seguido de Rusia. Esta premisa tiende la alfombra de la connotación geopolítica de la actual situación de los precios del gas natural. Es útil poner sobre la mesa el hecho de que el gas natural se transporta masivamente por dos medios: por tubería (gasoducto) o por barco (mediante un proceso de licuefacción del gas y posterior regasificación del gas licuado). Rusia exporta el grueso de su gas natural mediante gasoductos. Por el contrario, las exportaciones de gas natural estadounidense generalmente se hacen por transporte marítimo (aunque Estados Unidos tiene una sofisticada red de gasoductos a lo largo de su territorio continental).
El tercer aspecto importante tiene que ver con los tipos de mercados de comercialización del gas natural. Existen dos tipos de mercado para la compraventa de gas natural, a saber: (i) el mercado de contratos (a largo plazo) y (ii) el mercado spot (de corto plazo). El mercado de contratos es el mercado de transacciones de compra y venta de gas natural basado en contratos de suministro pactados a largo plazo. Por otra parte se encuentra el mercado spot, el cual es el mercado de transacciones de compra y venta de gas natural de corto plazo, no basado en contratos a término. A través del mercado spot, los compradores pueden adquirir gas natural de aquellas que tienen excedentes no comprometidos a largo plazo.
Los tres aspectos señalados anteriormente (geografía de producción, transporte y plazos de comercialización/contratación) interactúan de forma tal que tenemos dos grandes precios de gas natural: el estadounidense y el europeo. Ambos han aumentado. Veamos el porqué del incremento del precio del gas natural estadounidense (el que República Dominicana mayormente adquiere). Según reputados especialistas de los mercados de gas natural, las causas del aumento en los precios del gas natural estadounidense son variadas. La primera de ella es la internacionalización del consumo de gas natural. Para 2015 el volumen de las exportaciones de gas natural estadounidense ascendía a 0.01% de la producción total. En 2019 ese porcentaje había aumentado a 10.
La masificación del uso [internacional] del gas natural estadounidense como combustible para la generación de energía eléctrica ha tenido un efecto en la demanda. Para muestra un botón: de los 19,431 gigavatios hora producidos en 2019 en República Dominicana, el 40.78% se generó quemando gas natural. De prácticamente no estar presente en la matriz de generación a inicios de la década del 2000, el gas natural pasó a ocupar la primacía entre las fuentes de generación eléctrica en 2021. En 20 años el gas natural pasó de tener una participación ínfima (casi inexistente) en la matriz de generación eléctrica dominicana a convertirse en el combustible (y, en general, en la fuente) de mayor preponderancia. No obstante, en razón de que la instalación de plantas de generación eléctrica a gas natural (o la conversión de plantas existentes) facilita la previsibilidad del consumo de gas natural, la demanda derivada de esta arista ha sido generalmente atendida por medio de contratos a largo plazo. De allí que los precios se mantuvieran estables durante mas de una década.
Históricamente, los inventarios de gas natural son un buen predictor de los precios del gas natural. Si al final del invierno estadounidense se cuenta con inventarios altos entonces los precios del gas natural serán bajos. Por el contrario, si se tiene inventarios bajos entonces los precios serán altos. Por ejemplo, el invierno 2019-2020 fue uno de los más cálidos registrados, lo cual contribuyó a que los inventarios se mantuvieran altos y que el precio del gas natural estadounidense estuviera cerca de los US$2.00 por MMBtu. Actualmente los inventarios no están en su punto más bajo, pero a marzo de este año estuvieron en su más bajo en los últimos años (coincidió con la invasión de Rusia a Ucrania).
Por su parte, la guerra ruso-ucraniana ha afectado notoriamente el mercado del gas natural licuado. ¿Cómo? Antes de la invasión rusa a Ucrania, el 40% del gas natural de la Unión Europea era suplido por Rusia. A raíz de la invasión a Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto a Rusia sanciones de diversa índole. En lo relativo al gas natural, las sanciones incluyen prohibición de importaciones de gas natural ruso por parte de Estados Unidos y la decisión de Alemania de paralizar los planes de inicio de operaciones del gasoducto Nordstream 2. A esto se suma la resolución, tomada a finales de julio de este año, por medio de la que los estados miembros de la Unión Europea acordaron reducir su demanda de gas natural ruso en un 15% entre agosto de 2022 y marzo de 2023.
Ante el conjunto de sanciones impuestas a Rusia, Rusia ha limitado el suministro de gas a Alemania a través del gasoducto Nordstream 1. Así, el porcentaje del aporte ruso a la Unión Europea en lo que a gas natural respecta ha pasado de un 40% a un 15%. El recorte en la oferta ha supuesto que los europeos tengan que recurrir a otros vendedores de gas para poder suplir la demanda (Noruega, Algeria, Israel, Azerbajian, Catar y -especialmente- Estados Unidos).
Acá retomamos la idea del mercado de contratos versus el mercado spot: los europeos que tenían contratos de compra de gas ruso han tenido que renunciar a la estabilidad de precios derivada de esos contratos y salir al mercado spot a comprar gas a corto plazo. La demanda [desmedida] de gas a corto plazo ha alterado -con contundencia- los precios del mercado spot. Ante la incertidumbre respecto del impacto de las expectativas de corto plazo, los europeos están pagando precios altísimos. La afectación del precio del gas en Europa evidentemente ha incidido en los precios de la comercialización del gas natural en Estados Unidos. Quien tiene gas natural disponible para la venta a corto plazo (en el mercado spot) prefiere venderlo en Europa, donde ha alcanzado hasta los US$70 por MMBtu, a venderlo en US$7 o US$9 MMBtu. A raíz del aumento de precios en Europa, las compañías norteamericanas están exportando tanto gas natural como pueden. Oferta y demanda. Libre mercado: se vende donde más se paga.
Las alzas en los precios del gas natural, tanto en el estadounidense como en el europeo, no afectan a los contratos de largo plazo, sino a las transacciones a corto plazo. Ello quiere decir que quien tenga un contrato de compra de gas a largo plazo mantiene el precio fijado en el contrato. Esta crisis del gas natural, la cual no se asocia a la producción (sino, más bien, a la incertidumbre) deja como lección que los contratos a largo no son malos. Tampoco es que sean buenos. Simplemente brindan certidumbre y seguridad, cualidades que -en un mundo enmarañado e interconectado- hoy valen mucho.