Cuando Darío Villamizar, nuestro querido embajador de Colombia en Republica dominicana, me llamó para proponerme de presentar el libro de Catalina Castro Blanchet sobre su padre, accepté con entusiasmo. No había tenido la oportunidad de conocer Germán Castro Caycedo. Pero sabia que era uno de los mas prestigiosos periodistas colombianos, autor de múltiples libros.
Pensé que se trataba de una biografía sencilla que iba a leer rápidamente en el viaje que tenia programado a Brasil. Cuando Dario me entrego el libro, el día antes de mi vuelo, me di cuenta que el volumen de mas de setecientas paginas era mucho mas que una simple biografía.
En realidad, Catalina Castro Blanchet, su hija, ha conseguido tejer varios libros en uno. En primer lugar esta la historia, la biografía de su padre, desde su infancia hasta sa muerte, con múltiples notaciones sobre su carácter, su personalidad, sus gustos, su sentido del humor, su elegancia y su don de bailarín.
En segundo lugar este libro escrito por una arquitecta residente en Francia es un excelente tratado de periodismo, del periodismo tal como lo practicaba su padre. Fue un autodidacta que reinventó y aplicó la metodología y las reglas del buen periodismo con un gran sentido de compromiso y de responsabilidad social.
En tercer lugar, el libro ofrece una magnifica presentación de Colombia, tanto de su geografía como de su historia de los últimos sesenta años. Gracias a los múltiples reportajes, entrevistas et libros de German Castro Caycedo, el lector descubre la diversidad de lo que el cronista llamaba las nueve naciones culturales de Colombia, sus bellezas naturales, la riqueza de su biodiversidad.
Pero también la violencia de su historia, la pobreza, la corrupción, los abusos, la injusticia social y ambiental. Por ultimo el libro es una emotiva descripción de la agonía de German tal como la vivió su hija. El libro es un conmovido testimonio de amor filial y conyugal lleno de recuerdos y puntuado por un intercambio epistolar que empezó el día del nacimiento de Catalina y se prolongo hasta la partida de Germán Castro Caycedo el 15 de Julio de 2021.
Estamos en una escuela de periodismo, y empezaré con la gran lección de periodismo que nos da German Castro Caycedo. Una lección con la cual me identifico plenamente. Encontró su vocación muy joven, a los dieciséis años, y como mencioné, fue autodidacta, como muchos periodistas del siglo pasado.
Aprendió el oficio en el terreno y leyendo los grandes cronistas de los diarios de referencia El Tiempo y El Espectador como German Pinzón o Marco Tulio Rodriguez. Después de varios años como comentarista taurino y deportivo, fue reclutado como cronista en El Tiempo por Hernando Santos. Ademas de ser su jefe este gran periodista se convirtió en su amigo.
German se negó a quedarse encerrado en una oficina. Se adentro en las profundidades del pais para testimoniar el abandono y las precariedades de miles de colombianos olvidados por el Estado y golpeados por tragedias. En 1976, su esposa Gloria le incito a recoger esas crónicas en un libro Colombia amarga. Este libro tuvo un gran éxito y confirmo su compromiso por retratar la realidad colombiana con una mirada critica y humanista. German Castro se destaco también con entrevistas a figuras emblemáticas como el futuro premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez o el narcotraficante Pablo Escobar.
1976 marco un cambio importante en su vida profesional. Convenció Fernando Gomez Agudelo, el padre de la televisión colombiana, de llevar el periodismo escrito que hacia en El Tiempo al formato televisivo. Fue el primero a sacar las cámaras del estudio para mostrar las realidades geográficas, sociales y humanas que la mayoría de los colombianos ignoraban.
Gracias al apoyo de Fernando Gomez Agudelo, pudo realizar durante 18 años el icónico programa Enviado Especial con una gran independencia a pesar de múltiples presiones y amenazas. Después de la muerte de Fernando en noviembre 1993, dejo la televisión para dedicarse a la investigación y escritura de libros de no ficción.
No existe objetividad, sino el equilibrio y la precisión, decía Germán Castro Caycedo. Se esforzaba de mostrar todos los ángulos de la historia y de dar las palabras a todos los protagonistas. Su credibilidad era su mayor tesoro profesional.
En 18 años, el programa Enviado Especial nunca recibió una solicitud de rectificación. Lamentablemente de las 1018 emisiones grabadas, solo se conservan 48 editadas y 14 sin editar. En la época, se grababa varias veces sobre las mismas cintas y la humedad daño muchas cintas.
German Castro Caycedo no soportaba el mal uso del lenguaje y los adjetivos innecesarios lo incomodaban. El poder de la escritura viene del fondo, decía, Tu capacidad de contar es hacer sentir los lugares y las situaciones, para eso no necesitas adjetivos solía decir a Catalina.
Insistia en el trabajo de campo, diciendo que un buen periodista no tiene que escudarse en descripciones cursis. Es mejor que sobren datos y no que falten y solo el contraste de datos y indicios permite de superar la anécdota y la retórica vacía. La imaginación se emplea en la planificación de la investigación, pero el cronista debe apegarse a los hechos, decía.
Marcado en su infancia por dos hechos dolorosos, el asesinato de Jorge Eliécer Gaetan y el abandono de su padre, Germán Castro Caycedo se definía como un liberal doctrinario, un progresista en un país conservador. Su independencia tuvo un costo. Fue acusado de ser comunista, ateo, agente de la CIA o del KGB, a sueldo del narcotráfico. Nunca se dejo silenciar, nunca abandono su libertad de expresión y su pensamiento critico.
Periodista sin pelos en la lengua, denuncio grandes casos de corrupción como el escándalo del proceso 8000 en 1995 cuando el presidente Ernesto Samper fue acusado de haber recibido dinero del narcotráfico. Fue víctima de calumnia y de difamación, inclusive en un cable de la France Press que la agencia tuvo que desmentir.
Gran defensor de las comunidades indigenas, denuncio el masacre de indios cuivas en los Llanos orientales y las agresiones contra los indios wayu, amenazados por el conflicto armado, la minería, la desnutrición infantil y el cambio climático.
En su libro ‘El hurakán’ Germán Castro que se define como mestizo describe el desembarco de Colon como la invasión de America por una legión de delincuentes españoles que puso en peligro la cultura y la cosmovisión de las comunidades indigenas.
Incansable defensor de la naturaleza con su esposa Gloria, sus programas de Enviado Especial provocaron el cierre de la planta de Alcalis de Colombia. Esa planta contaminaba las aguas de la bahía de Cartagena con mercurio. Defendió la selva amazónica, una de sus grandes pasiones, contra las graves consecuencias de la colonización y de la explotación del caucho.
Denuncio el uso de pesticidas y de defoliantes prohibidos en Estados Unidos, notablemente del Agente naranja que había sido utilizado durante la guerra de Vietnam. Igualmente fue uno de los principales críticos del contrato leonino de la mina de carbón de El Cerrejón, en La Guajira.
Frente a la violencia exacerbada de los años 1980 y 1990, Germán Castro Caycedo fue uno de los grandes defensores de los procesos de paz. Entrevisto los principales actores del conflicto, líderes de los movimientos guerrilleros, altos mandos militares, grupos de autodefensa, jefes de estado, políticos, empresarios y organizaciones de la sociedad civil. Secuestrado por el M19 en abril 1980, aprovecho su incomoda situación para entrevistar el líder del movimiento Jaime Bateman y difundir su propuesta de paz.
A principios de los años 1980, Germán Castro Caycedo fue de los primeros a darse cuento que el narcotráfico iba a ser la verdadera revolución en Colombia. Viajo a Estados Unidos para investigar ese tema y entrevisto los principales capos del Cartel de Medellin.
En su libro ‘Nuestra guerra ajena’ escribe que Colombia fue víctima directa de la guerra de Vietnam. Denuncio el Plan Colombia impuesto por Estados Unidos. Intoxico nuestro pueblo y destruyo nuestra biodiversidad, una de la mas ricas del mundo, insistía el autor.
La obra de Catalina da ganas de leer o de releer los múltiples libros y crónicas de Germán Castro Caycedo. En esas breves palabras no puedo citar todos los personajes novelescos que cruzo el gran cronista colombiano ni detallar las leyendas amazónicas como Físido y el fuego que retoma el libro.
Para prolongar la lectura, Catalina y sus editores tuvieron la excelente idea de introducir códigos QR que dan acceso a las crónicas y programas de Germán Castro Caycedo.
A mi juicio un indice onomástico hubiese sido útil. Para terminar, quisiera felicitar Catalina por ese formidable trabajo de memoria y de investigación.
Gracias al apoyo de Renaud, su marido francés, de su madre Gloria y de numerosos amigos, entre los cuales esta Darío Villamizar, deja un tremendo regalo a sus hijas franco-colombianas Maia y Nina. La arquitecta se reveló como una escritora digna de su padre adorado.