Entre el presidente de la república de turno y el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) siempre han existidos galanteos mutuamente interesados. Ya en febrero 2021 su directiva acudió al Palacio Nacional a expresar su apoyo al presente gobierno. Pero su entrega hace días de un reconocimiento al presidente Abinader fue la primera vez que un presidente en funciones se apersona a la sede de la entidad. Esa ocasion sugiere una sintonía entre ambos y por eso se justifica, considerando que Barómetro de las Americas reporta que un 41% de los dominicanos cree que los ricos compran los resultados de las elecciones, evaluar si estamos inmersos en una plutocracia.

https://www.vanderbilt.edu/lapop/dr/AB2021DOM-Country-Report-Spanish-Final-220615.pdf

En sus casi 60 años, el CONEP ha jugado un papel activo en las lides nacionales. El presidente Bosh formalizó la institución por Decreto No.229 del 31 de mayo de 1963 con el nombre inicial (no feminista) de Consejo Nacional de Hombres de Empresa (CNHE). Hoy día la membresía del CONEP incluye a 55 de las grandes empresas del pais y a 55 gremios empresariales, por lo que es válido considerarlo como la elite económica del pais. Describe su misión como “liderar el fortalecimiento del sistema de libre empresa, participando activamente como agente de cambio y transformación, en la consolidación de la democracia y sus instituciones, para promover el desarrollo económico y social de la nación dominicana.” Seria mezquino negar que algunas de sus actuaciones han fortalecido nuestra democracia.

Según Economipedia, por otro lado, la plutocracia “es una de las distintas formas mediante las que puede gestionarse un gobierno. En territorios que exista una plutocracia, las clases dominantes, que poseen las riquezas, también controlan el poder del Estado. Así pues, hablamos de un sistema en el que la sociedad que posee los recursos materiales, de la misma forma, posee el poder político.” ¿Caben los pobres en una plutocracia? ¿Puede haber equidad social en sus políticas públicas?

El primer uso conocido del término se debe al historiador Jenofonte de Atenas.​ Según Wikipedia: “Al contrario que otros sistemas como la democracia, el capitalismo, el socialismo o el anarquismo, la plutocracia no está fundamentada en ninguna teoría de filosofía política. El concepto es habitualmente empleado en un sentido peyorativo, para prevenir de los riesgos de un sistema de gobierno excesivamente influido por los estratos más acaudalados de una sociedad.” De ahí que una excesiva cercanía entre nuestro actual gobierno y la elite económica merece un escrutinio exigente por el riesgo de que pueda amenazar nuestra frágil democracia.

¿Hay razones para preferir la democracia a la plutocracia? En el 1989  Francis Fukuyama publicó un ensayo con la tesis de que, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la democracia liberal sería el punto final de la evolución ideológica de la humanidad. Hacia ese tipo de sistema político estamos evolucionando en la RD. Nuestra Constitución la consagra en su Art. 4: “El gobierno de la Nación es esencialmente civil, republicano, democrático y representativo.” En el Articulo 7 se agrega: “La República Dominicana es un Estado Social y Democrático de Derecho, organizado en forma de Republica unitaria, fundado en el respeto a la dignidad humana, los derechos fundamentales, el trabajo, la soberanía popular y la separación e independencia de los poderes públicos.” Pero no porque la Constitución así lo defina podríamos los dominicanos ufanarnos de que ya hemos alcanzado plenamente la democracia liberal de Fukuyama.

Si el sistema de partidos políticos es el esquema para alcanzar los principios de la democracia liberal estamos hoy muy desfavorecidos. De hecho, es muy socorrida la tesis de que nuestros partidos carecen de la ideología necesaria para alcanzar el bienestar colectivo. Si el capitalismo pudiera suplir esa necesidad seria su vástago, la economía de libre mercado, la que estaría encargada de alcanzar la justicia social. Pero vasta conocer un poco la teoría de la justicia en ese tipo de economía –basada en la meritocracia y la propiedad privada– para concluir que nuestra economía está llena de distorsiones que impiden su libre funcionamiento. Estamos muy lejos de alcanzar la igualdad de oportunidades educativas, el basamento esencial de la justicia social, y de estar libres de monopolios y oligopolios.  Procompetencia no hace el trabajo que debe hacer.

Una economía de libre mercado no compagina con la forma plutocrática de gobierno. Esta ultima implanta un sistema desigual de oportunidades que funciona para facilitar la explotación económica a favor de los aristocráticos gobernantes. Aun si ellos no ostentan las máximas posiciones del estado, existe una plutocracia cuando los políticos de turno atienden prioritariamente los intereses de los que poseen el poder economico. “Todo ello, a cambio de que estos, con su dinero e influencia, los mantengan en el poder el máximo tiempo posible, o, en ocasiones, a cambio de dinero y financiación para sus campañas electorales.”

Con el internet los rasgos perversos de una plutocracia son fáciles de conocer. Evitar que esos “intereses oscuros” avasallen a los candidatos presidenciales con su aportes de campaña es una imperiosa necesidad. “Esto es considerado un delito de corrupción y es punible en numerosas legislaciones nacionales.” “Otra forma de mecanismo plutocrático es el manejo tendencioso de los medios de comunicación, para favorecer los intereses de la élite mediante la manipulación de la opinión pública. Esto se debe a que muchos consorcios informativos locales o trasnacionales pertenecen a grupos empresariales más o menos visibles. Así, el llamado “cuarto poder” que constituyen los medios de comunicación a menudo contribuye con el debilitamiento de las instituciones y la construcción de una plutocracia.” ¿Somos hoy vulnerables a esos riesgos?

“Un tercer mecanismo plutocrático consiste en la adquisición de los bienes públicos o estatales en subastas públicas que reciben el nombre de privatizacion, y que otorgan a intereses privados el control sobre empresas básicas o de importancia pública incuestionable, como el aseo urbano o los servicios de luz, gas, electricidad. Esto les confiere a los sectores económicos una injerencia importante sobre las dinámicas políticas nacionales a partir del control de los bienes de primera necesidad.” “Los sectores marxistas, anarquistas y socialistas de la sociedad contemporánea consideran las democracias liberales como sistemas diseñados para favorecer a la burguesía y por lo tanto sistemáticamente plutocráticos.” ¿Están atrapados nuestros bienes de primera necesidad?

Obviamente, la plutocracia desvirtúa la democracia porque anula la voluntad popular. Es la antítesis de la democracia porque en el sistema de gobierno democrático se elige a los gobernantes mediante la libre votación del pueblo. ¿Es el gobierno del cambio plutocrático? Obviamente no, aunque algunos injustamente le endilguen ese sambenito. Tampoco creo que, en general, este al servicio de la oligarquía. Basta con repasar algunas las consideraciones relevantes para saberlo.

Si comenzamos con la elección del presidente habrá que admitir que, aunque con una votación que apenas alcanzo un 52.3%, el alarido de la clase media contra la corrupción imperante en el pasado gobierno le otorga amplia legitimidad. Aun si su campaña recibió importantes aportes de los ricos, la franja mayoritaria de la sociedad dominicana sufría un hartazgo inigualable con una presencia de la corrupción que no podía continuar. Respetando y acogiendo esa voluntad popular –y no la de la compra de votos y las dadivas- lo primero que hizo el presidente fue instaurar un Ministerio Publico independiente. Tal acción sentó las bases para que nadie se equivoque, ricos o no.

Un segundo baldón contra el presidente Abinader es el de ser un empresario. Se le enrostra que eso le hace favorecer al empresariado y que de ahí sale la sintonía con el CONEP. Tal acusación es fácilmente desmontable al considerar la significativa ampliación de la protección social que su gobierno ha patrocinado hasta ahora. Si bien algunas de las medidas correspondientes obedecieron a la situación especial presentada por la pandemia, no debe soslayarse que este gobierno aumentó considerablemente el número de hogares beneficiados con el programa Supérate y doblo el estipendio, que afilió a dos millones más al SENASA, que amplió los programas de vivienda para familias de limitados recursos y que ha ampliado la asistencia alimentaria. Son todas medidas que se corresponden con el credo socialdemócrata de “Primero la gente” (y no los empresarios).

Tal vez la más ríspida acusación de entreguista ha sido el nombramiento de algunos ministros. Pero solo dos de los 23 miembros de su gabinete original podrían calificarse de plutocráticos. Uno de ellos hacia una contribución muy positiva por su reconocida experiencia gerencial, mientras el otro alberga aspiraciones presidenciales y, con su ampulosa publicidad, desdice de la austeridad que ha implantado el gobierno. La presencia del presidente Abinader en los costosos actos publicitarios de ese ministro no le conviene a su imagen. Si bien las relaciones públicas del presidente lo llevan a apersonarse en una miríada de actos con todos los segmentos de la sociedad, los del mencionado ministro dan pie a algunas de las acusaciones infundadas. Pero eso no significa que su gobierno este entrampado por los ricos detrás del ministro.

Tampoco es verdad que el presidente Abinader quiera entregarle el pais a los ricos porque ha engendrado las alianzas público-privadas y favorece los fideicomisos públicos. Estos esquemas gerenciales para contribuir a la misión de gobierno pueden ser usados con esos fines. Pero el ojo avizor de la opinión pública y de los partidos de oposición estarán muy pendientes de la estructuración y el accionar de estos esquemas para que no desacrediten la labor presidencial. La legislación correspondiente debe imponer completa transparencia y el endeudamiento y el traspaso de bienes públicos deberá pasar por un estricto tamiz congresual. Ya el presidente Abinader descartó la privatizacion de Punta Catalina porque entendió que no era políticamente viable y así deberá actuar en futuros casos de las APP y fideicomisos públicos.

Dada la ubicuidad que ha caracterizado el quehacer del presidente Abinader no se puede tomar su visita a la sede del CONEP como señal de un contubernio plutocrático. El reconocimiento otorgado a su labor, por otro lado, se justifica cuando se toma en cuenta 1) que las agencias calificadoras Fitch y Standard & Poor elevaron la calificación de riesgo del pais por el buen manejo de la economía, 2) que la FAO reportó la disminucion del hambre en el pais, 3) que Transparencia Internacional ha mejorado en los ultimos dos años la posición del pais en el ranking internacional sobre corrupción, y 4) que la pobreza extrema registró una reducción de 0,45 puntos porcentuales, tras pasar de 3,51 % en 2020 a 3,06 % en 2021. Además, en la época postrujillista pocas veces se ha vivido un nivel de paz social como el de ahora. El gobierno pues ha respondido satisfactoriamente a la voluntad del pueblo y la democracia liberal de Fukuyama está en curso, aunque cojee porque al libre mercado nuestro le falte mucho para ser verdaderamente libre.

Ahora bien, las situaciones políticas son fluidas. Por eso aplica recordar la famosa frase atribuida a Jefferson de que “la vigilancia eterna es el precio de la libertad.” Sin un buen soporte de los partidos ningun presidente será capaz de lograr la quimera de la justicia social. Nuestros partidos tienen actualmente una pésima valoración de parte de la ciudadanía y, en consecuencia, si no mejoran sustancialmente el avance hacia la meta será pírrico. Y un requisito ineludible para mejorar es declinar las grandes contribuciones plutocráticas a las campañas electorales.