Resulta más que evidente, que el gobierno del presidente-candidato Luis Abinader precipitó transcendentes decisiones, sin medir las consecuencias en el orden económico y social para la República Dominicana y Haití, al inobservar acciones estratégicas que pudieron tener consecuencias menos gravosas para ambas naciones.
El primer error estratégico, tal como lo establece un medio local en su columna de opinión, es cuando observa que “la decisión de sellar totalmente las fronteras con Haití, derivada de la construcción unilateral de un canal de riego en el río Masacre, tiene un punto vulnerable: el supeditarla a que se detengan los trabajos”.
Y de ahí se desprende una imprevisión del Gobierno, debido a que “cualquier mediación, salida intermedia o negociación que no contemple esa condición, se asumiría como repliegue”, lo que el indicado medio califica “otra debilidad”, y es la decisión oficial de cerrar la frontera por aire, mar y tierra, sin dejar resquicio como “bajadero o puerta trasera”.
Y el segundo error estratégico, aunque buscando una implícita justificación de otra imprevisión del oficialismo, la pone sobre la mesa el ministro de Economía, Planificación y desarrollo, Pavel Isa Contreras, al informar que “en el Gobierno todavía no se ha analizado o estudiado el impacto o los efectos que ha provocado a la economía nacional el cierre de la frontera domínico haitiana”.
Gobierno recurre a último recurso en el primer round
Una elemental estrategia en la lucha sindical enseña que la huelga es el último recurso al que se debe acudir, y por ende agotar, ante un conflicto que enfrenta a trabajadores, representado por su sindicato, y el l patrón, a quien se le reclama un pliego reivindicativo, lección que puede ser un referente estratégico que se debe tomar en cuenta en el manejo de cualquier tipo de conflicto.
En el caso que nos ocupa, todos los dominicanos y dominicanas estamos del lado del gobierno en sus esfuerzos por preservar la soberanía nacional, y en el reforzamiento al máximo de la seguridad fronteriza, en un momento en que se torna más que evidente el agravamiento de la situación política y social en el umbilicalmente inseparable vecino Haití.
Pero también la opinión pública comienza a auto persuadirse en el sentido de que “la decisión de sellar totalmente las fronteras con Haití, derivada de la construcción unilateral de un canal de riego en el río Masacre, tiene un punto vulnerable: el supeditarla a que se detengan los trabajos”, en tanto pareciera que frente a esa problemática estamos atrapados, y sin salida horable.
Faltó previsión para medir consecuencias
El gobierno debió estudiar las consecuencias del cierre de la frontera antes de tomar la decisión de cerrarla, por lo que es sencillamente una irresponsabilidad que, ante una medida tan drástica, sencillamente se diga que “·todavía no se ha analizado o estudiado el impacto o los efectos que ha provocado a la economía nacional el cierre de la frontera domínico haitiana”, como informara el ministro de Economía, Planificación y desarrollo, Pavel Isa Contreras.
Hoy parecería que estamos en un callejón sin salida honorable para la Republica Dominicana, porque nadie puede negar que el cierre ha tenido un impacto negativo en la economía y la sociedad de ambos países, y esto porque el gobierno debió previamente estar preparado para por lo menos tener bien claro como mitigar los efectos económicos y sociales de la decisión que se proponía tomar.
Lo primero que debió hacer el gobierno dominicano fue tomar medidas previas para mitigar los efectos del cierre de la frontera antes de que se produjera, entre ellas:
. Realizar un estudio para evaluar las consecuencias económicas y sociales del cierre.
. Comunicar a los ciudadanos y las empresas las consecuencias del cierre.
. Ofrecer asistencia financiera a los comerciantes y productores afectados.
Al tomar estas medidas, el gobierno dominicano podría haber reducido el impacto negativo del cierre de la frontera y protegido a los ciudadanos y las empresas afectadas.