Mucho ha sido el debate en los últimos días en torno a la propuesta de reforma constitucional presentada por el Gobierno del presidente Luis Abinader. Algunos estarán a favor otros en contra. Lo que no puede discutirse es una coherencia con este proyecto, ya que fue una de las propuestas de campaña, con lo cual no puede considerarse una sorpresa. No había ocurrido antes por falta de condiciones. Ahora bien, ¿es oportuna la propuesta en esta coyuntura político-social? Creo que pocas veces se configuran elementos que propician una propuesta de modificación constitucional con la característica presentada: un “blindaje” a la Constitución sobre la desagradable reelección presidencial.

Para nadie es desconocido, que la mayoría de las de las modificaciones constitucionales se han debido a un propósito fundamental: la reelección presidencial. Por eso, si como eje fundamental se pretende establecer mecanismos más robustos ante una posible modificación sobre esta cuestión y que al mismo tiempo impida definitivamente que un gobernante en funciones pretenda modificar la constitución para beneficiarse de una posible repostulación.

Mecanismos más robustos al respecto desarticularía un poco el continuismo-sectario de algunos políticos… traería tranquilidad para que cuando se produzca la necesidad de revisar la Constitución sea por otras circunstancias vinculadas al tipo de sociedad que queremos. Por eso apoyo esta propuesta de modificación.

El actual proyecto se encuentra en construcción y ha sufrido modificaciones, debido a la discusión que se ha generado, como el relativo a la composición del Consejo Superior del Ministerio Público. Sin entrar en sus consideraciones, creo que el otro aspecto que se ha trazado en el proyecto es la independencia del Procurador General de la República. Me parece que es loable el esfuerzo desde este Gobierno continuar fortaleciendo el Ministerio Público, en especial, el mecanismo de elección del Procurador General de la República. Al respecto tengo opiniones encontradas y creo que debe ponderarse más el mecanismo de selección. En todo caso, la independencia pasa mucho por los valores de la persona propuesta, que muchas veces no se conoce del todo hasta que se está en una posición de poder.

Asimismo, creo que el mecanismo propuesto encaja en la construcción que se pretende realizar respecto de la creación del Ministerio de Justicia y la visión integral de una política criminal que tendría aspectos manejados desde el Ministerio Público y el Ministerio de Justicia que eventualmente se crearía.

Otro elemento que ha tocado la reforma y me parece también igualmente válido es el tema de la reducción de los diputados, que merece mayor explicación del Gobierno para su aceptación general. Estoy de acuerdo con la reducción, pero quizás la fundamentación no debe ser exclusivamente el ahorro económico, sino la eficiencia en el Congreso y calidad de los Diputados. También, está el tema de la revisión de las fechas de las elecciones. No hace sentido tener elecciones separadas en el tiempo que la tenemos, ya que el efecto arrastre se mantiene. Al respecto, creo que lo ideal sería que se mantuvieran separadas pero que volvamos al esquema de dos años, o incluso considerar aumentar el tiempo de los Gobiernos municipales, lo que me lleva a mi última reflexión.

Me parece que la propuesta de reforma constitucional es oportuna. Pocas veces se encuentra un gobernante desprendido que voluntariamente quiere aportar y dejar un legado de institucionalidad a los futuros políticos y generaciones. Espero que, finalmente los nuevos políticos creen en una alternabilidad y que después de cierto período su función en la primera magistratura concluye definitivamente. Ahora bien, por qué limitar esta propuesta, si existen otros aspectos fundamentales para continuar fortaleciendo y generando institucionalidad desde el Estado.

Me parece que esta sería una oportunidad que hay que aprovechar e incluir en el proyecto otros elementos fundamentales para mejorar de toda la ciudadanía. Particularmente, propongo la revisión del régimen de la Administración Local y el engranaje político, económico, social y administrativo. Nuestro Estado debe compactarse. No es coherente que se proponga una disminución de diputados cuando se deja al libre albedrio politiquero la creación indiscriminada y sin un criterio racional sobre los distritos municipales. Nosotros somos una isla de 48.000 km² y desafortunadamente el Gobierno local ha sido uno de los “poderes” menos funcionales que ha tenido en nuestro país por diversas razones que darían lugar a otro análisis.

En todo caso me parece que es oportuno reexaminar el tipo de Administración Local que queremos de cara al siglo XXI. Por ejemplo, no deben crearse más provincias. Si bien se pudiera sostener que vía legislativa se puede avanzar en este aspecto. Es necesario y obligatorio su examen desde la Constitución Dominicana. El modelo que tenemos es contraproducente, ineficiente y continuará generando trabas de manera activa. Se ha avanzado al respecto con los aspectos cubiertos por la ley de ordenamiento territorial, pero es momento que desde la Constitución se “blinde” la gestión municipal con mecanismos robustos y funcionales para una nueva forma de Administración Local, donde prime la institucionalidad. Incluso, la Constitución vigente, tiene oportunidad de mejora al respecto.

En definitiva, creo que existen otros temas estructurales que deben ser sopesados, y en la medida de lo posible incluirlos en este proceso de reforma constitucional. Es entendible, que no todos los aspectos puedan ser incluidos y que se quiera hasta cierto punto limitarla, para que su aprobación sea posible, pero si no se incluyen algunas cuestiones estratégicas, como la Administración Local sería dejar pasar una gran oportunidad. Esta posible reforma es una apuesta al inicio del último período presidencial del Presidente Luis Abinader y puede ser uno de sus grandes legados de institucionalidad.