La expansión de las redes sociales, y la capacidad de expresarnos a través de ellas, trajeron consigo un término que ha ganado popularidad en el hablar cotidiano: ciudadanos empoderados. Claramente, un nuevo “status” que también trae nuevos fenómenos, como la polarización.

En teoría, la posibilidad de hacer escuchar nuestra voz debería dar como resultado una mayor riqueza de ideas y un debate alturado en la búsqueda de consenso. Lamentablemente, algo estamos haciendo mal.

¿Qué ocurre cuando un punto de vista diferente trae consigo división o alimenta ira o rechazo? Se produce una droga social altamente adictiva. Como sabemos, el uso excesivo de las redes sociales alcanza, en determinados casos, el rango de “droga escondida” tras la aparente normalidad. Si a este cuadro le sumamos un uso donde la impulsividad, el malestar emocional o la búsqueda exagerada de emociones ganan protagonismo, avivamos aún más esta adicción y, como toda dependencia, podríamos estar provocando cuadros de depresión, irritabilidad, distanciamiento social y el aumento de los discursos de odio.

Esta es una de las reflexiones que LLYC pone sobre la mesa a través de The Hidden Drug, un estudio que, gracias a la utilización de técnicas de Big Data e Inteligencia Artificial, analiza la conversación de los últimos cinco años en América y la Península Ibérica con relación a temáticas sensibles. En total, fueron procesados más de 600 millones de mensajes en Twitter provenientes de 12 países, incluyendo a la República Dominicana.

De modo general, este trabajo revela que la polarización, en relación con temas sensibles, ha crecido un 39 % en los últimos 5 años en Iberoamérica y, lo más preocupante, es que viene registrando un peligroso acceso, aproximadamente, un 8% por año.

Con relación a la República Dominicana, los hallazgos también nos deben llevar a la reflexión. Como principal conclusión, los temas que más división producen están relacionados con el aborto, el racismo y el feminismo, siendo los dos últimos los que registran una creciente polaridad desde el 2017.

¿Esto qué significa? Que temas tan relevantes para la sociedad, en lugar de promover un intercambio de ideas, provocan el cruce de lo racional hacia lo emocional, lo que se traduce en enojo, enfado e intolerancia hacia el otro. En suma, sentimientos negativos que se alimentan entre sí desatando un fuego que, inconscientemente y debido a las emociones que despiertan, se van transformando en un fenómeno adictivo.

¿Esto puede transformarse en algo aún peor? Lastimosamente, sí. Y lo vemos en los actuales conflictos que el mundo enfrenta. Una persona enfadada y dominada por el odio cambia su forma de ver la realidad, lo que lo puede llevar a la toma de decisiones nocivas. Como lo destaca Mariano Sigman, neurocientífico y autor de «El poder de las palabras», esta polarización, que se alimenta en lo ideológico, se traduce en un tipo de miopía que invade las emociones y se expande. A modo de ejemplo, recordemos que muchas de las grandes tragedias humanas vienen de un momento de incomprensión.

En conclusión. Sí, conversar e intercambiar ideas es fundamental para crecer como sociedad, y eso demanda respeto por la opinión ajena. De lo contrario, seguiremos promoviendo un círculo vicioso contaminante que, además de intoxicarnos a nosotros mismos, a nuestros familiares y entorno, solo agrava estos delicados desafíos.

¿Les parece si desde hoy comenzamos a conversar y somos más tolerantes con la opinión del otro?