El tema de Wenceslao Marcial Guillén Gómez (Wen) y los miembros de Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI), mejor conocido como los Panfleteros de Santiago, está debidamente dilucidado y evidenciado quienes verdaderamente fueron
sus ideólogos y protagonistas.
Todavía hay ingenuos que creen en las mentiras difundidas por un supuesto miembro de UGRI, el cual escribe lo siguiente: “Cuándo fueron apresados los primeros muchachos, mi madre me mantuvo escondido en el plafón de la casa.”. En realidad la casa referida
nunca tuvo plafón, de acuerdo datos suministrados por personas que residieron y conocieron la parte interior de la vivienda.
Omitir a Homero Herrera Velásquez, como miembro fundador de UGRI, es un grave error y una desconsideración imperdonable. Cabe destacar que Homero fue el que aportó la tinta y las almohadillas utilizadas en la confección de los volantes (panfletos).
Estos materiales pertenecían a su abuelo, el señor Sergio Herrera Echevarría, ex juez civil de los tribunales de Santiago. Entiendo que no tomar en cuenta el nombre de Homero se hizo como reza el memorable refrán que dice: “Quítate tú pa’ ponerme yo”.
Cuando se habla o se escribe de Homero, es bueno aclarar que aparte de su colaboración valiente con UGRI, hay que agregar su decidida participación en el Movimiento Revolucionario 14 de junio (1J4). Homero Herrera fue escogido por esa organización para guardar en su casa parte de las armas usadas en el Frente Gregorio Luperón, el cual combatió en Las Manaclas, de la Cordillera Central de la República Dominicana.
Homero Herrera Velásquez, también es quien esconde en su casa de la calle Máximo Gómez No. 45, de Santiago de los Caballeros, durante más de 40 días, al combatiente revolucionario a Raúl Pérez Peña, (Bacho), cuando el frente guerrillero del 14 de Junio
apostado de El Limón de la Cordillera Septentrional fue disuelto.
Para entonces Virgilio Perdomo Pérez envió a un emisario de confianza suyo a buscar a Homero para juntarse en la autopista Las Américas. Esto aconteció el 1 de enero de 1972. Allí Homero Herrera recibió comprometedora instrucciones que debía comunicar
a otros compañeros de suma confianza de ambos.
Amaury Germán Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Ulises Cerón Polanco y Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), ya se habían ubicado en la casa del kilómetro catorce de la autopista Las Américas. En el frente de esta fue donde Homero y Virgilio conversaron por última vez.