Consciente de esa realidad, y basado en la experiencia acumulada como legislador durante tres periodos, es que he interiorizado en el sentido de que en mi próxima gestión como representante pondré mucho más énfasis en la misión de representar, sin que esto signifique ignorar o desdeñar la misión de legislar y fiscalizar.

Pero los ejes de mi gestión estarán orientados a continuar con más esmero apoyando a la comunidad educativa, el deporte y a la recreación sana. Debo expresar mi honra de que se me identifique como el diputado de la educación, y en muchos casos, hasta me llegan a denominar como padre de la educación., porque hacia ese importante aporte he puesto mi pasión, mi desvelo y mi entrega durante más de 20 años.

Acorde con lo que demandan los nuevos tiempo, impulsaré el dominio de la inteligencia artificial en los docentes, seguiré apostando por una educación de calidad, como sustento de mi prédica por una igualdad de oportunidades, continuaré  promoviendo las carreras técnicas, y  como eje esencial elevar las escuelas vocacionales al nivel técnico superior,  el dominio de los idiomas, el impulso de la agroindustria, la artesanía, el emprendurismo y las bellas artes.

Todo lo anterior porque en mi caso particular, la Provincia Bahoruco, la tercera más pobre del país, y  que representaré en el Congreso Nacional,  necesita de un representante que esté presente en las comunidades, que conozca de primera mano las necesidades de su gente y de su pueblo, que este al alcáncense de su gente y de su pueblo, que se entregue de todo corazón, y que se empeñe, como dijo Cristo, “en servir, no ser servido”.

Para que un legislador asuma como ejes fundamentales lo enunciado en los párrafos precedentes, debe ser portador de una vocación, voluntad y capacidad de buscar, reclamar y proponer alternativas de solución a la problemática social y económica de sus representados, y que trabaje más  como un trabajador social, que como un político partidista, lo que significa servirle o trabajar con la gente sin importar partido.

Limitantes del ejercicio congresual

La misión de legislar se ejerce con iniciativas legislativas, participando en los debates y en los trabajos de comisiones, en tanto la misión de fiscalizar se ejerce como cuerpo, lo que muchas veces, sobre todo cuando se está en campaña, vende su proyecto diciéndole a la población que ejercerán su misión de representante como si pudiera actuar como individualidad.

Sin embargo, en los dos casos citados, el legislador choca con valladares insalvables, que le devienen de la situación numérica del bloque al que pertenece, de las direcciones partidarias y del gobierno central, si es un congresista del partido de gobierno, pero también del reglamento del hemiciclo, y de las políticas o líneas de actuación que se imponen en el bloque partidario al que pertenece.

De ahí que, conociendo el medio en que se desenvuelve la misión legislativa, un veterano congresista es muy cuidadoso en sus ofertas de campaña, contrario a un candidato que por primera vez busca alcanza esa investidura, y cuando la alcanza  asume con tal pasión, que el decir de algunos, “lo que más se parece a un carro viejo, es un diputado nuevo”.