En el 2012, Daron Acemoglu y James Robinson publicaron “¿Por qué fracasan los países?”. Una especie de historia universal de la economía. El primero es profesor en el MIT, en Massachusetts, norteamericano de origen turco, y Robinson es profesor en la Universidad de Chicago, de origen inglés.
La tesis central de esta influyente obra, sostiene que los países que históricamente han logrado transformarse y avanzar desde la pobreza hasta la prosperidad tienen una característica común, tienen instituciones equitativas que proporcionan y garantizan a todos sus ciudadanos los incentivos y un entorno favorable para desarrollar su potencial talentoso. Las denominan “economías inclusivas”. Mientras que los que fracasan, generalmente están dirigidas por élites que, “amparadas en artimañas, controlan el poder político y obtienen y concentran los beneficios y oportunidades para pequeños grupos”. Estas economías las denominan “extractivas”.
Con este marco conceptual, extraído de su observación histórica, los autores refutan el determinismo geográfico, el determinismo cultural y la “ignorancia de los dirigentes” como explicación de los fracasos. Para ellos, la principal característica de las sociedades (economías) incluyentes es que, siendo estados centrales, promueven la distribución del poder en la sociedad. Diríamos, con otras palabras, que estas sociedades propician un poder compartido, democrático y participativo y se fundamentan en derechos. En tanto que en las sociedades (economías) extractivas,” las instituciones se piensan y desarrollan desde la perspectiva de centralizar el poder y las decisiones, con el propósito de extraer beneficios para la élite predominante”. Suelen tender al autoritarismo.
El editorial del informe del Latinobarómetro 2021, por 25 años la más importante encuesta anual sobre opinión pública del continente (18 países), a manera de resumen de sus hallazgos y tendencias, señaló: “Una ola recorre América Latina consecuencia del egoísmo de las elites, la gobernabilidad se aleja, augurando tiempos complejos para la región…. Es que los latinoamericanos ya no toleran los gobiernos que defienden los intereses de unos pocos, la concentración de la riqueza, la escasez de justicia, la debilidad de las garantías civiles y políticas, así como la tardanza en la construcción de garantías sociales…. El abuso de poder, los privilegios, la restricción de la pluralidad están en el corazón de la demanda de igualdad ante la ley, de respeto, de dignidad…. La crítica de los ciudadanos a la democracia es una demanda de democracia… Ningún pueblo de la región está contento con la manera cómo funciona la … democracia en su país. A más de 30 años de las transiciones, las democracias se han … consolidado en grados crecientes de imperfección con Estados anquilosados”.
El bien documentado informe conjunto de La OECD, la CEPAL, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y la Unión Europea, 2018, sobre las perspectivas económicas de América Latina, tuvo como subtítulo “Repensando las instituciones para el desarrollo en América Latina y el Caribe”. Comenzó por señalar “América Latina y el Caribe ha experimentado en años recientes una desconexión creciente entre los ciudadanos y las instituciones públicas… La ciudadanía es hoy más exigente y pide más y mejores servicios públicos, en particular salud y educación. También exige instituciones públicas más creíbles, capaces, abiertas e innovadoras. Este cambio en las demandas y aspiraciones tiene que ver en buena medida con la expansión de la clase media, una de las mayores transformaciones socioeconómicas recientes en la región… Las repercusiones que esto tiene en términos del diseño de las políticas públicas y del funcionamiento mismo de la democracia son de gran profundidad”.
Sostuvo que restablecer el vínculo entre las instituciones públicas y
los ciudadanos y responder mejor a sus exigencias es decisivo para el bienestar y el
desarrollo sostenible en la región. De hecho, es un paso fundamental para garantizar
un nuevo periodo de crecimiento económico, progreso social, estabilidad política y
mayor bienestar para todos en ALC. Por ello, concluyó, el debate de políticas públicas debe poner particular énfasis en repensar las instituciones.
La edición 2021 de este informe anual conjunto concluye “los gobiernos de ALC deben utilizar las políticas fiscales, sociales y de transformación productiva para construir un nuevo contrato social. En particular, deben considerarse debidamente los elementos de movilidad y equidad intra e intergeneracionales, así como los desafíos asociados al cambio climático y a la transición hacia un modelo de desarrollo bajo en carbono”.
Nuestros liderazgos tienen la responsabilidad de superar las diatribas intrascendentes y asumir con seriedad, con sentido histórico y profético, la tarea de construir unidad y abrirnos a la participación, con una ciudadanía activa, tras valientes y bien sustentados esfuerzos para transformar nuestras instituciones, especialmente educación y salud. Aún estamos a tiempo de “reencantar” la ciudadanía con la democracia y hacer renacer la esperanza de un mejor país y la credibilidad de nuestros dirigentes. Pero el tiempo pasa. “Quien tenga oídos para oír, que oiga” (Mateo 13.9)