El requisito del 50 por ciento más un voto para ganar las elecciones en primera vuelta, que le impidió al doctor José Francisco Peña Gómez alcanzar la presidencia de la República, después del comprobado fraude del 16 de mayo de 1994, fue el producto espurio de la alianza oscura de los partidos Reformista Social Cristiano (PRSC), del doctor Joaquín Balaguer, y de la Liberación Dominicana (PLD), del profesor Juan Bosch.

La vileza de estos estos dos partidos, al momento de reformar la Constitución Política, se refleja en el hecho de que a pesar de haber acordado con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) la aprobación del requisito de un 45 por ciento para ganar en primera vuelta, a sugerencia del PLD, lo cambiaron por el 50 por ciento, el tope máximo de un balotaje.

Fueron momentos de trueques entre los partidos de los dos viejos caudillos, dentro del marco de una alianza que nació con la misma fundación del PLD, de tal manera que con una diminuta matrícula de dos o tres congresistas Balaguer hizo escoger a Danilo Medina como presidente de la Cámara de Diputados.

Superada la crisis, gracias a la benignidad del doctor Peña Gómez, el presidente Balaguer, en su juramentación, por un período excepcional de dos años, hizo la promesa mendaz de corregir las perversas violaciones hechas al llamado Pacto por la Democracia.

Los cálculos de Balaguer y los peledeistas, que motivaron el cambio del 45 por ciento acordado por el 50 por ciento, fueron exactos, el doctor Peña Gómez alcanzó en la primera vuelta de las elecciones del 16 de mayo de 1996 un total de 1,333,925 votos, equivalente a un 45.94 por ciento, y 1,394,641 votos, equivalente a un 48.75 por ciento, en la segunda vuelta.

Todo lo anterior es una muestra del nefasto origen del método del ballotage en la República Dominicana, el cual es propio del constitucionalismo francés, que lo instituyó por primera vez en el año 1852, durante el Segundo Imperio de Napoleón III.

Como es bien sabido, el ballottage tiene como finalidad principal reducir a dos el número de participantes en unas elecciones y posibilitar que quienes resulten electos tengan asegurada una alta cuota de legitimidad, por haber recibido el apoyo de la mayoría absoluta de los votantes.

Algunos países, como Bélgica y Holanda, que instituyeron el ballotagge, en 1899 y 1917, respectivamente, lo dejaron de usar, lo mismo que Austria, Portugal, Croacia, Rusia, Polonia, entre otros.

Sin embargo, en nuestro país, a pesar de que el ballotagge fue instituido con artimañas, no existe ni posibilidad ni intención de cambiar el umbral establecido, ni mucho menos de eliminarlo.

La verdadera causa por la que algunos partidos de oposición, como el PLD, FP y el PRD, han resucitado el ballotagge, en ocasión de la reforma constitucional que se ha venido conociendo en el Consejo Económico y Social, tiene como claro propósito la justificación de su retiro de la discusión de esta.

Finalmente, todo parece indicar que el expresidente Leonel Fernández ha logrado, aunque sea temporalmente, mantener intocable su Constitución la cual considera no debe ser reformada, como si estuviera petrificada en diamantes.