Tengo muy fresca en mi memoria la visita que al final del año 2003 me giró una comisión de altos funcionarios del gobierno en aquella época, cuyo objetivo era persuadirme de la pertinencia de que regresara a la alianza con el PRD a los fines de apoyar la aventura reeleccionista de ese entonces. Escuché con atención los argumentos de los estimados comisionados, para al final concluir que estos habían perdido el sentido de la realidad y no entendían que las elecciones hacía rato ya que estaban por mucho perdidas.
El síndrome de hubris o desmesurada soberbia se había apoderado de estos buenos amigos, que no comprendían que la crisis bancaria en que estaba inmerso el país los había sacado de la competencia electoral. Simple, porque los gobiernos en medio de tan gravísima crisis se les hace muy difícil el ganar unas elecciones.
La diferencia entre pagar costosísimos consultores y tener un equipo de amigos que te sean leales, políticos realistas y de experiencia. Los primeros evalúan bajo criterios técnicos las opiniones perceptivas de la población y no se detienen a hurgar en el pasado, en la historia, para entender la idiosincrasia del pueblo; el que no conoce cómo son, cómo piensan y cómo actúan sus ciudadanos pierde olímpicamente su tiempo en querer cambiarle su visión u opinión por medio de constantes bombardeos comunicacionales, mientras ellos sienten el peso de la real crisis en sus bolsillos o en el miedo a salir a las calles.
Los que asesoran al presidente Abinader no están actuando como sus verdaderos amigos, ni desean tampoco que él termine bien, porque la peor locura que se le puede ocurrir a un equipo estratégico es querer armar un proyecto reeleccionista en medio de tan tamaña megacrisis.
Los gobiernos se eligen por un periodo de 4 años, y en ese interregno de tiempo, los gobernantes tienen que garantizar, estabilidad y gobernabilidad para reforzar día a día su legitimidad, ese pasaporte que otorga el soberano a la hora de elegirlos no es un cheque en blanco, esa discrecionalidad es inexistente, lo escogen para bien administrarnos, y mantener en números azules la gestión, ese es su principal desafío, el auténtico compromiso y el deber de quién es honrado con el voto del pueblo a dirigir los destinos nacionales.
Por lo cual, lo primero que debería de hacer en esta difícil circunstancia el equipo del Gobierno del Cambio, que cumplirá 2 años dentro de pocas semanas al frente de la cosa pública, es tomar acciones verdaderamente tangibles, medibles y realizables para amainar la multicrisis en qué nos encontramos, porque aunque reconozco que en gran parte no son estos los culpables de la misma, en gran medida estás son de naturaleza exógena, pero son ellos que la están gestionando y es a quién la ciudadanía les exige soluciones .
Sé lo amargo que debe ser para el presidente Abinader el tener que trabajar largas horas diariamente, y no ver mejorías palpables, pese a su buenas intenciones y esfuerzos, lo que pasa es que hay que tener muy claro los objetivos para poder diseñar una agenda de prioridades frente a la crisis que nos abate, porque para estabilizar el país hay que dejar el electoralismo de lado por un tiempo prudente, pues articular acciones institucionales y electoreras a la vez de manera simultánea, es un gran desatino, ya que no habrá forma de que se logren obtener buenos resultados, más en estos momentos donde producto de esta vicisitud mundial los gobierno están en tensión cuestionados por las críticas constante de la ciudadanía.
El estimado expresidente Hipólito Mejía en el año 2003, no tenía posibilidad alguna de ganar y se obcecó en repostularse, y por está sinrazón sacó a su partido 16 largos años del Palacio Nacional, si el amigo presidente Luis Abinader no se detiene a resolver la crisis primero, le auguro será todavía peor, porque hundirá su futuro y el del PRM, porque aspirar a repostularse en medio de la posibilidad amenazante de una profundización de la crisis, producto de lo que sugiere el entorno internacional, sería lo más irracional que éste haría, algo sumamente ilógico, que me resisto a creer, llevaría a cabo el aguzado y bien informado presidente Abinader.
Penosamente tenemos que entender que los pueblos “no valoran esfuerzos, sino resultados” y si los planes, proyectos o programas que ha anunciado el gobierno no se traducen en un mejoramiento cierto de los problemas de la gente, será un absoluto fracaso, aunque su origen sea fruto de la mejor buena intención.
Pese a estar en la oposición, no soy de los que piensan que para ganar apoyos hay que apostar a que el gobierno de turno fracase, la nación está primero, y de corazón pienso que el pueblo en la actual coyuntura no tiene que esperar la llegada de una nueva administración, para recibir el aliento oficial frente a tantas adversidades, por lo que me permito exponer, lo que considero son las acciones que debiera ponderar la cúpula del PRM, con el propósito de reencauzar su gobierno, a saber:
- Al país deben hablarle con sinceridad, negar la crisis no la resuelve, los consultores le dicen a los presidentes que no deben darles malas noticias al pueblo, o sea que le mientan, un exceso de optimismo se revierte en críticas soeces, querer ocultar lo que todos sabemos es algo inútil, es que el mundo está en crisis y nuestro país también;
- No hay cosa que moleste más un ciudadano con problemas, que oírle sandeces de un alto funcionario promoviendo una inoportuna reelección cuando estamos en el medio de una situación tan calamitosa y delicada, a las puertas de una nueva ola del Covid, con una espiral inflacionaria de precios de todo lo que consumimos, y un aumento de la delincuencia que atemorizan a todos los ciudadanos, debiera el Presidente prohibirle taxativamente a sus funcionarios que hagan esas improductivas e innecesarias manifestaciones de apoyo;
- La cúpula oficialista está mostrándose alejada de su propia dirigencia y militancia, pero un gobierno sin base de apoyo real, no soportará la andanada de críticas de los indignados digitales, que ven como el dinero que perciben no les alcanza para terminar el mes, y disparan desde sus móviles contra el gobierno sin parar, sin el empoderamiento de la base perremeísta para con su gobierno, el mismo lucirá en total indefensión, lo que se traducirá en una peligrosa percepción de pérdida absoluta de respaldo;
- El Gobierno no tiene recursos para enfrentar todos los múltiples problemas, por lo cual debiera de focalizar el auxilio hacia los sectores más vulnerables de la población, que son los que en definitiva colapsaran sin la ayuda oficial, en medio de esta excepcional situación, insistir en mantener los subsidios generales en algunos renglones sin los ingresos necesarios solo lastrarán las magras finanzas públicas; y
- El peor dislate que puede cometer el oficialismo, es también pelearse con Leonel y con quiénes le apoyan en estos momentos, preocupación debieran tener estos, si quiénes tuvieran creciendo en las encuestas fueran sus archiadversarios del PLD, no es necesario mencionar razones que todos conocemos, pero si el gobierno se quedara sin opción electoral triunfante, producto de gestionar sin respuesta positiva esta megacrisis lo que más le convendría es que quien subiera las escalinatas del Palacio Nacional fuera el expresidente Fernández, huelga mencionar los múltiples motivos.
El oficialismo insiste en justificar sus deficientes resultados con mencionar o criticar las acciones de pasadas gestiones. Craso error, porque por la memoria cortoplacista del dominicano eso no le rentará beneficio político-electoral alguno a los inquilinos de la mansión de Gazcue más bien les afectará por las burlas públicas a la que se exponen en las redes sociales.
El presidente Abinader debe enfocarse sola y únicamente en estos momentos a gestionar la crisis, para tratar de salir lo mejor librado de la misma y que sean los resultados de sus aciertos, del destino o de la providencia, que le provea o no las condiciones para repostularse, buscar lo que no se tiene, para soltar lo que seguro se tiene, es un sensible yerro, que puede hacerle terminar muy mal, hundiendo el presente e hipotecando el futuro del mandatario y de su organización.
Las acciones políticas y mediáticas no mejorarán el posicionamiento electoral de los arrendatarios del Palacio Nacional, cuando se gobierna solo las acciones asertivas logran cambiar los números si la población recibe los efectos beneficiosos como resultado de las acciones oficiales, mientras es un ejercicio fútil aspirar que estos cambien mágicamente, con una población profundamente afectada por esta tragedia mundial, sanitaria, social y económica.
La oposición juega su papel, es natural que lo haga, declaraciones destempladas no harán cambiar la percepción que muestran hoy las encuestas, solo comida en la mesa, acceso al empleo y poder andar con seguridad en nuestros barrios, lo puede lograr, lo demás es simple quimera.
He visto en varias ocasiones, bien intencionados hombres que al llegar a la Presidencia de la República, su anillo más cercano le inocula el deseo irrefrenable de reelegirse sin haber logrado éste terminar bien su gestión, pero, claro, estos solo buscan quedarse en los cargos, y poco les importa la suerte de su amigo presidente.
Un consejo sano al dilecto y esforzado presidente Abinader, y a mis estimados amigos de la cúpula del PRM con quiénes me unen lazos históricos, háganle conocer seriamente los alcances de la crisis a la población, producto de las secuelas de la pandemia y de la nueva Guerra Fría en qué nos encontramos, que avizora la muerte de la globalización, y la creación de un nuevo orden mundial que establecerá varios bloques regionales unidos en sus recíprocos y particulares intereses.
Olvídense también de comparar las acciones del Gobierno del Cambio, que es una gestión de emergencia, con la megaobra realizada por los 3 gobiernos de Leonel Fernández, donde existe una pléyades de cientos de realizaciones de infraestructuras y de grandes avances institucionales dejados entre ellas, sobre todo su obra cumbre, que es la nueva Constitución del 2010, es un verdadero autogol del oficialismo, en términos estratégicos, porque la sola comparación es un monumento a la necedad.
Los que asumen el compromiso de gobernar, deben saber que nuestro pueblo juzgará con crudeza al que este de turno, y se olvidará de lo pasado, simple, porque no es de su interés, los ciudadanos de esta nueva sociedad liquida buscarán siempre un culpable, y girarán sus cabezas constantemente hacia quien en ese momento detenta el poder.
Hay un ABC que todo el que gobierne debe saber, y rememoro una frase de la exitosa ex canciller Federal de Alemania, Angela Merkel: “Los presidentes no heredan problemas. Se supone que lo conocen de antemano, por eso se hacen elegir, para gobernar con el propósito de corregir esos problemas, culpar a los predecesores es una salida fácil y mediocre”.