Cuando recibí la llamada telefónica invitándome a comentar las relaciones entre Haití y República Dominicana, inmediatamente pensé en dos personalidades. Aparentemente no hubo vínculo entre sus intervenciones, realizadas en diferentes momentos, pero me ayudaron con pocas palabras a comprender las complejas y sofisticadas relaciones en nuestra isla. Sabíamos que sería una conferencia en línea ya que los grupos armados lograron cerrar las pocas bibliotecas públicas y centros culturales en Puerto Príncipe.

Pronunciarse sobre dichas relaciones en Puerto Príncipe en octubre de 2023 constituye un ejercicio relativamente arriesgado. Porque hay que “agradar”; debemos adoptar una postura apasionada a favor de la «actualidad». Para ciertas corrientes repentinamente nacionalistas, es urgente manifestarse con grandilocuencia. Este aspecto ambivalente del temperamento haitiano merece una breve explicación. El ciudadano que construye una casa modesta recibirá la visita del “ingeniero del concejo municipal”. El director de escuela que repara el techo de su establecimiento recibirá la visita del “ingeniero del Ministerio de Educación”. El líder de una pandilla que construye una favela nunca se sentirá “preocupado”. A menos que una autoridad internacional decida lo contrario… Sobre todo si se trata de una autoridad con tremenda capacidad de emitir sanciones extraterritoriales.

Si hay un país que conoce la hipocresía de las élites haitianas y el peso de la miseria del pueblo haitiano, ese es República Dominicana. Como claramente escribió el historiador Pastor Vásquez «Los generales haitianos y dominicanos se mandaban flores» (Acento, 14/10/2019). ¿Qué relaciones hemos decidido construir con los dominicanos? Especialmente en estas primeras décadas del siglo XXI…

«Las buenas relaciones con Haití podrían tener futuro sombrío porque entre los 50 candidatos que se medirán el domingo para conseguir la presidencia de esa República, ninguno tiene especial aprecio ni ha colocado en su programa el tema dominicano », (Guarionex Rosa, Listín Diario 21 de octubre de 2015).

« Como militar, fui comandante de todas las regiones del país, incluso comandante de frontera. En esa época, los problemas se resolvían entre los dos países, se solucionaban en la frontera misma. No se pueden resolver los problemas de frontera sentados en oficinas, con aire acondicionado, con alfombras. Cómo pedir a alguien que resuelva ese tipo de situación si no conoce el tema fronterizo. Las fronteras tienen sus particularidades, hay formas de vivir, hay una cooperación en la convivencia normal.» (Henri Namphy, Listín Diario 18 de julio de 201).

Ciertamente ustedes comprenderán por qué evité la invitación para la conferencia. Humildemente hubiera querido preguntarle al embajador Guarionex Rosa o a los textos dejados por el general Namphy: ¿Qué diplomacia se espera para nuestra isla, en este tan complicado siglo?