El contexto no podía ser más desafiante. Bajo la larga sombra de la pandemia Covid 19 el final del año 2019 y todos el año 2020, fueron períodos de riesgos para la salud y la vida. Muy oscuros y sombríos. Momentos que la República dominicana y sus líderes públicos supieron gestionar con efectividad. Esta fue la cuna de donde surgió el plan estratégico nacional salud 2030.
El Informe de Desarrollo Humano del PNUD 2020 y otros estudios subrayaban que los científicos llevaban años advirtiendo de una pandemia como la que recién superemos. Señalando el aumento de los patógenos zoonóticos que son esos microorganismos que tienen capacidad para pasar de los animales a las personas, como reflejo y resultado de las presiones de los seres humanos sobre la Tierra.
Estas presiones crecieron exponencialmente en los últimos 100 años. Los seres humanos han logrado avances prodigiosos, pero también han llevado el planeta Tierra al límite. Cambio climático, desigualdades incuestionables, cifras nunca vistas de personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares por conflictos crisis y guerras. Esos son los resultados de unas sociedades donde se ha privilegiado un desarrollo industrial y una acumulación de capitales no resilientes con la naturaleza, su preservación y fortalecimiento.
De hecho, las presiones que ejercemos sobre el planeta son tan elevadas que los científicos están estudiando si la Tierra ha entrado en una época geológica completamente nueva: el Antropoceno, la era de los seres humanos. Esto significa que somos las primeras personas que vivimos en una era determinada no por la fuerza de la naturaleza, sino por la toma de decisiones humanas y de sus grupos sociales, en la que el riesgo dominante para nuestra supervivencia, somos nosotros mismos.
En este orden, la metodología para la planificación estratégica debía generar resiliencia de la República Dominicana y su sector Salud al 2030, aportando las herramientas técnicas para realizar la dinámica revisión de estos procesos precedentes, midiéndose el estado de ejecución de proyectos y acciones, así como los cambios acontecidos en la República Dominicana; valorándose en el proceso, las nuevas realidades del país, su entorno regional y continental.
Responder la pregunta de cómo formulamos este plan, implica abordar la metodología mediante la cual se formuló exitosamente, el Plan Estratégico Nacional Salud 2030. Metodología innovada por técnicos del Ministerio de salud y expertos consultados. Validada por experiencias internacionales. Hoja de ruta a presentar en este julio, 2023. Herramienta que aporta visión, objetivos estratégicos y proyectos generadores de sinergia y estructuración del sector.
La bitácora se definió al convocar, de abajo hacia arriba, a más de 140 entidades. Se organizaron en comisiones técnicas, disponiéndoles coordinadores y consultores especialistas. Apoyándolas vía el Viceministerio de Fortalecimiento y Desarrollo del Sector Salud (VFSDS) para que sesionaran más de 40 veces y participaran en 6 foros regionales y formularan la Visión 2030, vía los “sueños de salud”.
Aunque la Ley 1-12 de Estrategia Nacional 2030, así lo indicaba, eso nunca se había hecho a cuatro pilares o ejes: i) Inclusión y Redes de Servicios; ii) Gobernabilidad, Gobernanza y Articulación Pública, Privada y Comunitaria; iii) Ambiente, Riesgos y Cambio Climático, y para cerrar el ciclo, v) Economía, Financiamiento y Cuentas Nacionales.
Un sector analizado en cuatro pilares implicó examinar la actual gobernabilidad “Torre de Babel” del sector salud, para que pueda avanzar a los ritmos que aspira la Nación. Sabemos que el Gabinete de Salud fue una contribución al respecto, pero falta mucho más. Asimismo, sin sostenibilidad ambiental, ordenamiento y adaptación saludable al cambio climático, es posible garantizar una red integral de servicios donde la salud sea medio, escenario y fin del desarrollo.
Lo anterior impone economía y financiamiento racionales. Vinculados a los Años de Esperanza de Vida Saludables (AVES) y Años Esperados de Vida Ajustados por Discapacidad (AVAD). El peso de los servicios en salud en economía, no es bajo dado que aporta 11 de cada 100 empleos y 7.5 dólares de cada 100 del PBI. Sea este monto, público (presupuesto nacional) o privado (gasto de bolsillo). En 2021, el sector movió 7 mil, 500 millones de dólares anuales.
No tiene objetivo promover la metodología para formular el plan estratégico de salud, como un enlatado que imponga su replicación a la fuerza. Sólo en los países del bloque soviético del pasado siglo XX, tenían este abordaje. Enfoque que eliminaba el primer criterio de calidad de la planificación, el carácter auténtico, genuino e identitario del método.
El primer Plan Decenal 2006-2015 fue un ejercicio académico. Posteriormente apareció la propuesta del Plan Decenal de Salud 2018-2028, producto administrativo del equipo técnico del ministerio de salud. En este 2023, la nación al fin, pondrá en vigencia una auténtica herramienta de planificación estratégica, con visión, estrategias y proyectos presupuestables de impacto.
Muchos no saben que la planificación estratégica territorial y sectorial, se diferencia de la planificación normativa. La normativa es la planificación lineal. Aquella que se hace por pasos graduales, con objetivos, propósitos y condicionantes. La planificación normativa se basa en proyección lineal de tendencias. Formula propósitos, objetivos, actividades y tareas calendarizadas, sobre todo supone que para que se cumpla cada actividad debiera tener claramente asignada una partida presupuestaria. En esta planificación, la norma se superpone al plan.
La mayoría de los estudiosos del tema indican que la planificación normativa genera una discontinuidad entre el futuro deseado y la historia que se pretende cambiar, pues el futuro más que un sueño compartido por toda una sociedad, se proyecta como un acto mecánico de un aparato del Estado, gobierno concreto o grupo social o empresarial.
En la década de los años 80 del siglo XX, la planificación estratégica cambió de paradigma. Carlos Matus fue su principal promotor, pero no le alcanzó el tiempo y las condiciones políticas para ponerla en práctica. Como ministro de Economía de Salvador Allende fue destituido, encarcelado y perseguido por los militares. Tuvo que surgir la concreción estratégica de Barcelona (1988-1992) para que se generara un verdadero laboratorio social que catapultó esta metodología por toda Latinoamérica. Cataluña culminó con el primer Plan Estratégico de Barcelona. Santiago, sería cofundador en 1993 del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU), por las gestiones de la PUCMM y Ayuntamiento. Lo mismo aconteció con la ciudad de San Francisco California, USA.
Finalmente, de qué se trata la planificación estratégica. Se trata de juntar la direccionalidad y la planificación. De apoderarse de un supuesto que conduce a la admisión consciente de que el Estado y su administración aislada, no pueden lograr el desarrollo, por lo que requieren una alianza estratégica con las sociedades que el Estado pretende dirigir.
La planificación estratégica es vincular el corto y el mediano plazo, para que las acciones de hoy concurran con las de mañana, creando redes, sistemas y regímenes de actuación continua, concurrente y colectiva, entre Estado y sociedad. Entre las asociaciones civiles y la Alcaldía y también del gobierno nacional y la sociedad.
Lo que se ha realizado en el sector salud es aprovechar las escasas oportunidades para vencer, como decía Matus, la resistencia activa e incierta de los permanentes pesimistas y opositores, aprovechando las fortalezas y las contribuciones de los aliados para impulsar el desarrollo. La planificación estratégica conduce a la ciudadanía de cualquier territorio a pactar con sus gobernantes locales. A concertar programas de gobernabilidad, cultura, salud, educación, justicia, uso de suelo, medio ambiente y economía. En especial concretar una visión de para que la ciudadanía ejercite su capacidad de autogestión. Estamos en eso.