Ha sido necesario que la Comisión Europea para la Democracia (mejor conocida como la Comisión de Venecia del Consejo de Europa) considere “imprudente” el calendario agendado por el Consejo Presidencial de Transición en Haití, para efectuar unas elecciones en el vecino país.
En su Informe, la Comisión de Venecia – que es el organismo de especialistas en constitucionalismo del Consejo de Europa – sitúa el gobierno de transición haitiano en un contexto más real, ya que parecen estar en otra realidad… al dar prioridad a lo electoral, cuando esto debería ser apenas una consecuencia de otras prioridades.
Proponer organizar un referéndum para una nueva Constitución en marzo próximo (2025) no es "realista", pues “la prioridad debe ser restablecer un mínimo de seguridad y de condiciones de vida básicas,” advirtió la Comisión de Venecia. Este dictamen publicado el 6 de diciembre señala lo "sorprendentemente rápido" de un calendario diseñado por el Consejo Presidencial de Transición, para organizar elecciones presidenciales y legislativas en febrero de 2026.
En la actualidad, la sociedad haitiana vive intensamente la violencia: en medio de un desplazamiento interno poblacional, con presión hacia el exterior, su vecino República Dominicana y otros polos de captación, la población encara ataques frecuentes e inesperados por bandas de delincuentes – como el atentado al Hospital Universitario del Estado de Haití, que sería reabierto a la población ese día, 24 de diciembre. Este ataque dejó un saldo de dos periodistas y un policía muertos y varios heridos, entre ellos siete periodistas.
El ataque perpetrado en una ocasión tan particular, como son las fechas navideñas, y en un escenario tan necesario para la precaria salud de la población, indican el estado de control que tienen las bandas criminales, y la indiferencia hacia el pueblo por estos grupos. Pretender que la población se involucre en actividades políticas es vergonzoso, como lo propone el tal calendario, concebido por un grupo dirigente que, como hemos reiterados, parecen vivir en otra realidad… Ellos pretenden hacer un llamado a una población acosada, desnutrida, atemorizada por las bandas que controlan el país.
Cabe recordar que hace casi una década, cuando el político Jovenel Moïse fue elegido como presidente en 2016, tampoco existían las condiciones óptimas para realizar comicios electorales – si bien el nivel de violencia era menor, secuestros y violaciones estaban presentes. Moïse fue asesinado por un comando armado en el año 2021, en su residencia, cuando intentó que se adopte una nueva constitución que fortalecería sus poderes, mediante referéndum.
La supuesta instalación mediante elecciones de cualquier grupo político permitiría legitimar los desaciertos de una clase dirigente, que tiene una cuota muy elevada de responsabilidad en la situación de violencia que vive el país. Si bien esa violencia tiene un germen histórico, ha sido reforzada en la dictadura de Duvalier (“Papa Doc”), el movimiento Lavalas (formado por Jean-Bertrand Aristide), y la conformación de bandas por grupos políticos – siendo éste el ejemplo más ilustrativo de cómo las acciones de ciertos políticos por mantenerse en el poder se les van de las manos.
La pacificación de Haití tomará tiempo: erradicar la violencia es difícil, necesitando que la clase política pretenciosa del poder lo entienda. Los organismos internacionales no tienen la intención de poner ayudas en erráticos planes e iniciativas, que no logran reorganizar, ni pacificar el país a corto plazo, dando al inexistente Estado haitiano, sin instituciones para enfrentar el caos, ayuda para comicios electorales.
Antes que hablar de elecciones, primero se deben crear las condiciones mínimas en la gente, enfrentando la crisis alimentaria, desplazamiento poblacional, y reducir la acción de las bandas criminales: hay que enfrentar la violencia, para bajar un poco el miedo que siente la población, acorralada y perseguida.
El pueblo haitiano merece una clase política más empática, más cerca de su desgracia y menos interesada en llegar al poder.