Te escuchamos cada día, al fulgor de la aurora, cuando la mañana tierna y sin maquillaje nos regala un nuevo día con el que enciendes tu voz cual faro de luz para informarnos y para denunciar, con osadía incomparable, las bajezas del poder que roen sutil y silente nuestra ilusión de un mejor país.

Resuena en todas partes el sonido admirable y brillante de tu activismo social y de tus inquebrantables convicciones personales y profesionales, que dignifican a nuestro pueblo y al periodismo de Quisqueya.

Más de una vez han intentado silenciarte y destruirte, bajo el infortunio de una intolerancia cada vez más rancia que se resiste al poder de la verdad y de la dignidad. Sin que jamás hayas cedido a las presiones ni las tentaciones que suelen torcer a muchos. Ostentas un coraje escaso en estos días, que te expone continuamente a la deliberación de algunos perversos idólatras del dinero y del poder.

Es admirable tu defensa férrea en favor de la justicia y de las mejores causas, la que levantas, aun desde el verdor crepuscular que te inunda en el patio frondoso de tu morada.

Te hemos visto marchar con el atuendo verde, con el valiente fervor de una guerrera que levanta sus armas, su voz indeleble y su tinta inmarcesible, en contra de la oscuridad, propia de la envoltura de los impíos, que, en su desdicha, se arrastran como serpientes, moviendo sus más bajos instintos para hacer fortuna ilícitamente y parir desigualdad social y más pobreza.

Te han despojado del salario más de una vez, pero no de la dignidad; te lanzaron al patio, sin maquillaje, pero olvidaron tu arrojo y la merecida retribución que concede la providencia a los que obran como tú.

Representas un ejemplo improfanable de lo mejor de nuestra gente, de nuestra dominicanidad, con ese ímpetu imperecedero que te mantiene firme en el sendero de la rectitud, del honor y del deber. Te desenvuelves en un ámbito personal y profesional con una simplicidad envidiable, libre de prejuicios. Con tus defectos, como todos los tenemos, me pareces genial.

He oído que no conoces de opulencia, a pesar de ostentar roles encumbrados en medios sociales y de comunicación; sin embargo, tu riqueza es superior a cualquier otra, desbordas alegría, integridad y virtud, que son de las mayores fortunas, a la luz de Dios. El pote de dulce con el que agradas y retribuyes a los tuyos expresa tu singular y especial forma de vida, digna de almas grandes.

Por tantas cosas, en todas partes resplandece el halo misterioso que rodea tu blanca corona, como adorno de tu crisma pulcra. Un regalo de Cristo para ti por tu alta gracia.