La mayoría de los países están a la puerta de una recesión económica en 2022-23, pero con el fenómeno de alta inflación, la llamada estanflación. El mundo pospandemia COVID-19 y de la guerra Rusia-Ucrania está afectando a las economías globales. El aumento de precios del petróleo, gas natural, trigo, maíz, metales y otros bienes han disparado la inflación en los países desarrollados a 6.5 % y en las economías emergentes a 9.5 %.

 

El mundo atraviesa por un período de fuertes presiones inflacionarias y de bajo crecimiento de las economías, el llamado estanflación. El informe Perspectivas de la Economía Mundial del FMI proyecta que Estados Unidos crecerá un 2.3% en 2022, Canadá un 3.4%, la Unión Europea un 2.6 %, Japón un 1.7%, China un 3.3%, Rusia un -6.0%, la América Latina un 3.5%, y la República Dominicana un 5.5% en el 2022. Por su lado, la economía mundial crecerá 3.2%, una notable caída del 6.0% del año anterior. Para el conjunto de América Latina se proyecta un bajo crecimiento promedio de 3.5%.

 

Las perspectivas de inflación se han disparado para 2022. La inflación mundial se estima en 8.8%, y por países se proyecta que Estados Unidos terminará el año con una inflación de 8.2%, Alemania un 10.0%, Reino Unido 9.9%, España 8.9%, Francia 5.6%, Italia 8.9%, China 2.5%, Austria 9.3%, Bélgica 11.3%, y la Unión Europea 9.1%.

 

Las proyecciones de inflación para la América Latina son también sombrías de en promedio de 14.6%, como resultado de la crisis económica mundial. Por países, la inflación estimada, es; Argentina 78.5%, Brasil 7.2%, Chile 13.7%, México 8.15%, Colombia 10.8%, Costa Rica 8.7%, Guatemala 9.0%, Bolivia 1.9%, Perú 7.5%, Paraguay 9.3%, Uruguay 9.4%, Venezuela 114.1% y la República Dominicana entre 8.6 %-8.1%.

 

Sin duda, el mundo vive un ciclo de alta incertidumbre, inflación y muy bajo crecimiento. Los problemas globales son serios y de honda repercusiones. La guerra Rusia-Ucrania, los efectos económicos de la pandemia, la caída de la demanda mundial y el deterioro de los países más afectados, han dejado una secuela de tensiones fiscales, monetarias, cambiarias y de crecimiento del PIB. Las cifras presentadas aquí son elocuentes. Hay un grave choque de la demanda y oferta globales, que golpea igual a los países desarrollados como a las economías emergentes.

 

El caso dominicano; crecimiento con inflación.

 

El caso dominicano es sorprendente, pues de una caída del PIB de -6.7% en el 2020 pasó a un crecimiento de 12.3% para el año 2021 y este año se proyecta una expansión de 5.5%. Sin duda, la política económica proactiva del gobierno del presidente Luis Abinader y su constante estímulo al sector privado ha sido muy exitoso para recuperar la economía. Igual, la política de mantener la estabilidad macroeconómica, acompañada de una eficaz política monetaria expansiva y con bajas tasas de interés, en armonía con una política fiscal moderadamente expansiva, ha dado resultados muy exitosos y halagüeños.

 

La política monetaria y cambiaria ha sido un sostén primordial en la recuperación económica y en el manejo de los agregados monetarios, primero expansivo en el 2020 para mantener la economía con liquidez, y a partir de diciembre de 2021 cuando surgieron presiones inflacionarias, el Banco Central comenzó con un gradual programa anticíclico de aumentar las tasas de interés, el TPM, y a la vez a comenzar a recoger los excedentes de liquidez, para combatir la inflación y apuntalar la tasa de cambio que se ha apreciado desde enero en 7.6%, algo inaudito.

 

El Banco Central implementó una necesaria política ortodoxa conservadora en tiempos de inflación. La que se aplica en todo el mundo. El objetivo es controlar la inflación, sin detener el crecimiento. En efecto, la tasa de política monetaria fue subiendo de 3 % en noviembre de 2021, hasta llegar a 8.25% a octubre de 2022. De la misma forma ha aumentado la tasa de interés de la facilidad permanente de expansión de liquidez (Repos) a 8.75% anual y la tasa de depósitos remunerados, la overnight, también a 7.75%. La política de alza de la tasa de referencia ha tenido éxito en reducir la inflación desde su pico en abril, que fue 9.4% a 8.6 % en septiembre. La inflación ha ido cediendo, pero no lo suficiente, pues sigue al doble de la meta de 4.0%.

Por el lado de las política fiscal, el gobierno implementó una serie de medidas para mitigar con subsidios el impacto de la inflación sobre el consumidor, el transporte y la agropecuaria. Durante meses se ha subsidiado el precio de la gasolina, el petróleo y el glp.  Los aumentos de precios por encima de US$ 85 el barril, quedan subsidiado por el gobierno. Asimismo, ha mantenido los subsidios y transferencias a los programas sociales destinados a los pobres y vulnerables. También se exoneró de aranceles a la importación de 67 productos agropecuarios, para que reduzcan sus precios al consumidor.

En la República Dominicana se está dando un fenómeno particular, que es que el país se proyecta que crezca en 2022 en un 5%-6%, pero a la vez sufre una inflación interanual de 8.6%. Es decir, no hay una proyección hasta ahora de sufrir una estanflación (inflación sin crecimiento), como Estados Unidos, la Unión Europea y muchos países de América Latina. Nosotros sufrimos inflación, pero con un buen crecimiento. En gran medida, aparte de una adecuada política macroeconómica, el crecimiento de 5.5% proyectado se debe al vigor y robustez del sector privado, que es el motor de nuestra economía.

 

El gobierno y las autoridades económicas han preferido mantener una política de doble objetivo; de mantener el crecimiento apuntalado por el sector privado, y a la vez sostener una política monetaria conservadora de alzas de la tasa de interés de referencia hasta que se reduzca más la inflación, que es el principal problema económico a corto plazo del país. El aumento de las tasas de interés, naturalmente, afecta al consumo y encarece el costo de invertir. Pero el combate a la inflación es indispensable, pues se reconoce que el peor y más costoso impuesto es la inflación, que afecta más negativamente a los consumidores de medios y bajos ingresos.

 

El crecimiento proyectado de la economía de 5.5% se debe fundamentalmente a la buena y equilibrada diversificación de los sectores productivos, de empleos y de divisas. En medio de un mundo lleno de incertidumbres y de bajo crecimiento y augurios de recesión, la República Dominicana sigue un curso de desarrollo y expansión. Por ejemplo, el sector turismo mantiene un robusto crecimiento y se proyecta que termine este año con más de 7 millones de visitantes generando un total de ingresos de US$ 8,000 millones.

 

Igualmente, las remesas siguen en aumento y se espera un total aproximado de US$ 10,000 millones de ingresos. Las zonas francas aumentarán sus exportaciones y generarán cerca de US$ 8,000 millones. La inversión extranjera directa aumentará a US$ 3,500 millones, un nivel muy notable. Como resultado, las reservas monetarias netas se mantienen en US$ 13,800 millones, un nivel muy adecuado para proteger a la economía.

 

Según el citado informe del FMI, las proyecciones de crecimiento del país para el 2023 bajan un poco a 5.3 %, del 5.5% del 2022. Se reduce solo dos décimas, que significa que el país estará lejos de recesión o crisis económica. Por otro lado, los sectores productivos también mantendrán su sólido crecimiento, como ha sucedido en el 2022. La política fiscal se mantiene estable y sin problemas mayores. Se estima un déficit fiscal de 3.6 % del PIB para el 2022 y de 3.0% en el 2023, cercano al promedio mundial.

 

El sector generador de divisas y empleos seguirá su marcha de expansión ascendente. El único desafío importante es continuar bajando la inflación para que alcance el nivel de meta-inflación de alrededor de 4%. Habrá que mantener la política de alza de intereses de referencias hasta que ceda y siga bajando la inflación. Los dominicanos no deben albergar temores de crisis, inflación disparada y recesión. Porque el país sigue en buena marcha.