Cuando se habla de un censo de población y vivienda regularmente se piensa que estos tienen como objetivo saber cuántos somos y cómo vivimos. Lo cierto es que estos censos además de determinar cuántos habitantes tenemos, que son el capital principal de la sociedad en el momento en que se realice y además las condiciones y características de sus viviendas, tienen un alcance mucho mayor y por eso es su gran importancia y utilidad.
En la República Dominicana, en la época moderna, se han realizado nueve censos de población y vivienda, 1920, 1935, 1950, 1960, 1970, 1981, 1993, 2002 y 2010.
Los especialistas en el campo de los censos indican que estos deben de cumplir con cuatro reglas básicas que son, enumeración individual, universalidad, simultaneidad y periodicidad. Esto es, que sean empadronados cada persona individualmente, que abarque el total de la población, que se realicen al mismo tiempo en toda la población y que se hagan de manera periódica y preferiblemente estandarizada. La historia en nuestro país en cuanto a la periodicidad ha sido muy variable y como se observa solo en los años 1950,1960 y 1970, la periodicidad se mantuvo invariable en diez años.
La periodicidad regular tiene su importancia ya que nos permite contar con informaciones que pueden ser comparables en una frecuencia fija, de tal manera que con el conocimiento del pasado y contabilizado el presente, podamos proyectar y prever el futuro. De igual manera, como vivimos en un mundo globalizado, podemos establecer patrones y comparaciones con los países con los que mayormente mantenemos relaciones comerciales y de cualquier índole donde participe la población. La mayoría de los organismos regionales han recomendado que los censos se realicen cada diez años.
Indudablemente que el hecho de que los censos para que sean confiables y bastante cercanos a la realidad deben abarcar a toda la población, implica que requieren de grandes recursos económicos y de una labor intensa humana especializada. En este sentido y ante la imposibilidad práctica de abarcar toda la población, es necesario recurrir a métodos estadísticos que complementan la llamada “omisión censal”, que encuentra sus mayores integrantes en poblaciones étnicas y diseminadas. Esta omisión pudiese ser de un tamaño considerable en el caso de la República Dominicana, por sus características de una isla compartida por dos países y donde se produce una migración con pocos controles.
Habría que señalar que los censos de población y vivienda, primeramente, nos permiten tener la información de cuantos somos en el presente y de cómo está creciendo la población, es decir la tasa de crecimiento que nos sirve para la proyección de cuanto seremos en los siguientes años e igualmente la medición de factores importantes de planificación como son las edades, sexo, educación, índices de fecundidad y mortalidad, movimiento migratorio. De igual manera la ocupación y nuestras actividades en el tren de la economía del país.
Además, los censos de población y vivienda proporcionan informaciones del acceso que tienen las poblaciones a los servicios de agua, electricidad, básicos y de internet, como vivimos, y cuáles son las características de nuestras viviendas.
El campo de los estudios económicos se nutre de muchas de estas informaciones que sirven de base en múltiples aplicaciones, ya que, solo hablando del comportamiento de la demanda de productos en los estudios de mercado, se pueden proyectar los requerimientos que tendrán las poblaciones en el futuro mediato y a largo plazo y esto permitirá apreciar las cadenas completas, en términos desde las materias primas del campo hasta los productos mas procesados y especializados.
Como se indicó, en cuanto a las viviendas, nos permitirá el conocimiento de la situación actual con todas sus características, que nos pondrán en capacidad de planificar las acciones y proyectos que se requerirán en el futuro.
De igual manera, en el campo de la sociología que tiene como objeto de estudio la sociedad humana, sus manifestaciones colectivas, cambios, se puede afirmar que las informaciones que se desprenden del censo de población y vivienda, la nutren de datos que permiten trazar acciones que procuren obtener un mayor bienestar mediante el diseño de políticas sociales adecuadas a las características de cada población.
Podríamos seguir señalando múltiples beneficios, aplicaciones y usos de los datos que puede suministrar un censo de población y vivienda y no dudamos que se requerirían muchas páginas adicionales a los señalamientos anteriores.
Debemos indicar finalmente a propósito de la realización del décimo censo de población y vivienda en el país, que su éxito dependerá en gran parte de su “confidencialidad” y por tanto se deberá informar de manera muy precisa a la población que el uso de las informaciones que se le solicitarán es estrictamente estadístico, ya que, de no crearse la confianza en el empadronado, las informaciones suministradas podrían estar muy alejadas de la realidad.