En su discurso de rendición de cuentas a la Asamblea Nacional, el 27 de febrero, Día de la Independencia Nacional, el presidente Luis Abinader anunció la decisión de su gobierno de garantizar educación de calidad a la población pobre.

¡Bienvenido sea!

El sistema educativo dominicano adolece de graves falencias. Sectores privado y público van a la par en debilidades. Las causas son estructurales y atacarlas requiere una cirugía mayor que los decisores se han negado a acometer pese a la retranca que la mala formación de los discentes representa para alcanzar el desarrollo nacional.

La politiquería, la visión economicista de la educación y la irresponsabilidad social constituyen el trípode de azares que frenan el cometido.

En el hostil desierto construido a golpe de displicencia aparecen, sin embargo, algunos oasis. Y uno de ellos es el envidiable Liceo Científico Doctor Miguel Canela Lázaro, del municipio Salcedo, provincia Hermanas Mirabal, en el centro-norte del país, a 138 kilómetros de la capital.

Al menos, es la reputación ganada por el excelente desempeño de sus egresados en competencias y en las carreras universitarias en el país y en el extranjero.

Y pensar que el centro nunca ha funcionado en edificaciones inteligentes, con aulas climatizadas y butacas ergonómicas para facilitar el proceso enseñanza-aprendizaje, sino en dos naves del antiguo parque de la zona franca La Ceiba, Villa Tapia, que había muerto de abandono.

Esta iniciativa data de 2012 y es el resultado de las sinergias de grupos sociales de la provincia y el Ministerio de Educación. Se trata de la única entidad de educación media que aplica la metodología de enseñanza STEAM (Ciencia, Tecnología, Artes y Matemáticas), digna de replicarse en cada rincón dominicano.

Pero resulta que el Liceo Científico es ahora el foco de una crisis inmerecida. Aprovechando su pausa forzada por la epidemia de SARS-CoV-2, pretenden instalar una fábrica de cigarros, en su nariz, en la única nave disponible.

Ya las asociaciones de Padres, Madres y Amigos, de Egresados y Profesores han expresado su preocupación por los riesgos para el estudiantado.

Otro gallo cantaría –dicen-  si se tratara de una zona franca de innovación y tecnología, cónsona con su modelo educativo.

Comprensible el afán de las autoridades por promover las industrias y crear empleos, que mucho los necesita la zona. Se corresponde con la voluntad expresada este sábado por el presidente Abinader de impulsar la industrialización. Pero la provincia Hermanas Mirabal no debería darse el lujo de “desvestir un santo para vestir otro". Eso sucedería si corre el riesgo de dañar una de sus obras que le enorgullecen y la ha convertido en referente de otros países. La fabricación de puros jamás será socialmente más rentable que la educación formal de los jóvenes, aunque genere 300 empleos baratos y unos cuantos dólares.

La solución al conflicto no es difícil, si en vez de las pugnas políticas, median los intereses colectivos. En el mismo perímetro hay disponibles unos 112 mil metros cuadrados. Así que una nave para la cigarrera, aislada del Liceo, se podría construir en cuestión de días. La inversión se recuperaría en poco tiempo. Saldría más barato que construir un complejo para el centro educativo en otro lugar.

El director de Proindustria, Ulises Rodríguez, puede evitarle al Gobierno que un pueblo susceptible a las protestas, como Salcedo, se alborote. Si no puede, que intervenga el ministro de Educación, Roberto Fulcar. Y si éste tampoco puede, entonces, ahí está el presidente Abinader, quien, seguro, protegería al Liceo Científico, en tanto referente de educación de calidad para el país, asequible para muchachos y muchachas pobres, como lo ha planteado él mismo en su discurso ante la reunión conjunta de la Cámara de Diputados y el Senado. A la fábrica de cigarros le buscaría otra solución. Y todo el mundo en paz.

Lo ideal sería, sin embargo, que los subalternos resuelvan sin prejuicios, al margen de las pugnas locales. Ojalá actúen.