Marlene Schiappa es francesa, trabaja en el círculo más cercano del presidente Macron, tanto que es la ministra de Economía Social y Solidaria (lo que esto signifique) y con 40 años de vida, y otros tantos de combate feminista, invadió la portada de Playboy, la famosa revista para caballeros, como decían los periodistas de antaño, en la edición de abril.

La iniciativa de doña Marlene fue criticada por toda la clase política, ni los miembros de su partido la perdonaron, pese a que alguno mencionó que ser una mujer valiente no es fácil.

Aparecer en ese magazine mientras que la gente en Francia está más que molesta por las reformas a las pensiones hechas por el presidente a la de… ¡Ya! Esto es, sin someterlo al Congreso, ¿es lo mejor para el feminismo, para la lucha de las mujeres? ¿Es un distractor, un ingrediente para engordar el ego de Marlene o una frivolidad como cualquier otra, que nos da un tema de conversación, pero nada más?

Shiappa tuvo el recato, la convicción o lo que sea, de no retratarse desnuda. No obstante, habrá quien la considere lasciva e incluso vulgar. Se la ve sentada, con las piernas abiertas y como su peso recae en los brazos, clavados en el asiento, los senos casi se escapan de su blusa, beige y ajustada. Parece una posición incómoda, erótica, sugestiva, rebelde, auténtica, artificial, interesante, anodina… Usted escoja el adjetivo que más le convenga.

 

Ahora bien, pienso que si iba a llevar pijama por qué no usó el que aconsejaba Marilyn: Sin nada encima salvo unas cuantas gotitas de perfume, Chanel número 5, por supuesto. Hubiera sido más a tono con la revista, que insiste en que ya no le interesa la pornografía (o el erotismo) sino el debate y los temas serios.

 

Por eso hay más de diez páginas dedicadas a plasmar las opiniones de la ministra, en las que habla de los temas picantes de siempre: aborto, homosexuales, feminismo y remata con una frase que, más o menos decía (cito de memoria) que en Francia las mujeres son libres, aunque les duela a los retrógradas y a los hipócritas.

 

Por eso mismo, porque las francesas son libres, ella posa para la ex revista del conejito (que ahora insiste en que es un Mook, ¿una mezcla entre magazine y book, me pregunto?, con más de 300 páginas de contenido prudente). Sin embargo, si de todos modos iba a ser un escándalo y quizás, hasta la excusa perfecta para echarla del gobierno, hubiera jugado todo su capital a la ruleta de la desnudez.

 

 

No quisiera insistir, pero la foto, ¿decepciona? ¿Por qué mejor no se tendió desnuda y sonriente sobre un fondo rojo, una alfombra, una sábana de seda, digamos? Hubiera sido un guiño potente y divertido a ya saben quién, porque uno está harto de hipocresías, como la ministra, pero también de tanta somnolienta solemnidad.

 

Finalmente, retratarse para una revista con la carga y los antecedentes de Playboy que insiste en renegar de su historia y convenientemente, se olvida del pasado de su fundador, cuya mansión estaba saturada de jóvenes deseosas de mostrar sus encantos a los hombres mañosos y sin imaginación, es ¿irreverente, contestatario o una mera estrategia política? Menciono esto porque al parecer, otro ministro se expresó en una revista similar para gays y Macron en otra infantil. Así se comunica ahora el gobierno, alega la oposición, con mofa y una pizca de rabia.

 

Yo no sé qué pensar, nunca había oído hablar de la señora Schiappa, me enteré que también ha escrito novelas eróticas, algunas firmadas con seudónimo (¿las más atrevidas?) que estoy seriamente considerando en conseguir…

Por principio desconfío de la clase política en general, más allá del género, sospecho que esos seres viven en otra realidad donde las cosas de la vida diaria carecen de obstáculos y que ven con ojos de extraterrestre a aquellos que sufren por pagar el alquiler o por salir del desempleo. Ella, ¿se preocupará (y espero que haga algo al respecto) por las mujeres que sobrellevan una rutina pesada, larga: trabajo-hogar-hijos-descanso a medias-marido-trabajo-hijos-ex-compras del diario-pareja-hijos-estrés-hijos-oficina?