En los ultimos decenios se nota un descenso prácticamente nulo de la actividad doctrinaria y en particular de formación educativa y política de los partidos dominicanos; aquella emblemática Escuela Política del histórico PRD de entonces no ha sido emulada para fortalecer la comprensión de las ideas y planes de las organizaciones políticas.

No obstante, la Ley Electoral prevé y manda gastos en su aporte financiero para los partidos ejecutar los fondos en aras de formar a sus militantes y dirigentes en programas para llevar a acabo su fu-
tura obra de Gobierno.

Ante este vacío e incumplimiento las autoridades electorales, léase J.C.E, no hacen nada para aplicar las sanciones que prescriben las normas y leyes en dirección a un debate doctrinario, económico y social de los acuciantes temas que deben abordarse en la sociedad dominicana.

Este trabajo va orientado a rescatar los programas educativos en los diferentes temas vitales y recordar la gran obra formativa en los círculos educativos implementados por J. Bosch, J. Fco. Peña Gómez, Ivelisse Prats de P. y un modesto servidor.

Personajes que contribuyeron hondamente a preparar para la gestión de los asuntos públicos y para la defensa de los ideales socialdemócratas, marxistas o conservadores de la época.

Era un verdadero ejercicio democrático de sus miembros, donde la dialéctica de los discursos emergían con vigor y fuerza coherente para persuadir y conquistar adeptos.

Hoy nadie emprende la inicitativa, ni siquiera los partidos que se hacen llamar democráticos y modernos reaccionan positivamente.

Parece realmente que no hay interés porque hay temores de que si sus miembros se coligan en estos debates derrumben las élites burocráticas como en el luminoso pasado de la politica nacional.

Nada se comporta sin razones, el desinterés responde a que es preferible que los militantes les deban favores a sus líderes en politica.

Así, recordamos aquel esclavo que dijo: Iyi aya bombe, ¡Primero muerto, que esclavo! Este ya no tenía más nada que perder, sino sus grillos. Y nosotros no podemos permitir que nos esclavicen las ideas.