Hoy visité un vivero de plantas coloridas y decidí adquirir algunas para colocarlas en mi terraza en la espera de que la primavera se pose en mi hogar, y me traiga la nostalgia de los poetas al describir la “estación del amor” la estación que nos hace despertar.

Los aprendices de la conducta humana, entre los que me encuentro, hablamos de que la primavera, llena de flores y colores, favorece la secreción de feromonas, oxitocina, dopamina y noradrenalina, hormonas relacionadas con la atracción sexual y que influyen positivamente en el estado de ánimo, pero todo eso se queda corto cuando se ve a una pareja de libélulas, o caballitos del diablo, copular en el aire como desesperados trapecistas del Circo del Sol.

Recordé las palabras de Martí, el poeta y patriota cubano, quien sacó tiempo en su quehacer literario para dejarnos “Con la primavera viene la canción, la tristeza dulce, y el galante amor”. En mi mente, Gabriela Mistral soltó una página en la que dice “Doña primavera de manos gloriosas, haz que por la vida derramemos rosas”

Me entretuve evocando lo que dijo Rubén Darío, Alfonsina, Machado, Neruda. ¡Por Dios Cuántos maestros de la literatura nos dejaron sus mensajes sobre la primavera!

Termino de colocar las flores y llega una pareja de tórtolas a juguetear en el balcón y recordarme por qué se le llama la estación del amor. Bienvenida PRIMAVERA.

Merliz Rocio Lizardo Guzmán.
Aprendiz de la conducta humana