Murió en la ciudad de Puerto Plata, el 1 de mayo de 2005 a las 6:00 AM, la distinguida y apreciada señora Gregoria Cabrera viuda Sandoval, a la edad de 90 años. Doña Puna Cabrera, como era conocida por familiares y allegados, desde hacia tiempo se encontraba aquejada de salud. Su muerte consternó a la barriada del Ensanche Dubocq. A su enterramiento asistieron una gran cantidad de familiares y amigos. Su cadáver fue enterrado en el cementerio municipal de allí al otro día de su muerte.

Por algún tiempo laboró en la Tienda de El Pollito, regenteada por la señora Nina de Ortega.

Era una mujer de poca letra, pero con un espíritu grande de progreso y echar para adelante su larga familia. En sus primeros años en Puerto Plata, vendió ropas y comidas. Lavó y planchó ropas en casas de familias pudientes.

La señora Puna Cabrera por muchos años trabajó como trilladora de café en las Casas de Munné, Bordas, Exportadora y Paiewonsky.

Siempre se dedicó al trabajo productivo. Por muchos años laboró en el Almacén de Provisiones de Santiago de la Cruz, haciendo trabajo de hombre.

Era una mujer de un fuerte temple. Jamás se amilanó en la vida. Vio morir a cinco de sus hijos: Modesto (1973), Estanislao (a) Piche, Porfirio (a) Ferito, Cándida (a) Candita y Juana (a) Juanita, siendo éstos mayores de edad. El 4 de noviembre de 1976 murió su esposo Inocencio Sandoval. Continuó hacia adelante.

En los últimos años de su existencia, se dedicó a criar a varios nietos: Carmen Lucía (vivió muchos años en España y ahora vive New York)), Felipe Santiago (a) Juan Pedro (próspero comerciante mudancero), Ana Isabel (a) Any (comerciante), Darlyn (políglota y experto en turismo), Willy, Edward, Marcos(a) Macótolo, y otros.

De su hijo Mario (a) Seco, vivió orgulloso de él por haberle construido su casa y vivir pendiente de ella. Quiso a todos sus hijos, nietos y bisnietos.

No le falto jamás sus medicinas, gracias a sus hijos y nietos. Siempre estuvo orgullosa de todos ellos por haberle prologado su vida. Su mano derecha fue su nieto Marcos (a) Macótolo, que se mantuvo todo el tiempo a su lado.

Sus hijos, nietos, bisnietos, familiares y amigos le celebraron su cumpleaños No. 90. Siempre fue ella una persona alegre, conversadora y contenta. Gran bailadora y dada al canto. Dada a ser amistades. Era inseparable amiga con doña Aurelia Bonilla (a) Yiya.

Doña Gregoria Cabrera nació en Altamira, Puerto Plata, el 13 de marzo de 1915, hija de los señores: Aquilino de la Cruz y Lucina Cabrera (a) Martina.

Cuando ella tenía dos años murió su madre. Su fue a vivir a la casa de Félix Cabrera (tío) y de Elena Jiménez.

Al cumplir los siete años se trasladó a vivir a la Sabana del Corozo a la casa de Cristino Cabrera, quien la acabó de criar.

Siendo una adolescente vino a vivir en el sector Los Callejones (hoy Ensanche Dubocq) en el año 1922 con los esposos Cabrera—Jiménez. Es muy posible que fuera ella la persona más vieja viviendo en aquel Ensanche.

Volvió de nuevo a Sabana del Corozo y allí conoció a quien sería su compañero Inocencio Sandoval. Se fue con éste cuando tenía 14 años de edad. Allí les nacieron parte de sus hijos.

Procrearon los hijos: Candita, Confesora, Dionisio (murió), Ramón Antonio, Modesto, Juan (murió), Juanita, El Piche,  Mario (a) Seco, Elsa Altagracia, Luis José (a) Inglés, Asunción (a) Marisela y Juan (a) Ramírez Sandoval Cabrera.

Luego se trasladaron en el año 1953 al sector de La Rigola de  la ciudad de Puerto Plata, en busca de mejor situación económica.

De ahí pasaron a vivir en la calle 30 de Marzo. Posteriormente se mudaron en la calle 3 de Los Callejones, cerca de la familia García. El 27 de febrero de 1960 lograron comprar una casa en la calle 10 casa No. 34 de Puerto Plata, donde hoy residen los Sandoval—Cabrera.

Su esposo trabajó por muchos años como jornalero en las casas de Paiewonsky, Bordas, Exportadora y Munné. Y Terminó trabajando como capataz en el Ayuntamiento Municipal de Puerto Plata por largos años, donde lo sorprendió la muerte.

Doña Puna Cabrera en su residencia de la calle 10 casa No. 34 del Ensanche Dubocq, ejerció su ministerio de curandera y levantó templo para la espiritualidad y desde éste se dedicó a curaciones y  milagros. Personas devotas iban a su casa en busca de sanaciones milagrosas.

En los últimos años estaba entregada por completo a los grupos católicos organizados por la Iglesia San Felipe de Puerto Plata.

Doña Puna fue una de los fundadores de la Sociedad Mutualista La Altagracia. En esa institución fue muy alegre: cantando y haciendo cuentos en sus actividades sociales.

Se dedicaba a servir de rezadora en las horas santas.

Con la muerte de doña Puna Cabrera viuda Sandoval, perdió el Ensanche Dubocq a una de las personas más vieja de ese sector y abnegada mujer trabajadora y que se convirtió en consejera de sus hijos, nietos, bisnietos y de todo un pueblo.