Los últimos triunfos electorales de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, de Gustavo Petro Urrego en Colombia, de Gabriel Boric en Chile… Son muestras evidentes de que la ola progresista de gobiernos latinoamericanos y caribeños, siguen su agitado curso. Pero también demuestra que la derecha y la ultraderecha, siguen vivas y coleando, ya que el debate eleccionario ha sido cabeza por cabeza, antes de alcanzar el triunfo.

Lula, acaba de ganar las elecciones, primera vuelta, en Brasil, con el 48.1% de los votos emitidos, contra el 43.5% de Jair Bolsonaro, actual mandatario. Se requiere alcanzar más del 50% para llegar a la presidencia de ese inmenso país. Petro, por igual, tuvo que acudir a una segunda vuelta, porque no sobrepaso el porciento requerido por las leyes colombianas. Boric, de Chile, obtuvo el triunfo electoral con el 55.87% y el 44.13% de José Antonio Kast. Pero fue derrotado con el 62% en la consulta nacional para modificar la Constitución chilena; ganando el NO.

Como pueden observar, el debate electoral se produce entre la izquierda, la derecha y ultraderecha, claramente definida. La gente está consciente de esa disputa y participa tomando partida en el mismo. Los Estados Unidos de Norteamérica no se aíslan del proceso y ha ordenado al jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, iniciar una gira por la región para estrechar lazos de amistad con sus aliados tradicionales, que en estos momentos son dirigidos por gobiernos de izquierdas.

Izquierda o derecha y su extremo, es el dilema en la región. Ambas han combatido en todos los terrenos y se mantienen vigentes, fruto a la rivalidad que sigue sin cesar. La población que vota por la izquierda lo hace buscando soluciones a sus dificultades, ante la ineptitud de un conservadurismo que solo se sirve con la cuchara grande. Esa burbuja progresista deber redistribuida con gobiernos decentes, solidario y con sensibilidad social.

En nuestro país, el asunto es diferente. Se combatió a una ultraderecha radical, en la década del 60’, 70’ y algunos años del 80’. Al llegar al gobierno, el PRD y el presidente Antonio Guzmán Fernández en el periodo 1978-1982, la historia se comienza a escribir de otra manera, ya que una parte considerable de la izquierda, acostumbrada a la acción, no supo digerir correctamente el proceso democrático que iniciaba con el nuevo periodo gubernamental.

Aquí, la izquierda comienzan a resbalar en lo seco. El proceso democrático le ha quedado grande. No supieron comprender la nueva etapa que apena comenzaba, desperdiciando el momento en divisiones e incorporándose a los partidos conservadores. La gravedad caso, sigue latente, solo resta aprender de sus lecciones y tenerla presente, para evitar tropezar de nuevo..

Por el momento, se empieza a comprender lo beneficioso que resulta participar y aprovechar, con independencia, la democracia. Pero persisten en la desunión y en andar cobijadas de sectores conservadores y corruptos. Su presencia y vinculación en ese litoral hieren la sensibilidad de los revolucionarios, y sus elogios desmedidos envían una señal irritante, borrosa, y equivocada

Todavía no han comprendido que la izquierda construye su propio camino, como lo han hecho en los demás países de la región. Aquí la pobreza en el conocimiento y pensamiento, y el quererlo todo fácil y rápido, la lleva ir detrás del PRM, antiguo PRD, del PLD en sus dos versiones, Danilo y Leonel. Una desgracia que sepulta cualquier deseo de que una ola progresista, golpee con fuerzas nuestras costas.

La visión coyuntural se complica en la medida que sectores de izquierda consideran, igual en el ámbito internacional, que esos grupos corruptos, de derecha, son progresistas. La realidad dominicana obliga al estudio riguroso para desollar al animal delante de todos y llamar al pan, pan, y al vino, vino: Hemos tenidos gobiernos serviles de manera vergonzosa a los sectores oligárquicos, burgueses, corruptos hasta el tuétano, y serviles al poder extranjero. Y este, de Luis Abinader y el PRM, con algunas diferencias, sigue el mismo derrotero. ¡De progresistas, no tienen ni un carajo!

La ola progresista es el ascenso al poder de gobiernos honestos, productivos e inclusivos, integrados por sectores democráticos, sociales y populares, y de izquierda. Los mismos deben de guiarse por un programa de avanzada que se inserte en el proceso democrático con el interés de ensanchar la democracia. Si, la democracia capitalista. Con el interés supremo de revertir esa regla del juego que solo beneficia a un sector insaciable, corrupto y anti nacional.