1. El gran drama de la educación en el país

Una serie de articulistas en casi todos los medios, se han referido el pasado mes y en este desde su comienzo, al problema de la Educación y de la impreparación del profesorado. La ADP nunca ha aceptado esta realidad y en vez de reconocerla y buscar una solución, como la importación de maestros de países con tradición de excelencias magisteriales, desvía la atención sobre una situación a la que nunca puso atención, porque el culpable real no es este gobierno, sino, los anteriores, por eso no lo tocan, porque políticamente no les conviene, y mientras el despilfarro de dinero y los robos de lo que todo el mundo hablaba, y cada día se muestra parte de lo que fue, nunca fueron tema adepédico. Se presenta ahora como si eso  ocurriera en dos años, cuando no se ha avanzado más por su tozudez y se silencia el verdadero deterioro de la formación del magisterio y su negativa a mejorarlo.

El sitio donde se recibía enseñanzas tradicionalmente era en ranchos y casuchas en los campos y barrios, los públicos, que los privados eran en patios o en terrazas, pero esos humildes lugares tenían maestros que se habían formado sin estudios universitarios la mayoría, pero bien alfabetizados, que es lo que casi no ocurre ahora. Si se hiciera la prueba de ortografía y de lectura comprensiva (como se decía antes y ahora no se hace), apuesto a que más del 70 % del profesorado universitario, secundario y primario se quemaría. ¡Hasta ahí hemos llegado! Y la ADP lo sabe y se hace la chiva loca.

Mi madre no era bachiller, apenas había hecho la primaria, sin embargo, fue maestra rural en Campeche Arriba por más de veinte años, como la mayoría de entonces, por vocación, ganando 30 pesos por dar tres tandas diarias y cuando la pensionaron fue por la pírrica suma de 20 pesos. A fines de los años veinte dejaron de pagarles tres años y nunca dejó de cumplir con su deber, como la mayoría o la totalidad del profesorado de entonces. De su escuela y en las de su tiempo se formaron profesionales y personas que, humildes y todo, apenas cometían faltas ortográficas ni siquiera hablando, ya que no decían palabras subidas de tono, imitando a sus maestros. Nunca se quejaron ni siquiera en sus hogares. El colmo de mi madre fue que cuando no tuvo aulas, su casa se convirtió en una para enseñar a las muchachas y familiares que la ayudaban y a cualquiera con hambre del pan sagrado de la enseñanza. La Escuela Rural de Campeche Arriba lleva su nombre, mal escrito, porque nunca usó el María, sino, el Ofelia, con su apodo: Doña Fella de Mora. La Doña, como la llamaban, cuando ese calificativo no era como ahora, que se le da a  cualquiera.

Era un país menos violento, un poco más culto. Ya veremos algunas de las razones..

 

2.- La poesía en la escuela dominicana de ayer

 

No sabemos realmente desde cuándo fue desterrada la poesía de las escuelas dominicanas. El hecho es increíblemente cruel, ya que casi nadie protesta por la ausencia de algo tan elemental, como esa, que era un auxiliar para la elevación del pensamiento de todo un pueblo, desde la infancia a la profesionalización.

Muchas otras materias también han desaparecido, como la citada lectura comprensiva, y la rápida. Ni hablar de caligrafía. Sin embargo, con los mejores salarios de la historia, hemos caído en ser la burla del mundo en cuanto al alumnado, por culpa del apoyo de ADP, situándonos entre los peores, sin que eso sonroje y despierte a la dormilona entidad sindical ni provoque una reacción de los del partido político al cual pertenece su Presidente.

Pero eso, frente a un país sin respeto humanístico, incapaz de amar con decencia y respeto a la vida de la compañera y a veces, de la del compañero, habiendo llegado al punto de que la propia vida del violento, tampoco le importe, y el suicidio seguido de crímenes, a veces de sus propios ascendientes o descendientes. Esa falta se debe en parte al gran vacío espiritual, del cual no solo es culpable la escuela actual, sino, las propias religiones, que tanto abundan en un momento en que tampoco ellas reconozcan su culpabilidad. Llegando al colmo de haber sido desterrada la poesía de la radio y de la televisión. Hasta de los periódicos. Ningún suplemento la destaca como antaño. Somos un país vulgar, insensible a las delicias del espíritu.

Ahí es donde entra precisamente, la poesía. Siempre se ha dicho que “no sirve para nada”, sin embargo, las generaciones que crecieron leyendo, oyendo y memorizando poemas y letras de canciones poéticas, son las que menos delinquían.. Eso debía preocuparnos. Es posible que la lectura edificante y las normas de comportamiento social, y la poesía misma, sigan presentes en los colegios y escuelas de las clases burguesas y pequeñoburguesas, ya que  estas son las menos violentas, sobre todo en el aspecto sexual. Y se debe, principalmente, a que han mantenido un alto nivel de calidad profesoral sin Adepeces llenas de políticos ambiciosos que las rijan y solo piensen en el dinero para los maestros, sin exigir calidad en cambio. Si se premiaran las o los maestros cuyos alumnos obtienen altas calificaciones internacionales se justificarían aumentos discriminados. Pero ahora se benefician por igual justos y pecadores.

 

  1. Preocupación mayor por la ausencia poética en la escuela de hoy

 

Quizás por ser un “hombre de ayer”. que pronto saltará a la novena decena de años, diga estas cosas. Sobre todo porque nunca he dejado de amar la poesía, de leerla, de tratar de escribirla, y sobre todo, de preocuparme porque todos, por lo menos, las lean y las reciten desde la infancia. Por eso no me he cruzado de brazos solo protestando o hablando zoquetadas.

En este mismo periódico digital el 27 de julio del 2020 apareció un artículo nuestro con el título provocador de “Siempre habrá poesía romántica”, al que nadie le hizo caso, ni siquiera el Ministerio de Educación, ni el Meyscyt y mucho menos  los partidos políticos.

Entonces señalé, entre otras cosas:

«Porque si es verdad que teníamos desde hace años una Antología de poesía popular de todos los tiempos, a la que dábamos diversos nombres, cuando empezamos a trabajar en ella, pensando en los estudiantes y profesores, y las gentes de nuestros tiempos y de más acá, porque de esos quedamos pocos. De pronto tuvimos una iluminación: Y si en vez de solo poemas populares hacemos un libro más completo, de poemas románticos de todos los tiempos, incluyendo a los llamados “clásicos”, una mala palabra para las enseñanzas de estos tiempos, por terror, por miedo a no entenderlos, por viejos, por pasados, por lo que sea, y entonces pensamos que es responsabilidad de nosotros, los viejos, la de educar y enseñar a los jóvenes que serán los viejos del futuro.

Recordamos el encuentro en nuestra adolescencia pueblerina con los libros originales de la primera edición de “El Tesoro de la Juventud” en la biblioteca del Club Pimentel, donde además, había una pequeña victrola con discos clásicos, y pensamos en lo quée hubiera sido de nosotros sin esos tesoros que empezaron a formarnos en un pueblo sin bibliotecas (la que había en el Ayuntamiento era casi inexistente al mantenerse en una sala cerrada), si no lo hubiésemos tenido y disfrutado»

«Las noticias de acciones de hecho, no de palabras poéticas o cantadas, de heridas mortales, de golpes provocados a veces por celos o quién sabe por qué, el caso es que ocurren con más frecuencia que en nuestros tiempos, y por eso podríamos entender que para llegar al crimen por pasión, del orden que fuese, ahora sin distingos de sexos, estas dos cosas: O hay una corrupción tremenda en las almas, o no se ha dejado de amar. Sin embargo, las letras de las burradas que oye la juventud, sobre todo en los barrios y en los pueblos y campos, donde ocurren con más frecuencia estos acontecimientos delictuales, no los elevan, no los sacan de ese territorio del crimen, y es que, a lo mejor, nunca en su vida oyeron un hermoso poema que les llegara hondo y los salvara de la desesperación.

Y algo más doloroso: Los suicidios de jóvenes sin problemas económicos ni afectivos en sus hogares, o la horrible melancolía que lleva a la depresión mortal, nos parecen también que son el producto de un vacío espiritual que antes llenaban las artes, especialmente, la poesía».

Por lo menos no nos hubieran concedido el Premio Nacional de Literatura del año siguiente, por no decir que un Doctorado Honores Causa en Humanidades de la UCNE, ni los diversos homenajes, que nunca hemos creído merecer, pero que se debe en especial, a que en la escuela me enseñaron a amar la poesía y a admirar a los escritores.

  1. Los poemas que se recitaban en las escuelas y algo más
Portada del libro. Detallle de Romeo and Juliet (1884)mde Sir Francis Dicksee (1857-1928).

Para llenar en parte ese vacío cultural, tenemos listo para edición el libro de 280 páginas, con el título de la foto. Pensando en la niñez actual, en la juventud del futuro y la actual, que podría y debía interesarla, sin hablar de los mayores que encontrarían esos verdaderos tesoros de juventud. Pero ni al MINERD ni a la ADP, y parece que para el gobierno y el país tampoco, tanto eso, como que se  obligue a leer libros y explicar sus lecturas, con tantas facilidades con la tecnología actual, parece que no tiene relevancia, ya que los primeros que no lee literatura son los mismos que debían enseñarla.

Hemos encontrado tras búsquedas infatigables, antes de la IA, los siguientes títulos de autores y sus  poemas, de los que muchos se recitaban en las escuelas dominicanas cuando fuimos estudiantes de primaria y secundaria, que he subrayado especialmente, junto a otros que merecerían recitarse y leerse. Además de que en cada país antologado desde un Lope de Vega, a un Dante Alighieri, a un Goethe, etc… escogimos otros poetas clásicos, no tan populares.

Españoles:  Rafael de León, Penas y alegrías en el amor,  Toíto te lo consiento, Blanco Rafael Blanco Belmonte, El violín de YankoMiguel Ramos Contreras, El seminarista de los ojos negros. Julio Sesto, Las abandonadas, Manuel Benítez Carrasco, Mis cinco toritos negros, Eduardo Marquina, Salmo de Amor. Ramón de Campoamor, ¡Quién pudiera escribir!, Eusebio Blanco, Si usted la viera. José Antonio Cavestany, La muerte de Marciano. Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas diversas. Federico García Lorca, La casada infiel, El poeta pide a su amor que le escriba, Casida de la mujer tendida. Miguel Hernández, La nana de la cebolla. Canción última, Menos tu vientre, El último rincón.

Alemán: Heinrich Neuman, Si tienes una madre todavía.

Francesa: Paul Geraldy, Confesión, Despedida,

Argentinos: Jorge Luis Borges, El amenazado,  El enamorado, Lo perdidoJosé Pedroni, Maternidad. Miguel Murotti, El duelo del mayoral. Boris Elkin, Para mí todas son madres. Antonio Comas, El Indio Duarte, El beso. Luis Escagria, Guapos. Claudio Martínez Paira, ¡Me echaron del puesto!. Evaristo Carriego, El dulce secreto. Alfonsina Storni, Tú me quieres blanca, Hombre pequeñito, Francisco Luis Bernárdez, Estar enamorado.

Chilens: Gabriela Mistral, Riqueza, El amor que calla, Amor, amor, Besos. Pablo Neruda, El nuevo soneto a Elena, Farewell, Poema 15,  Poema 20.

Colombianos: José Asunción Silva Nocturno I, Nocturno  II y Nocturno III. Eduardo Carranza Soneto a Teresa, Azul de ti, Elegía  pura. Gabriel García Márquez, Si alguien llama a tu puerta, .Canción. Ismael Enrique Arciniegas, Claveles Rojos. Epifanio Mejía,  La tórtola, Julio Flores o Flórez, Reto.

Cubanos: José Martí, Yo soy un hombre sincero,  Rosario,  La niña de Guatemala. Gertrudys Gómez de Avellaneda, Suplicio de amo. Hilarion Cabrisas, La lágrima infinita, De profundis, ¡Sólo entonces sabrás cuanto te quise!  José Ángel Buesa, Canción del amor lejano, Poema del renunciamiento, Poema de la culpa, Poema de la despedida, Poema del secreto,  Elegía para mí y para tiCarilda Oliver Labra. Muchacho, Me desordeno, amor, me desordeno, ,Esto.

Dominicanos: José Joaquín Pérez, A Etnaí. Fabio Fiallo, Gólgota Rosa, For ever, Plenilunio, En el atrio. Osvaldo Bazil, Pequeño nocturno. Domingo Moreno Jimenes, Esperanza incierta, Sinfonía de amor. Federico Bermúdez, Pareces una tarde que va a morir, Señora. Virgilio Díaz Ordóñez, Cuando ya no me quieras, Ella lo  quiso. Francisco Domínguez Charro, Yo que no he visto nunca (Leyenda verdadera). Carmen Natalia, Yo quiero ser así como tú fuiste, Alfarero celeste. Rafael Richiez Acevedo, Cuando yo me vaya, Herida profunda. René del Risco Bermúdez, Viento frío, Una primavera para el mundo. Héctor J. Díaz, Remordimiento, Siempre, Final, Hace daño querer. Mi deceso,  Lo que quiero.

Mejicanos: Sor Juana Inés de la Cruz, Hombres necios, Fantasía de un amor decente. Manuel Acuña, Nocturno a Rosario, Manuel Gutiérrez Nájera, Para entonces, Las novias pasadas, La Serenata de Schubert. Guillermo Aguirre Fierro, El brindis del bohemio. Juan de Dios Peza, Reír llorando. Luis G. Urbina, Madrigal Romántico. Amado Nervo, Gratia Plena, El día que me quieras, Paz.  Rosario Sansores, Tengo celos, Me vestí de negro.

Nicaragua: Rubén Darío:  Sonatina, Lo fatal, La canción de los pinos, Caso, Voy a contarte amada.

Puertorriqueños: Julia de Burgos, Río Grande de Loiza, Canción desnuda. Uruguayos: Juana de Ibarborou, El dulce milagro, Raíz salvaje. Como la primaver, Vida–garfio. Delmira Agustini, El intruso, El vampiro, Fiera de amor. Mario Benedetti, Corazón coraza, Táctica y estrategia. Ramón de Santiago, La  loca de Bequeló.

¿Si esos autores y esos títulos, que apenas son una pequeña parte del volumen, ya que no cité todos para no cansar el lector, no nos parecen necesarios para iniciar a nuestros  estudiantes y motivar a los profesores? Que  baje del cielo una comisión y nos diga que estamos equivocados.