Nuestro Banco Central tiene un objetivo claro y explícito, descrito en el artículo 2 de la Ley Monetaria y Financiera: La estabilidad de precios, “base indispensable para el desarrollo económico nacional.” Esto no significa que el Banco Central debe controlar los precios de la economía, pero sí garantizar un manejo monetario consistente con una inflación baja y estable.
Los avances académicos del último siglo y el aprendizaje práctico han llevado a que la mayoría de los bancos centrales escojan un nivel de inflación positivo, bajo y estable como su meta. En nuestro caso esa meta es de 4% anual. En Estados Unidos y la Zona Euro es de 2% por año.
Pero es evidente que el Banco Central tiene otros objetivos de política económica, ya sea que estén explícitos en la ley o no, como mantener la estabilidad del sistema cambiario, hacer políticas que contribuyan al crecimiento económico, mantener un nivel adecuado de reservas internacionales, asegurar el buen funcionamiento del sistema de pagos de la nación, por citar algunos. Al final, todo esto lleva a que el Banco Central sea el gran guardián de la estabilidad macroeconómica.
Otros Bancos Centrales tienen no solo el objetivo de asegurar una baja inflación, sino también el pleno empleo en la economía. Tal es el caso del principal banco central del mundo, la Reserva Federal de los Estados Unidos, cuya ley le asigna estos dos objetivos de manera explícita. En la práctica esto puede ser un problema porque ambos pueden entrar en conflicto: combatir la inflación a veces implica inducir una recesión y aumentar el desempleo en el corto plazo.
Al menos esto es lo que generalmente ha pasado, pero por suerte ahora no. La Reserva Federal ha sido exitosa hasta el momento en bajar la inflación de más de 9% a alrededor de 4%, y lo ha logrado sin ningún aumento en el desempleo, ni induciendo una recesión.
Lo que muchos no saben es que la Reserva Federal tiene un tercer objetivo explícito: mantener tasas de interés de largo plazo moderadas. Y aquí sí que la puerca tuerce el rabo. ¿Qué significa largo plazo? ¿Qué significan tasas de interés moderadas? ¿Cuál tasa de interés? No hay respuestas claras para ninguna de esas preguntas.
Por eso ahora el debate en Estados Unidos es sobre las tasas de interés. Académicos como Olivier Blanchard, tal vez el macroeconomista más distinguido de las últimas tres décadas insiste en que este aumento de tasas es coyuntural y que las tasas volverán a bajar considerablemente luego de que la inflación se controle. Pero otros, como el Profesor Ken Rogoff de la Universidad de Harvard, entienden que el tiempo de tasas de interés bajas que se vivió en los últimos quince años ya terminó; y de hecho lo califica como una aberración histórica que no se va a repetir.
Todo esto tiene implicaciones para nuestro país. El Banco Central, en un estudio publicado recientemente, estima la tasa de interés real de equilibrio en el entorno del 2%. Con una meta de inflación de 4%, esto implica que la tasa de política monetaria debe moverse en el entorno del 6%. Pero ahora solo ha bajado hasta 7.25%, lo cual es un gran esfuerzo en esta coyuntura.
¿Puede el Banco Central seguir bajando las tasas? En condiciones normales con una inflación controlada la respuesta es inequívoca: debe hacerlo. Pero las condiciones no son normales. Las tasas de interés han aumentado considerablemente en Estados Unidos: la tasa de referencia de la Reserva Federal está en 5.33%, las tasas de los bonos del tesoro a diez años, que es la tasa considerada como la referencia libre de riesgo en el mundo, ha aumentado a cerca de 5%; y las tasas de las hipotecas de largo plazo están en el entorno del 8%.
Tasas de interés tan altas en Estados Unidos condicionan lo que nuestro Banco Central puede hacer: si baja mucho más las tasas de interés, se crearán presiones en el mercado cambiario. Para hacer frente a esto, por supuesto, cuenta con altas reservas internacionales, lo cual descarta la posibilidad de una crisis. Pero no hay dudas de que el margen para que la institución monetaria siga bajando las tasas de interés se ha reducido considerablemente.
En un país con una tasa de ahorro muy baja y con un Gobierno que de manera permanente tiene déficit, pedirle al Banco Central que mantenga la estabilidad cambiaria, la inflación controlada, el sistema de pagos funcionando y la estabilidad macro, parece ser suficiente. Pedirle, además, que desplome las tasas de interés…ya sería mucho.