Hay diversas formas de vivir la vida y cada forma conlleva consecuencias diferentes, muchas circunstancias pueden ser atribuidas al factor suerte, pero usualmente nuestras actitudes determinan nuestra calidad de vida. No nos movemos por las mismas razones y algunos solamente se mueven cuando los empujan, pero es importante que analices el grado de control que tienes sobre tu propia vida. Y así vemos que existen personas proactivas, reactivas e inactivas.

La persona inactiva no es totalmente inactiva, porque para vivir necesitamos una actividad mínima. Algunas actividades mínimas son: comer, beber, dormir, moverse, higiene, hacer sus necesidades fisiológicas e interactuar de alguna forma con otras personas. Los inactivos aportan poco, tienden a manifestar un complejo de víctima, esperando que otros les resuelvan sus problemas y rara vez les agrada la realidad en que viven. Cuando son inactivos por discapacidad física, psicológicamente les afecta menos tanto a ellos como a los demás. Cuando no hacen nada simplemente porque no les interesa, los afecta personalmente ya que su conciencia se lo reprocha y también los demás, quienes al tener que ayudarles pueden sentirse abusados. Los inactivos pueden estar deprimidos, tener baja estima, pocas aspiraciones, envidias, muchos temores o pocos deseos de vivir.

Los reactivos son los que sólo actúan en respuesta a fuertes estímulos, bastante similar a la conducta de los demás animales: los atacas y te atacan, corren si tienen miedo, cuando tienen hambre sólo piensan en comida, etc. Estas son las personas que “deciden poner candado después de que les roban”. Hay dos formas de reactivos, los racionales y los impulsivos. Los racionales reaccionan ante una situación que les está afectando con un plan estratégico de respuestas que les permita modificar la situación, pero los reactivos impulsivos, son dominados por la emoción que tengan (miedo, rabia, vergüenza) y actúan de forma desordenada, en cierta forma: explotan y lo que hacen podría incluso empeorar la situación, es parecido al berrinche de un niño, por lo que los padres que permiten esas expresiones del niño, los preparan para ser adultos explosivos o temperamentales. Los reactivos impulsivos al actuar ante una situación desagradable suelen empeorar las cosas.

Las instituciones o líderes espirituales usualmente enseñan a sus seguidores a desenvolverse de una forma superior, no mediante respuestas automáticas o reflejas. Por ejemplo, mientras tengamos la regla de devolver el golpe recibido e incluso con mayor fuerza, jamás desaparecerán las guerras en el mundo, es ingenuo creer que golpeando pararemos los golpes, tenemos siglos haciéndolo y todavía continúa la violencia en la humanidad.

El reactivo está centrado en sí mismo, su perímetro de interés está representado por su piel, mientras no le afecte, puede ver que destruyen a otros y no reaccionará. Es lo que permite que el depredador se introduzca en medio de una manada y ataque a un individuo, mientras los demás observan impasibles, aunque sepan que en algún momento les llegará su turno. Al igual que en las manadas, los reactivos son los que más abundan y se sienten satisfechos cuando pueden disfrutar de mejores condiciones de vida que la mayoría, sin importarles si fuera injusto.

El proactivo no espera que sucedan los eventos, los anticipa. No solamente remedia los problemas, sino que los previene. Al árbol dañado, no le corta las ramas, lo saca de raíz. Tiene la capacidad de entender que si se enfrenta contigo a tiros no habrá ningún ganador. Suele ser quien se interesa en desarrollar los más altos niveles de sabiduría y capacitación, las situaciones difíciles pueden llegar por sorpresa, pero procura tener planes de contingencia para minimizar los daños y el impacto psicológico.

Las personas inactivas son el peso muerto que carga la Sociedad, los reactivos son los que sostienen el statu quo, porque tienden a mantener lo mismo de siempre y los proactivos, son los que anticipan situaciones, quienes tienen la posibilidad de analizar lo que nunca ha existido y prepararse para lo que no conocen. Los proactivos son los que hacen que el mundo avance.

El proactivo es dado a servir, a aportar, a construir, perfeccionar, normalmente tiende a mejorar lo que está a su alcance, porque ha descubierto que es el sentido de la existencia. La evolución (pese a la visión pesimista de moda) siempre fluye hacia realidades más complejas y perfectas, aunque no todos pueden adaptarse a ellas.

Algunas actitudes que pueden hacernos evolucionar de reactivos a proactivos son: conocernos, querernos, saber que podemos y movernos.

En las relaciones humanas queremos normalmente que se nos acerquen y no acercarnos nosotros, que nos hablen primero y que se dediquen luego a escucharnos. Somos cien personas en un cuarto obscuro, esperando que alguien se decida a activar el interruptor de la luz. Esperar que otros nos descubran, dificulta que podamos descubrirlos a ellos. Lo que quieras saber de una persona, lo conoces mejor preguntándole que inventándolo. El día que esperabas ya llegó y no te has dado cuenta.