El título de este artículo es muy sugerente por el contexto electoral-municipal en el que nos encontramos y porque debe ser la pregunta clave para quienes ejercerán el sufragio este próximo domingo. ¿Qué ciudad queremos? La ciudad es el enclave urbano donde pasamos la mayor parte de nuestras vidas y, como ya he explicado en otros artículos, es el espacio de mayor importancia para el ejercicio de los derechos fundamentales de todas las personas. Por eso, es importante que al momento de elegir las autoridades municipales esta sea la guía para el ejercicio del voto.

Y resulta muy importante contestar la pregunta partiendo de la versión actual de la ciudad en la que vivimos y las políticas públicas (si es que el ayuntamiento las tiene) que se están ejecutando, las cuales definen la vida urbana y con ello el alcance del ejercicio de los derechos de las personas.

En el caso del Distrito Nacional y el Gran Santo Domingo es vital pensar en la ciudad que queremos. Tengo la opinión particular de que el votante del Distrito Nacional, especialmente el de la Circunscripción núm. 1, es muy pasivo y conformista teniendo en cuenta lo difícil que se ha vuelto vivir en esta demarcación con un crecimiento de la inseguridad, falta de alumbrado, sistema de recogida de residuos sólidos deficientes y sin una clasificación de éstos, ausencia de un sistema de transporte público colectivo integral y, por supuesto, un tráfico que nos quita muchas horas de día y empeora la calidad de vida de los vecinos del Gran Santo Domingo.

Esta campaña electoral municipal se ha caracterizado por la apatía de muchos de sus candidatos que no han podido transmitir claramente los objetivos de una próxima gestión desde el Ayuntamiento. Nos merecemos más y para ello es necesaria una ciudadanía activa que vaya más allá del amiguismo y el partidismo de corte familiar.

De nada nos sirve quejarnos del tapón y lo imposible que está el Gran Santo Domingo si al momento del sufragio no hacemos un voto consciente de lo que se propone como modelo de ciudad.

Santo Domingo es una ciudad caótica, extremadamente cara, con espacios públicos escasos y con servicios públicos municipales deficientes. Esto pone a la ciudad en un escalón muy bajo en términos de competitividad con otras de la región y por ello, sin posibilidades de tener un crecimiento sostenido en actividades tan importante como el turismo y la industria cultural.

Por eso resulta preciso que hacer un voto consciente reflexionando sobre si queremos un Santo Domingo que siga priorizando el transporte privado y sin solución colectiva a expensas de pasar más horas en el tráfico, una ciudad que siga dando la espalda a la emergencia climática que nos apremia día a día, con avenidas y calles con poco alumbrado público, con un desarrollo inmobiliario por puro laissez-faire, con espacios públicos escasos.

Ese es el modelo de ciudad que se ha impuesto y que toca definir con el voto si queremos continuar de esta forma.  Los actuales aspirantes y la gestión de la alcaldesa plantean en sus programas distintas formas de abordar estos problemas, verificarlos y pedir que se cumplan una vez electos es parte de un voto consciente.

De nada nos sirve quejarnos del tapón y lo imposible que está el Gran Santo Domingo si al momento del sufragio no hacemos un voto consciente de lo que se propone como modelo de ciudad.

¿Qué queremos? Te invito a esta reflexión.