Gustavo Petro ha ganado de manera democrática y evidente las elecciones de Colombia. El primer elemento que hay plantear para cualquier análisis de la victoria obtenida por este batallador, sería cuál es el misterio que llevó a que once millones de personas, en plena libertad de elección, votaran por él, a pesar de la más terrible campaña sucia en su contra.
El peso de la manipulación mediática desde el propio gobierno, aliado a los peores intereses y las más injustas causas, se sintió también a nivel internacional. Diseñaron un plan durante toda la campaña tratando de vender a Gustavo Petro como un guerrillero activo; como si aún estuviera en combate en las selvas de Colombia.
 Pocas veces se refirieron a que – Petro -fue un excelente concejal; miembro de la cámara de representantes; alcalde de Bogotá y actualmente senador. La "expresión ex-guerrilero llenaba las páginas de la gran prensa y en toda la promoción oficialista. El objetico era utilizar el arma más poderosa con que cuentan los dueños del mundo en una campaña electoral: el miedo.
Y si a estas cosas señaladas anteriormente, les sumamos los asesinatos y desapariciones de líderes sociales y las cárceles llenas de políticos presos, especialmente personas jóvenes inocentes; entonces, como escribí en mi primer trabajo sobre las elecciones de Colombia, había que elegir entre la gloria y el verdadero infierno.
Así ocurrieron las cosas en las elecciones en Colombia: el liderazgo y la propuesta de un economista progresista y político maduro y la entereza, coraje y valentía de una líder mujer negra y pobre se impusieron y se alojaron en el alma popular de la mayoría de los ciudadanos que votaron en aquella nación para elegir su nuevo presidente. El conservadurismo y el crimen han dominado el poder político por décadas en Colombia.
Pero ahora resulta que Petro, el líder vendido como peligroso por la ultraderecha, anuncia en su discurso frente a las multitudes, luego de ganar las elecciones, que no va a establecer el socialismo, como falsamente vendieron sus adversarios, sino el capitalismo para desarrollar el país y resolver los problemas de la gente.
Petro habla de escribir una historia nueva y producir un cambio real basado en la vida misma; y ha dicho que, a partir de ahora, Colombia cambiará para promover y desarrollar la política del amor y no para promover la política del odio. Que llegó, expresó en su discurso en la misma noche de su victoria, que llegó el tiempo de la esperanza.
La más reciente medida anunciada por Petro, hecha pública en su país, es la que tiene que ver con desligar a la policía del Ministerio de Defensa de Colombia. Creará el Ministerio de Seguridad Ciudadana y Paz.
Si analizamos la historia de lucha de Gustavo Petro; su capacidad política y su discurso coherente que marcan su propia vida de luchador político, él está llamado a convertirse en un verdadero líder de dimensión continental de América Latina. El tiempo será nuestro juez, para verlo convertido en un líder de su país y de nuestra América.
Colombia debe cambiar su modelo de sangre y crimen por otro modelo realmente democrático. Nadie dude de que hay una gran oportunidad para sembrar en Colombia la unidad y la esperanza nacional.