Los accidentes de motocicletas que ocurren en las autopistas Las Américas, Duarte, 6 de Noviembre, circunvalaciones, marginales y carreteras provocan cada año miles de muertes en el país.

En esos accidentes mueren jóvenes en plena edad productiva. Por lo regular, los accidentados tienen entre 15 y 20 años según los reportes que nos llegan por diferentes vías y los que desde la Defensa Civil manejamos.

El jueves pasado venia del pueblo de Moca, y en un tramo de la autopista Duarte, a las 7:00pm, dos jóvenes realizaban una carrera. Desafiaban la oscuridad, la velocidad y los puntos de señales que están colocados por el proceso de ampliación a la que está siendo sometida la carretera.

En algún momento la administración del hospital traumatológico Ney Arias Lora expresó que ese  importante centro de salud recibe cada semana entre 150 a 200 accidentados de motores. Estos números son muy altos porque en un año mueren entre 5 a 6 mil jóvenes.

Por ese histórico de muertes y personas que quedan inhabilitadas, por lesiones en el cuerpo como consecuencias de las imprudencias de esos muchachos, vamos a tener que diseñar un estricto protocolo general para el uso de las motocicletas. Un instrumento que supere el que tenemos y ayude a prevenir estos accidentes.

Reglas generales, un plan que contengan elementos de sensibilización y educación dirigidos a los jóvenes y a la población, especialmente a los usuarios de estos vehículos de dos gomas.

Revisar lo que tenemos como ley y legislar para una efectiva regulación de este tipo de transporte. Marcos legales y operacionales que no se queden únicamente en aprender a conducir y usar un equipo apropiado.

También definir el régimen de consecuencias para las personas que no cumplan con lo establecido, y también para las autoridades que inobserven esas prácticas que nos están quitando tantas vidas productivas e impactando el presupuesto de salud cada año.

Todos tenemos el mismo compromiso frente a este problema, pero las autoridades de tránsito son las que más deberían preocuparse. No podemos seguir conviviendo con un mal tan doloroso y ser indiferentes. No perdamos la batalla.