En un día de estas semanas, alguna persona dirá: “no voy a las plazas”. “Me parecen sobrias, necesito algo más movido”. Sin embargo, la economía se divierte con ellas. Como algunos habrán notado, no tenemos los números (la gente que entra en un solo día a una gran plaza), pero piénsese en lo siguiente: la gente entra y sale como si estuvieran repartiendo helado gratis.

En este mismo fin de semana, vimos a Jeff Bezos en la Romana. Bailaba en una discoteca. Como dirían algunos, Santo Domingo atrae a la gente. Que todo sea por el bien de las inversiones. De manera inmediata, la visita del magnate de Amazon fue publicada por los principales medios dominicanos. No se dijo si fue invitado por alguien. Nadie nos dijo si andaba en su jet privado o en el de un amigo.

En los últimos años, algunos han sostenido teorías que no son descartables: las redes sociales se han convertido en el escaparate global: la plaza pública –piénsese en el Agora griega–, terminó siendo virtual. Fíjese usted que ahora se nos habla del Metaverso, un lugar donde la gente –con ayuda de los avatares–, se sentirá más activa (hemos visto los guantes robóticos y los cascos virtuales). La gente no tiene temor de sentir que será robotizada.

En estos últimos meses de investigación –sería adecuado decir años–, se intenta reproducir la realidad de manera virtual y se destinan millones a este esfuerzo. En pocos días, veremos la gente con el look de un robot, intentando entrar en alguna locación virtual de California. La intención: hacer reuniones o solo saludar a sus amigos. El tiempo que pase la gente en esto no ha sido calculado. En estas semanas, tengo agendadas desde ya reuniones virtuales con amigos de California sin el Metaverso, imagínese qué será cuando todo llegue. Y estamos escuchando conversaciones de que será en el próximo año.

Muy optimistas, en este mismo año, algunos han previsto que el futuro estará aquí y ya se habla de fechas. Como si se tratara de ciencia ficción, la multitud intenta ver cómo se puede zafar del metaverso (como se zafaron del microchip en pandemia), –no faltan los que hablan de conspiraciones–, pero los millones que se han destinado al asunto parecen decirnos que todo será una realidad: ¿podremos pagar por tener una reunión con Gillian Anderson? ¿Nos sonreirá o en su defecto permitirá que toquemos su astuta mano? ¿Será como en Argentina cuando se presentó a una rueda de prensa con un suetercito tan sencillo como ella, reina de la investigación? ¿Quieres llamarla Scully?

En el futuro próximo, quien visite esa zona podrá decir: “hoy entré al MIT y tuve una conversación con un candidato al Premio Nóbel”. “De dicha reunión, he salido optimista: comenzaremos a trabajar mañana”. “Hablemos con Kamala Harris”, dirán algunos. Una llamadita con Obama no estaría mal.

Como he dicho más arriba, algunos medios cronometraron la visita de Bezos al país, pero no se nos ha hablado de sus amigos. Jeff tiene claro lo que hace: aunque alguien me dirá, “intenta botar el golpe, se trata de placer”. Creo que el video se hizo viral en pocos minutos. No sabemos si se bañó en las playas. Desde hace algunas semanas, tengo la asistente de Google, un aparatito al que le preguntas (Alexa es la versión de Amazon, o sea de Jeff), todo y te responde. Cuando le pido música, le digo: “Hey Google, pon música de Tears for Fears”, y me pone música relacionada con este grupo. Pues bien: ayer oí algo de Francisco Céspedes y no me disgustó. “Hey, Google”, le pregunto: “dime las noticias sobre Ucrania” y acto seguido me las da.

En los últimos días, periódicos como El País de España han terminado abriendo las noticias como un servicio social en tiempo de guerra. Eso lo saludamos.

Aunque no sé si estará en el metaverso, en Bella Vista hay un colmado que extraño con éxito. Allí se reúne mucha gente a conversar. En épocas pasadas –vamos, hace treinta años–, se reunía la gente y ponía sillitas en la calle, casi cerradas con un alto consumo de cerveza. Aunque no tenemos el dato, en época de béisbol la gente bebe mucho.

Hoy la plaza –en un mañana cercano será el Metaverso–, es el lugar de reunión. Las plazas compiten con todo. Como se sabe, los Delicatessen no solo venden croissants sino que te ponen el último juego de Messi a quien hace días abuchearon –cada vez que tocaba el balón–, por el desempeño del PSG en la Champions. Como ocurrió en la Primera Guerra Mundial, la gente bailó mucho en el Charleston. En esto tiempos, notaremos un incremento en el uso de las redes sociales. Tenemos muchas noticias sobre la guerra. La última es que Musk ha retado a Putin a un duelo.

Para los próximos meses, todos nos preparamos para el mundial. En un colmado largo, en una barra en la avenida Bolívar, hacia los noventas, se vendía de todo. Oh la nostalgia. La gente esperó las declaraciones de Pochettino.

Asumimos que, para este mundial a celebrarse en Catar, existirá mucha gente que desarrolle negocios en torno a la justa futbolera. Como siempre, los alemanes querrán ganarles a los brasileños, y nosotros –algunos de nosotros–, les iremos a Argentina, a Holanda, discípulos de Johan Cruyff.

Como saben los historiadores, volver al pasado, –recobrarlo– no solo es nostalgia, sino una manera para explicar el presente, como quiere decir el historiador bonaerense Luis Alberto Romero en su Historia contemporánea de la Argentina. Aclaro que Romero no le va a River o Boca, sino a Racing y su comida favorita son los raviolis. Uno se acuerda de Paolo Rossi y entiende que ahora serán otras las estrellas. Para algunos, esto es un momento sagrado. Para los que vemos todos los partidos, tienes que planear todo. Será paradójico tener una guerra con un Mundial en marcha.

Como muchos esperan, en el Metaverso tendrás la oportunidad de entrar a una sesión de fotos como la que explotó las redes este fin de semana. Britney Spears salía semidesnuda en una playa con toda la risa del mundo. Ella estaba feliz en esa playa.

Cerca de la avenida Sarasota, un par de amigas se siente a la espera de algún chiste o algún piropo: “muchacha tú no te dejas ver”, le dice una amiga a otra. A fin de cuentas, ser dominicano también es saber que en el colmado “hoy se bebe”, como dicen. Con Britney, cero realidad virtual. ¿Qué le vamos a hacer?