Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) son un grupo de economías emergentes que buscan colaborar en áreas como el comercio, las inversiones y la reforma de las instituciones financieras internacionales dentro del marco del sistema capitalista e imperialista. Fundado en 2009, el grupo ha cobrado importancia debido a su creciente peso económico y su intento de ofrecer alternativas a la hegemonía económica y financiera de Occidente, especialmente en las instituciones lideradas por Estados Unidos y Europa, como el FMI y el Banco Mundial.
En este momento, con esta recomposición que están impulsando Rusia y China y la puesta en marcha de los BRICS, nada indica la superación del sistema capitalista o, al menos, no está sucediendo lo que se puede haber predicho 150 años atrás, cuando el capitalismo industrial parecía indicar una marcha hacia “la sociedad socialista”. Rusia camina ahora por una senda de libre mercado: “No debemos volver a 1917”, dice uno de sus asesores cercanos al presidente Vladimir Putin.
El “socialismo de mercado” puesto en marcha por China no augura claramente un horizonte poscapitalista: si a su numerosa población le está dando resultados -se sacaron de la pobreza rural crónica 400 millones de campesinos-, al resto del mundo no le abre un mundo de mayor justicia y equidad. No, al menos, en lo inmediato.
Lo que se esta viendo en este momento, tercera década del siglo XXI, es un cambio del centro dominante y un debilitamiento del poderío de las grandes potencias capitalistas tradicionales. Europa Occidental hace décadas quedó siendo un socio menor de Washington (Plan Marshal postguerra), y su rehén militar y nuclear (más de 400 bases militares yankis en su territorio). Estados Unidos, que continúa funcionando como potencia dominante, lentamente va perdiendo su papel hegemónico, tanto en lo económico como en lo científico-técnico y lo militar.
El supremacismo occidental ha sido brutal, infame, despiadado, ejerciendo por siglos un colonialismo que lo enriqueció a base de saqueos inmisericordes. Las potencias capitalistas euroamericanas se han arrogado el derecho de dictaminar cómo tiene que ser el mundo, sin aclarar que, según sus conveniencias, obviamente. El “orden internacional basado en reglas”, que se pregonan altisonantes los voceros de esos mega-capitales que intentan seguir manejando la aldea global, es el orden que le favorece. Nunca hay que olvidar el refrán popular del pueblo que dice “la ley es lo que conviene al más fuerte”.
Los BRICS y el nuevo contexto Internacional
Sin ser economista; pero de formación marxista, percibo el carácter capitalista e imperialista de los BRICS como una negación claramente al socialismo en el sentido del modo clásico de producción, que originalmente empezó, como indicaba más arriba, con Brasil, Rusia, China y Sudafrica; pero que hoy ha sido ampliados por otros países, incluyendo a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Etiopía, con China y Rusia liderando, con una lista de espera de al menos otros treinta que desean incorporarse, está marcando un freno a la hegemonía del dólar. De hecho, la red SWIFT (siglas de Socieety for Worldwide Interbank Financial Telecommunication, proporcionada por George Gruenthal, sociedad para comunicaciones interbancarias y financieras Mundiales, siempre regida por el dólar), se ve ahora seriamente cuestionada por mecanismos similares que están implementando los del BRICS.
Ese icono del capitalismo que creció imparable desde el siglo XIX; pero que hoy comienza su declive, seguramente no caerá por los misiles nucleares rusos ni chino. Eso es prácticamente inconcebible. La guerra entre titanes solo llevaría al final de todos, no habría ganadores ni perdedores dada la terrible letalidad de las armas que hoy disponen. Nadie quiere ese enfrentamiento, y los esfuerzos se encaminan decididamente a impedir un conflicto real entre tropas rusas y las de la OTAN. Serán otros elementos que obrarán para su declive final.
Entonces, aunque los BRICS desafían el sistema actual imperante en lo que se conoce Occidente-Europa, no representa el multipolarismo. Sus diferencias internas y su dependencia del mismo sistema existente impiden que sean una fuerza unificada para el multipolarismo en un sentido completo.
Hoy día, viendo que la revolución de carácter socialista está como algo en entredicho, que las primeras experiencias no han dado todo el resultado esperado en la forma que se creía; pero que, definitivamente, no fueron un fracaso, sino experiencias a superar y revisar, y, eventualmente mejorar-, comienza a perfilarse un pensamiento novedoso: la multipolaridad.
En resumidas cuentas, así lo puede expresar un analista político como Antonio Castronovi: El multipolarismo es más bien la verdadera revolución en curso en nuestra era que marcará el destino del mundo venidero, y de cuyo resultado dependerá la posibilidad de que se reabra una nueva perspectiva socialista”.