Hace poco estuve leyendo un artículo sobre las razones de por qué una persona sin hijos, en especial mujer, debe estar exenta de ciertos impuestos y me pareció interesante plantear aquí el debate, a propósito de una inminente reforma fiscal.

Contrario a otros países, donde la natalidad disminuye considerablemente, impactando la economía, el país mantiene una tasa que no es baja[1], además de una tasa de fecundidad en adolescencia escandalosa. En este sentido, como política pública es razonable que en el caso dominicano se invirtiera la exención impositiva.

A continuación las razones planteadas en el escrito (por supuesto, son consideraciones generales que van a depender del estatus económico y social):

  1. Las personas sin hijos dinamizan en mayor medida la economía: poseen más recursos disponibles para gastar.
  2. Tienen mayor propensión a planificarse financieramente a mediano y largo plazo.
  3. Utilizan menos servicios sociales, representando una menor carga presupuestaria para el Estado.
  4. El no tener hijos está asociado a una disminuida huella de carbono. Mientras menos personas en un hogar, menos recursos se consumen, como agua y electricidad, y menos desechos son producidos.
  5. Al tener menores responsabilidades de cuidado, en principio, pueden capacitarse y emprender más.
  6. Y, pueden dedicar más tiempo al trabajo voluntario y comunitario, si es de interés, promoviendo una cultura de corresponsabilidad social.

En EE.UU., por ejemplo, las familias con dependientes reciben créditos tributarios, de acuerdo a ciertos criterios, que alcanzan hasta los $300 dólares mensuales por niño y sin tener que hacer prácticamente nada. Muchas ven incluso en esto una forma de subsistencia.

La cuestión aquí es si dichas ayudas constituyen o no una acción discriminatoria frente a quienes han elegido no ser madres o padres, que también pagan sus impuestos.

Quienes no hemos procreado tenemos un valor social que no es bien apreciado. Dejamos una traza igual o más sustancial en el mundo (depende de la perspectiva) y, si a eso vamos, merecemos recompensa monetaria o, al menos, reconocimiento de la sociedad.

[1] https://datos.bancomundial.org/indicator/SP.DYN.CBRT.IN?locations=DO.