Por décadas hemos sido gobernados por conservadores, oligarcas y pequeños burgueses buscando ascenso social y enriquecerse. El Estado y sus riquezas son devorados en forma insaciable por los encargados que han administrado las instituciones públicas.
Los nombramientos de funcionarios públicos son realizados como resultado de los recursos invertidos, prácticas clientelistas y corruptas -deben ser eliminadas en la contienda electoral-, para enriquecerse con las dos manos y entregando lo público al sector privado y a potencias extranjeras.
En los países atrasados con limitado desarrollo económico, político y social, como el nuestro, sus instituciones públicas son asaltadas por políticos irresponsables, corruptos y serviles. Y es que a lo largo y ancho de nuestra historia, el grupo dominante ha gobernado violentando la Constitución de la República, facilitando el incremento de sus riquezas y capitales.
Los gobiernos del PLD, en sus dos versiones, crearon el ordenamiento jurídico constitucional para garantizar impunidad a la élite que ha gobernado. Con la proclamación de la Constitución del 2010 y el arroz con mango en las modificaciones producidas en el 2015, se garantiza que la partidocracia, desacreditada, se reparta el poder como si el país es de su propiedad.
El más reciente ejemplo de la fragilidad institucional del país lo vemos en la modificación de la Carta Magna en el 2015, en el gobierno del licenciado Danilo Medina Sánchez, donde se hizo un traje a la medida para garantizar su reelección, consecutiva, presidencial. Total, quedó fuera, comercio politiquero, en su locura aspiración.
El negocio de capar perro debe llegar a su fin. Eso de poner al pueblo a votar por conservadores, oligarcas y corruptos es una aberración insoportable. Aunque salimos del PLD, en esta vuelta, 2024, hay que crear una Alternativa Política, Viable, para disputarle el poder con los que tradicionalmente se ha beneficiado en forma descarada de los recursos públicos.
En este tránsito, dentro del capitalismo, se requiere acrecentar la democracia que permita mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la población. Modificar la Constitución de la República mediante la Asamblea Constituyente para establecer reglas claras y precisas que conduzcan al país por verdaderos senderos democráticos y respeto a la soberanía.
Luchar por la democracia permite a los revolucionarios acumular fuerza, experiencia y capacidad de lucha en cualquier escenario de la vida pública. Porque de lo que se trata en esta etapa histórica es llegar al poder e iniciar el proceso de completar la obra de Juan Pablo Duarte y los Trinitarios, el programa de gobierno de los expedicionarios del 14 de junio 1959, los planes de Manolo, los objetivos democráticos y patrióticos de la revolución de abril 1965 y el anhelo de tantos héroes y mártires de la patria.
La vía para llegar al poder, para que no se vuelvan locos, es la electoral. Sobre la base de un programa democrático de avanzada, sin inventos, alrededor de una nueva Alternativa Política, Viable, integrada por entidades y personas demócratas, progresistas y de izquierda. Con una sola consigna, diferentes banderas, y un solo propósito: producir las transformaciones en el país de la época que nos permitan salir del atraso económico, político y social, el oscurantismo, la corrupción y la impunidad.