El colapso de la carretera 1-95 en Filadelfia nos hace preguntarnos ¿dónde está la ley de infraestructuras de 1.2 billones de dólares que fue aprobada en un acuerdo bipartidista? Se suponía que era una de las grandes conquistas de la administración del presidente Biden. Pero lo cierto es, que las carreteras y puentes continúan en un avanzado estado de deterioro. Que le está costando pérdidas millonarias al país.

Tan es así, que los resultados sobre los diversos informes de la Sociedad de Ingenieros Civiles sobre el daño progresivo del sistema de puentes, de red eléctrica, alcantarillados, etc. muestran graves preocupaciones. Así como alertan sobre las perdidas en términos laborales de unos “3.5 millones de dólares en puestos de trabajo y 3.1 billones de dólares en producción económica”. En un informe del año 2020.

Y lo sucedido con la interestatal 95 en Filadelfia, Pensilvania, acentúa la advertencia de los profesionales de la ingeniería civil en ese sentido; porque el problema sigue siendo político, no de dinero y se agrava cuando la seguridad pública está comprometida. Así se afectan las principales áreas que hacen que esta importante economía sea competitiva, como es la inversión, los bienes y servicios y hasta su PIB.

Y se le adjudica el fracaso de hacerle frente a un mal que crece con el tiempo a todas las administraciones presidenciales y congresuales. Porque el deterioro de esas obras de la ingeniería norteamericana lleva años así y cada puente que se cae o carretera que se destruye como la de Filadelfia por ejemplo, representa un costo que se agrega a la problemática ya existente.

Otros informes, de la ya mencionada sociedad de profesionales de la ingeniería, informaban que en el 2021 “de los 617.000 puentes del país, el 42 % tiene al menos 50 años”.

Actualmente, la decadencia del sistema de infraestructuras muestra las debilidades del país, simplemente por la incapacidad mostrada a nivel federal en reacondicionar lo que literalmente se está viniendo abajo y que pone en peligro a millones de personas. En un país de fuerte crecimiento demográfico que “entre 1960 y 2021 la población de Estados Unidos de América creció de 180,67 millones a 331,89 millones, representando un aumento del 83,7 por ciento en 61 años”. Que con el desperfecto de las infraestructuras se pone en peligro la seguridad pública, la atención, la salud entre otros aspectos.

El desafío de una gestión responsable es que este conjunto de medios, servicios e instalaciones se beneficien de los recursos que ya fueron aprobados en el congreso y comenzar a resolver estos problemas que en términos domésticos le están causando tanto daño a la nación y que dichos fondos se enfoquen en un plan nacional de restructuración de todas ellas.

Así que, lo sucedido en filadelfia nos recuerda que pendemos literalmente de un hilo y es la voluntad del gobierno federal de decir manos a la obra. Para que el legado del presidente Dwight D. Eisenhower quien creo en el 1956, el mayor plan de infraestructuras fundamentales, que incluyo el programa de carreteras interestatales, no se tire por la borda y que su homólogo Biden cumpla su promesa -al menos en su primer mandato presidencial-.

Porque a fin de cuentas, el problema ya lo conocemos, ahora falta poner en marcha un sistematizado plan de trabajo que ponga fin al temor generalizado existente en la nación sobre el mal de las vías, puentes, túneles y demás obras; para que este moderno estado se enfoque en la remodelación y reconstrucción de esas joyas de la ingeniería de hace casi un siglo.