En la mencionada Penitenciaría de la Victoria realizaba actividades de enseñanza una Escuela Vocacional (dependiente de las Fuerzas Armadas) desde finales de los años setenta, como se dijo anteriormente. Esta se fortaleció, tecnificó y equipó considerablemente a partir del año 1985. Asimismo, se creó en aquel año (1985) una escuela en esa penitenciaría con carácter de permanencia y local especial para fines docentes.

Por otro lado, en la cárcel pública conocida popularmente como “La Preventiva del Ensanche La Fe” también operó con frutos apreciables, una escuela de alfabetización y otra de manualidades, con un personal docente capacitado.

En una sección de allí era donde estaban recluidas las mujeres que guardaban prisión en el Distrito Nacional.

Desde antes de ser primera dama, doña Asela Mera de Jorge estaba integrada, a muy alto nivel, a un patronato pro humanización de las cárceles, el cual tenía su sede en Santiago.

En conversación reciente (en el año 2022) que sostuve con el Dr. Ramón Antonio -Negro- Veras, este connotado jurista residente en la segunda ciudad de la República me confirmó que doña Asela Mera, junto a doña Deisy de Espinal y otras damas (esposas de abogados litigantes de Santiago), desarrollaron desde los años setenta una muy loable labor a favor de las personas privadas de libertad en la cárcel de aquella ciudad del Cibao.

Posiblemente ese antecedente explique el gran seguimiento, colaboración y ayuda que ofreció doña Asela al proceso inicial o primera etapa de la reforma carcelaria de la República Dominicana.

Desfile de un grupo de Agentes de Vigilancia y Tratamiento Penitenciario egresados de la Escuela de V. T. P.

Después de esta etapa de aplicación de la Ley 224-84, a la que yo denomino período de siembra del nuevo régimen penitenciario en nuestro país, nombraron como titulares de la Dirección General de Prisiones, a una socióloga, a un médico, así como a varios coroneles del Ejército Nacional y algunos abogados. Todos ellos desconocedores de la materia penitenciaria, de sus técnicas y del manejo adecuado de la vida en reclusión.

Con las excepciones de los generales de la Policía Nacional Manual de Jesús Pérez Sánchez y Bernardo Santana Páez, quienes son abogados, profesores universitarios y entendidos en Derecho Penitenciario, otros miembros de la Policía Nacional (coroneles), fueron titulares de la Dirección General de Prisiones sin ninguna preparación técnica ni vocación para desempeñar el cargo.

La semilla sembrada en el año 1985, en cuyo proceso inicial yo estuve integrado con la eficiente asistencia del padre Mariano Cid Ferrero, recobró su vigor en el año 2003, cuando el Lic. Roberto Santana Sánchez, encabezó el proceso para instituir el llamado “Nuevo Modelo Penitenciario”, con buenos resultados.

Local de la Escuela de Formación de Agentes de Vigilancia y Tratamiento Penitenciario (V. T. P.) ubicado en San Cristóbal.

El Lic. Santana ocupó el cargo de Director de la Escuela Nacional Penitenciaria y luego fue designado Coordinador Nacional del Modelo de Gestión Penitenciaria de la República Dominicana.

Fue durante la Procuraduría General de la República encabezada por el Dr. Víctor Céspedes Martínez cuando se pusieron en vigencia varios viejos, pero actualizados proyectos de resoluciones y de reglamentos que impulsaron considerablemente el proceso de instauración de la reforma carcelaria en la República Dominicana. Actividad que contó con la asesoría y respaldo de varios organismos internacionales.

Es de justicia reconocer que durante las respectivas gestiones, en la Procuraduría General de la República, encabezadas por el Dr. César Pina Toribio, el Dr. Virgilio Bello Rosa y el Lic. Francisco Domínguez Brito, recibió un gran impulso las tramitaciones para organizar la Escuela de Formación de Vigilantes de Tratamiento Penitenciario (V.T.P.). Institución que desde su creación funciona en el llamado “Castillo del Cerro”, el cual fue construido en San Cristóbal durante los años cuarenta por órdenes del dictador Rafael Trujillo para su uso y disfrute personal.

Puedo dar testimonio del interés de cumplir el viejo proyecto de creación de un nuevo cuerpo armado (no militar ni policial) con el objetivo de custodiar a los reclusos en las prisiones, y además dar tratamiento para la regeneración de estos internos o para colaborar en esa tarea técnica. Lo cual afirmo categóricamente, en razón de que yo fui de los profesores del mencionado centro de enseñanza y entrenamiento que opera en el citado local de San Cristóbal.