Sospechaba que a la distancia, los analistas criollos ya habrían conjeturado mucho en el presente para conocer su pasado  y especular el futuro de Gustavo Petro, el último protagonista de la “izquierda guerrillera” llegado al poder en nuestra América afroindoamericana, nunca mejor dicho. Pero me he decepcionado con esta falta de capacidad de “ver el fondo” de las cuestiones que son importantes. Porque Petro es ya noticia, comencemos por reconocerlo.

No es que haya sido “guerrillero”, sino a cuál facción ideológica perteneció en sus años mozos: el M-19. Por lo tanto, recurro al reportaje de Atahualpa Amerise, de la BBC, sobre este pasado del Presidente Electo Gustavo Petro, disponible en el siguiente enlace: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-61860867

Dice el reportaje: “El triunfo de Gustavo Petro en las elecciones … no sólo es un hito porque por primera vez habrá un presidente de izquierda en Colombia, sino también por tratarse de un exguerrillero. Por ello su victoria se ve como un paso más en la evolución de un país que va dejando atrás la oscura etapa de extrema violencia de finales del siglo XX y como una confirmación del acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC en 2016.

“Ya hay generaciones que no vivieron la violencia como sus padres y abuelos pero, además, la paz ha dado voz a nuevas demandas sociales y económicas, y la ciudadanía colombiana, pese a la desconfianza que suscita en algunos el pasado guerrillero de Petro, ha decidido confiar en sus promesas de reformas estructurales e igualdad.

Su llegada al poder evidencia también la transformación de un político que en su juventud militó en el Movimiento 19 de Abril (M-19), un grupo guerrillero que buscaba imponer sus ideas mediante las armas pero que se diferenció de otras guerrillas de la época en varios aspectos”.

Por lo tanto, debemos recordar que el M-19 nació fuera de la división ideológica entre el marxismo soviético y la versión china de Mao, que produjo la división de una guerrilla pro-Moscú (las FARC) y otra pro-Beijing (el EPL). Recurramos al recuerdo de Amerise.

Los inicios

El 19 de abril de 1970, Petro cumplía 10 años. Ese día se celebraron elecciones presidenciales en las que el conservador Misael Pastrana se hizo con el poder al derrotar al general Gustavo Rojas Pinilla. Los seguidores de Rojas Pinilla, un militar populista que había liderado un gobierno de facto entre 1953 y 1957, denunciaron un más que posible fraude y comenzaron a movilizarse, dando origen al M-19 (por la fecha del 19 de abril) en los años posteriores.

"La ideología del M-19 se definió con tres conceptos: nacionalismo, democracia económica y política, y justicia social", explica a BBC Mundo el ingeniero, profesor universitario, político y ex guerrillero Antonio Navarro Wolff, que fue segundo comandante de la organización.

Además de no ser marxista, algo que la diferenciaba de otras guerrillas de la época, "el Eme" se diferenció en sus primeros años tanto en sus métodos de lucha como en su peculiar estrategia para darse a conocer. Para entender el rol de la Paz que negoció el M-19 ver el  documental en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=c6v1y1CvKx0

Del simbolismo al asesinato

El grupo compró espacios publicitarios en periódicos colombianos y plasmó enigmáticos mensajes. "¿Decaimiento… falta de memoria? Espere"; "¿falta de energía… inactividad? Espere"; "¿parásitos… gusanos? Espere"; "ya llega". Bajo estas frases, en blanco sobre fondo negro, un logo con dos triángulos enfrentados y unas siglas entonces desconocidas: M-19.

En 1974 completaron con éxito su primera misión: robar la espada de Simón Bolívar de la casa-museo Quinta de Bolívar en Bogotá. "Bolívar, tu espada vuelve a la lucha. Con el pueblo, con las armas, al poder", proclamaron. Esta simbólica acción sirvió para dar a conocer a la guerrilla, que se atribuía la causa del Libertador frente a un poder político al que tildaba de antidemocrático, tiránico y corrupto. Pero el simbolismo fue dando paso a otro de sus principios: la lucha armada. Y "El Eme" se manchó de sangre por primera vez en 1976, con el secuestro y asesinato de José Raquel Mercado, un líder sindical al que acusaban de traición.

Los tres hitos históricos del M-19 son:

  • En febrero de 1980 el M-19 asaltó la Embajada de la República Dominicana durante la celebración de la Fiesta Patria dominicana, donde se celebraba un cóctel con diplomáticos de varios países a los que tomaron de rehenes. Tras casi dos meses de negociaciones el suceso acabó sin derramamiento de sangre y con varios de sus protagonistas refugiados en Cuba, que en esos años acogía a guerrilleros latinoamericanos y les daba entrenamiento militar. Para recordarlo, vean estos videos en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=MVDXT_ZzXqw
  • En plena espiral de violencia en la sociedad colombiana, el M-19 también protagonizó un enfrentamiento abierto con el cartel de Medellín de Pablo Escobar. "Fue el resultado de la actividad armada del M-19 en Medellín. Fue parte del conflicto armado", indica Navarro Wolff. Tanto el cartel de Medellín como las fuerzas de seguridad colombianas infligieron numerosas bajas al grupo. Una muestra es la negación de Pablo Escobar de su involucramiento en la muerte de Carlos Pizarro, Jefe del M-19, en el enlace siguiente: https://elpais.com/diario/1990/05/01/internacional/641512817_850215.html
  • La acción que marcaría para siempre al M-19 fue la toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985 que se saldó con más de 100 muertos y desaparecidos, entre ellos 11 magistrados de la Corte Suprema, tras un cruento combate entre los guerrilleros y el ejército y el incendio del edificio. Igualmente, para rememorar este evento, vean el documental sobre este hecho en el enlace siguiente: https://www.youtube.com/watch?v=5c9DsqH9b2I

Petro participó en la segunda mitad de los años 80 en las negociaciones de paz con el gobierno, que no dieron resultados hasta el final de la década. En 1990, tras un último proceso de diálogo de 14 meses, el M-19 y el gobierno colombiano firmaron un acuerdo de paz, el primero entre un Estado y una guerrilla en América Latina. Los 10 puntos del acuerdo incluyeron, entre otras cosas, la renuncia a las armas del M-19 y su incorporación a la vida política del país bajo el nombre Alianza Democrática M-19 (AD M-19). Gustavo Petro fue uno de sus cofundadores.

Tras una sangrienta campaña en la que asesinaron a su líder, Carlos Pizarro, la AD M-19 logró un 12,48% de los votos con Antonio Navarro Wolff como cabeza de lista en las elecciones presidenciales de mayo de 1990 ganadas por César Gaviria.

Hasta aquí la actividad de Petro-guerrillero; pasemos a ver qué podrá hacer el Petro-presidente de la mano del analista colombiano escribiendo  en El País de Madrid, España, por Javier Lafuente, disponible en el enlace siguiente: https://elpais.com/america-colombia/elecciones-presidenciales/2022-06-21/gustavo-petro-la-plebitusa-y-el-triunfo-postergado-del-si.html

Lafuente inicia introduciendo un término muy colombiano. Para alguien que no es colombiano entender el concepto de tusa no es sencillo. Hasta que se sufre. O, por no entrar en detalles, hasta que ve cómo otros la sufren. Hasta tuve que buscar su significado en la red: Se trata de una expresión colombiana para designar “despecho y tristeza por la terminación de una relación amorosa”. De hecho, la propia canción de Tusa es un ejemplo claro del significado de la palabra.

Lafuente nos dice que esa sensación de “amor frustrado” con el inicio de una paz anhelada fue la que ocurrió aquella noche del 2 de octubre de 2016 en la que Colombia dio la espalda en un plebiscito al acuerdo de paz del Gobierno con las FARC. Con una diferencia pírrica, en una votación mínima tras una campaña plagada de inventos como la ideología de género más recalcitrante que propagó el «uribismo» (corriente derivada del control del expresidente Álvaro Uribe a la derecha tradicional del liberalismo)… La esperanza de mucha gente en algo tan abstracto como el concepto de paz devino en una tristeza infinitamente más palpable. Este domingo, en la participación más grande que ha habido nunca, millones de colombianos pudieron, por fin, celebrar alrededor del Acuerdo. No es descabellado pensar, pues, que, como ocurre con las tusas, el mayor triunfo de la izquierda en la historia de Colombia haya nacido de una negación.

El razonamiento de Lafuente es una revancha histórica: El triunfo postergado del ‘sí’ a la paz es que Colombia, el país que vivió seis décadas de guerra, que aniquiló a tiros a Jorge Eliecer Gaitán, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo, a Luis Carlos Galán, haya elegido presidente a un exguerrillero, por más que no pocos usen esa palabra como descalificativo para sembrar miedo: ¿Qué fue, si no, José Mujica?, ¿qué es Antonio Navarro Wolf? ¿Qué era el propio Petro alcalde de Bogotá? Como también es un triunfo de la paz el que en el país más mortal para los defensores de la tierra la próxima vicepresidenta vaya a ser una mujer negra, activista por el medio ambiente.

La victoria de Gustavo Petro y de Francia Márquez no se entiende sin el Acuerdo que se firmó en La Habana. “La firma e implementación del acuerdo final contribuirá a la ampliación y profundización de la democracia en cuanto implicará la dejación de armas y la proscripción de la violencia como método de acción política para todas y todos los colombianos a fin de transitar a un escenario en el que impere la democracia”. No son estas palabras de Petro en campaña; son parte del segundo punto del texto, el que se que refiere a la participación política. Firmado, en una misma mesa, por el Gobierno con los antiguos combatientes, los mismos que han seguido poniendo los muertos estos últimos años sin decaer en su apuesta de dejar las armas, sin importar que su partido político sea intrascendente.

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¿Es una locura establecer el paralelismo entre el armisticio en 1966 para poner fin a la Guerra de Abril si se hubiere tardado en llegar a medidas concretas de superar el conflicto y restablecer la paz ciudadana, como se hizo en el Gobierno Provisional de García Godoy? De esa lección debemos tomar conciencia para que les recordemos a los colombianos que el restablecimiento de la paz viene a través del respeto de los contrarios, una forma de decir, ser más democráticos y solidarios.

Lo que falta saber es si la tusa de la no aprobación de los Acuerdos de Paz con las FARC, será compensada con una izquierda en el gobierno que pretenda sembrar tolerancia, solidaridad y espíritu de diálogo luego de sobrepasar cerca de una década de desengaño, como nos costó igualmente a los dominicanos. Pero, nuestro error ha sido persistir en la gloria de la lucha armada y evitar aprovechar las fisuras de la arquitectura democrática para ganar un puesto en la conciencia de los dominicanos.

La respuesta a si Petro viene o va solo la responderemos cuando comprobemos si él se convirtió en un exguerrillero por la injusticia y no por la manipulación de la Guerra Fría del Siglo XX. Porque si no es así, entonces se quedó en el pasado, congelado en la mismísima Guerra Fría…