En la parte española de la Isla de Santo Domingo, se habría de producir magnos acontecimientos en el siglo XIX,
Para ese entonces, se gestaban profundos cambios en la parte occidental de dicha Isla, en la estructura social. La primera fue la proclamación de la República de Haití.
La situación en que se encontraba Puerto Plata, es narrada por C. Lyonnet, en su estadística de la parte Española de Santo Domingo, de la forma siguiente: “…Desde la Bahía Escocesa hasta más allá de La Isabela, se extiende una gran llanura pero sin cultivo, salvo en algunas plantaciones rudimentarias en las cercanías de Puerto Plata y La Isabela. Puerto Plata es el único pueblo que se encuentra allí, y se puede evaluar la población de la costa en tres mil quinientos individuos. Desde la cesión a Francia, varios franceses han emprendido cortes de madera del lado de Puerto Plata”. (Emilio Rodríguez Demorizi, Resultados de la Cesión de la parte Española de Santo Domingo hecha a Francia por el Tratado de Basilea).
Desde Puerto Plata a Nagua y todo el Cibao, tenían como mercado principal el Guarico, o sea, el área comprendida entre Trois Riviere, Port de Paix, Limbé, Acul, Cabo Haitiano y Fort Liberté, y la pequeñas burguesía cibaeña, que con el correr de los años basaría su poder económico en el cultivo y mercado del tabaco, comenzaban ya a fortalecerse económicamente.
Como podemos ver, estos vínculos comerciales que se sostenían entonces los habitantes del Norte y el Cibao, y los haitianos, fueron prohibidos por el general francés Jean Louis Ferrand, quien había establecido su cuartel general en aquella zona.
El Gobierno de la Colonia, presidido por el general Kerverseau, fue reemplazo por el general Ferrand, esto trajo como consecuencia un desplazamiento hacia el Sur del poder militar que aquél había establecido en el Norte y el Cibao.
A causa de este desplazamiento del poder militar, los descontentos habitantes del Norte y el Cibao acordaron integrarse a la República de Haití, bajo el nombre genérico de Departamento Cibao, siendo designado como Gobernado el señor José Campos Tavárez, del recién creado Departamento.
Años más tardes, medidas de tipo económico implantadas por el Gobierno de Dessalines disgustaron a los habitantes del Departamento Cibao, éste no llegó a un rompimiento de las relaciones que sostenían con Haití.
Esas relaciones político—económicas fueron tan estrechas que en el mes de mayo de 1804, el general Ferrand fracasó un intentó de producir la separación del Departamento Cibao de la República de Haití, por medio de las armas, lo cual lograría posteriormente reincorporando nuevamente toda esa región a la colonia francesa.
Por lo menos para el año 1819, residía en Puerto Plata, el Alcalde Mayor de las villas y lugares extramuros de Santo Domingo, don Gregorio Morel de Santa Cruz.
En 1819 la población ocupaba la parte alta al sur de la localidad, al pie del cerro llamado Morro de Agua. La capilla del antiguo convento de San Pedro Advíncula, o San Pedro Mártir, servía de Iglesia Parroquial, y el cementerio se encontraba en los solares próximos a la iglesia actual, según lo hace constar en sus apuntes históricos y estadísticos acerca de Puerto Plata el doctor Alejandro Llena.
El 20 de agosto de 1820, llegó a la parroquia puertoplateña, el presbítero doctor Manuel Francisco Hilario González Regalado y Muñoz.
Este sacerdote habría de ser un personaje importante en el desarrollo de Puerto Plata.
De inmediato dicho sacerdote inició la construcción de una iglesia, partiendo del cuadro construido en 1745 por los dominicanos, ya que lo que encontró como iglesia fue, en sus propias palabras: “una indecentísima y pequeña enramada abierta, en la que daba escrúpulo decir misa”.
Según lo consigna en su testamento el Padre González Regalado, su antecesor no entregó nada de valor, nada que perteneciera a la Iglesia o Parroquia.
La única aduana que producía algunas rentas para el erario era la de Puerto Plata, “debido a su mucho comercio con los Estados Unidos y con Europa, donde se llevaba el tabaco cosechado en el Distrito Cibao”.
Se colige de un informe preparado por el doctor José María Morilla que cuando menos Puerto Plata y Santiago poseían algunos elementos de riqueza, contrario a las demás ciudades y villas de la colonia.
El 21 de enero de 1821, el presbítero coadjutor don Vicente de Luna inició en la población de Altamira el Archivo Parroquial de Puerto Plata.