El triunfo del Pacto Histórico y de Gustavo Petro es un hecho de progreso político en Colombia y no es de políticos negarlo o ponerle "peros" en virtud de que no constituye un rompimiento de las estructuras políticas y económicas tradicionales de ese país.
Desde luego que ese cambio no hará, ni está propuesto por nadie de los involucrados en el mismo, lo que se propusieron los grupos guerrilleros en una lucha que hay que reconocer ha sido heroica y de sacrificios durante más de 50 años consecutivos.
Pero si abre perspectivas para un mayor ejercicio político al pueblo, que con el nuevo gobierno tendría la posibilidad de disfrutar libertades públicas y derechos democráticos por los que ha venido luchando a un costo elevadísimo en vidas, sangre derramada y horas de libertad esfumadas.
Si hay un hecho que grafica el progresismo, es este en Colombia; que ya ha constituido una nueva composición social y política en el congreso, de mayoría democrática y de izquierda; y que con la toma de posesión de Gustavo Petro al frente del gobierno el próximo 7 de agosto, continuará agregando prácticas diferentes y superadoras con bastante en ese sistema político.
El progresismo debe ser visto como un paso hacia delante en la lucha de los pueblos ante la imposibilidad inmediata de un salto revolucionario, en unas circunstancias históricas determinadas; en el sentido de superar un estado de situación en el que las clases trabajadoras y las mayorías en general carecen de libertades y derechos elementales, y las riquezas del país sólo benefician a una minoría, y son expoliadas por las empresas monopolistas extranjeras. Esta es la connotación general que ha tenido el inusitado progresismo en América Latina, y es algo concreto a valorar de manera concreta.
Un hecho que propenda a superar este estado de cosas como el que señala la nota que encabeza este artículo, es progreso, y se inserta en una perspectiva de avance a la revolución.
Esta es, desde luego, una tarea que también nos proponemos los que nos reivindicamos de manera explícita de izquierda; y dentro de estos, lo hacemos con consecuencia los marxistas leninistas en una lógica de reforma- revolución. Pero es ya un dato instalado en la realidad, que hay tendencias afirmadas por hechos políticos relevantes y de cierta permanencia en el tiempo, al menos en América Latina, que han decidido considerarse progresistas para hacer una escapada de la dicotomía izquierda- derecha.
Para el Partido Comunista del Trabajo (PCT), que no pone en entre dicho ser parte estable, creciente y activa de una tendencia de izquierda, revolucionaria, marxista leninista, el abordaje del progresismo entra en la esfera de la política, de la táctica; no de la teoría y menos de la ideología.
Nuestra responsabilidad política es encontrar los propósitos políticos programáticos inmediatos que pudieran unirnos, y actuar en ese sentido. Sin más.
El PCT entraría en el mundo de los diletantes si en la coyuntura en curso en vez de poner la política como punto de partida, y abordar las tareas concretas que corresponden, en cambio se dedicara a debatir sobre la teoría y la ideología que le serían propias al progresismo; si es que acaso existieren tales teoría e ideología específicas.
Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir Lenin, cuya militancia en el ideal de la revolución, el socialismo y el comunismo como fin supremo nadie discute, tomaron siempre las circunstancias políticas preponderantes en un momento histórico determinado, para definir tácticas que, sin perder nunca el objetivo estratégico, contribuyeran al avance de las luchas de la clase obrera y de los pueblos. Hicieron labor teórica sobre los objetivos supremos, pero también agitación política con las consignas más democráticas de cada ocasión.
Llegaron a hablar de “los países más democráticos”, refiriendo a aquellos que, sin haber llevado a cabo una revolución socialista, habían avanzado en “el sentido del progreso”, superando formas absolutistas de dominio político e instalando formas de repúblicas liberales. En el mismo Manifiesto Comunista Marx y Engels plantean esa perspectiva, sin dejar de decir que el socialismo y el comunismo son sus objetivos supremos.
El 29 de noviembre de 1864, Carlos Marx envió una carta de felicitación a Abraham Lincoln, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, por su triunfo con una amplia votación popular en las elecciones de ese país. Porque fue un triunfo sobre las ideas esclavistas muy fuertes en ese país de entonces. Marx consideró ese hecho como un progreso político.
Marx, Engels, Lenin y otros reconocidos revolucionarios históricos, eran teóricos, no diletantes; y por eso la política fue siempre su punto de partida en cada situación concreta.