Ponerse a᾿lante no sé si significa ponerse adelante; en el caso de lo que quiero resaltar con ponerse a᾿lante es adelantarse a los acontecimientos, cual sea, desde el simple hasta el de consecuencias descomunales.
Psíquica y permanentemente estamos en eso de adelantarnos a algo que tiene que ver con uno o nuestros intereses encontrados y en coalición permanente con los de los otros. Uno en el sentido de que somos responsables de nosotros mismos y de los que dependen de uno, que cuando no nos ponemos a᾿lante, con lo que se entiende en el hecho, a ejecutar…, se siente que se ha perdido la oportunidad de que algo nos beneficie, aunque no sea el propósito; si respecto a lo que tiene que pasar o recibir no se hizo eso de “ponerse a᾿lante”, por no haberse hecho, nos arrastra a una zozobra interior que va a depender del tamaño o la importancia de “eso” que iba a llegar comoquiera pero se cree, por adelantarnos a, no va a favorecernos.
Ponernos a᾿lante, con tomar medidas ante nuestra responsabilidad social o el deterioro personal en que se vive, es para evitar decir, voz al cuello o a nosotros mismos: “¿Por qué no vi eso sí estuvo todo el tiempo ante mi nariz? Otros hechos son la rapidez con que cambia todo (sociedad, hábitos, costumbres, manera de pensar…) y no necesariamente para bien de nuestro entorno. Miramos sin mirar, solo mantenemos nuestro sentido crítico para lo que nos conviene, tendiéndose a la indiferencia. Es, debido a la complejidad de nuestro convivir, tanto con nosotros mismos como con los demás, solo vemos lo que queremos ver y sentir. ¿Es indiferencia, apatía, desidia o cansancio debido a las experiencias de uno ponerse a᾿lante y no se hizo?
Es común oír: “¡Qué se jodan, yo les advertí!” o “¿Pero eso que resalta hizo todo lo contrario no hace mucho?” a veces ignoramos, en caso de que no nos pongan caso con ponernos a᾿lante, “qué se jodan”. Es que siempre estamos como un satélite o somos ese satélite, es decir, que, aunque nos pongamos a᾿lante no se pueden evitar las consecuencias. Se debería siempre tener presente la frase clásica: “Nada humano me es ajeno”, pero que debería contener y lo contiene, ¿soy yo también, lo que le endilgo al otro? No siempre nuestros actos son humanos, es decir, consecuentes con… Ponerse a᾿lante a: “Nada humano me es ajeno”, aprender o ejercitarse en ver para evitar sentir sus consecuencias, cómo cambia lo que si por leyes de la vida tiene que cambiar pero que lo haga evitando que se quille o se rompa, aparentando estar íntegro. Así casi siempre se está. Esperando solo el roce de nuestras propias sombras para coalicionar y desmoronarnos como un puñado de sal.
Suelo castigarme a mí mismo, calificándome como estar por estar, por no haber visto cambios que debí haber percibido con consecuencias que no se pueden devolver al estado que supuestamente se pudo evitar sus efectos de “joder todo”, o uno mismo sacar a relucir que alguien se puso a᾿lante para buscar falso protagonismo cuando en el pasado recién cometió errores que esta vez quiere evitar al otro o a la comunidad o sector que dice representar. En verdad que, así como se crece, pero lo que se debería es reconocerse que ante había fallado en eso que hoy quiere ponerse a᾿lante para llamar a la atención.