Proyectar el éxito personal es una tendencia actual de comportamiento, que se ha acentuado más con la multiplicación de las redes sociales. Es que querer causar una buena impresión en los demás. Se ha convertido en una prioridad en personas de todas las edades.

Este afán de proyectar una imagen exitosa, en algunos es un estresor cotidiano que afecta el estado de ánimo en unos y en otros provoca angustia y ansiedad.

No queremos detenernos a enfrentar esta tendencia actual, hay que saber convivir con ella y sacarle el mayor provecho.

No está mal querer proyectar una imagen o estado emocional a través en las redes sociales, siempre que dicha proyección se base en cómo es cada quien, y en cómo se sienta realmente en ese momento, que se base en una identidad única que tenemos cada uno de nosotros. Si se hiciera así, sería una actitud positiva que reflejara una personalidad sana. Una personalidad sana hace que nos mostremos como realmente somos y nos sentimos, y no está mal que los demás lo perciban así.

La actitud de no ocuparse sobre la imagen que se proyecta hacia los demás puede percibirse como falta de amor propio, baja autoestima o incluso como una condición clínica dentro de la psicología.

En estos tiempos en donde el Facebook, el Instagram, el WhatsApp, el Twitter, entre otras plataformas, demuestran ser la manera más utilizadas y fácil para la interacción social, también hay que destacar sus limitaciones desde la perspectiva humanista, ya que tanto la calidad como la profundidad de la interacción humana se ven limitadas

La interacción por las redes sociales no permite la importante experiencia de la conversación cara a cara, en donde suelen apreciarse muchos detalles sobre el tono de voz, los gestos faciales, el contacto visual, en fin el lenguaje corporal y no verbal que muchas veces dice más que las palabras.

Por lo tanto, en la medida que utilicemos las redes sociales para la interacción y comunicación con los demás debemos estar conscientes que la manifestación de la espontaneidad y naturalidad con que nos expresemos son un referente de nuestra verdadera identidad y personalidad.

Precisamente una interacción social exitosa se establece en la comunicación desde la realidad de cada quien y sin empeñarse en demostrar una realidad distinta a la que se vive. La proyección de una falsa realidad pudiera reflejar un temor a la no aceptación por parte del otro o un temor a ser juzgado negativamente.

Todo el que vive la experiencia de la interacción social y se comunica con los demás de forma auténtica, muestra un alto grado de estabilidad emocional y un auto concepto saludable, ya que asume el riesgo de no recibir del otro en la medida de lo que está dando.

Nuestra exhortación es que estemos atentos a no caer en la tendencia actual de presionarnos en una proyección de imagen ideal, disociada y despersonalizada de la experiencia que vive cada quien. Así podemos poner de manifiesto para el otro nuestra verdadera identidad en la interacción social, elemental para relaciones sanas de amistad, laborales y sentimentales.